"Bush vive en una de las mayores burbujas que vi en mi vida"
El periodista de Watergate habla de Irak
WASHINGTON.– “Hola, soy Bob Woodward”, saluda el legendario periodista mientras extiende su mano. “Venga, pase por aquí”, indica a LA NACION mientras camina por el living de su caserón, en Georgetown, el bellísimo, histórico y más exclusivo barrio de esta capital.
A los 63 años, Woodward lleva ya más de tres décadas en el Olimpo periodístico y se nota que se siente a sus anchas. Compara a George W. Bush con los presidentes que ha conocido y lo deja mal parado, pero sin que su voz denote siquiera un cambio de tono.
“Para los próximos dos años espero más de lo mismo: ningún deseo de enfrentar la realidad y de aceptar cuán mala es la situación en Irak”, dice. Minutos después dirá que el presidente vive en “una de las mayores burbujas” que vio en su vida.
Su último libro, Negar la evidencia (Grupo Editorial Norma), llegó a la cúspide en las listas de ventas. Es una crónica durísima del desinterés de Bush por saber qué ocurre a su alrededor y la decisión de su equipo de negar la debacle para asegurar su reelección en 2004. Negación que continúa. “El próximo presidente deberá lidiar con la guerra”, lamenta. Y, quizá, también con un enfrentamiento abierto con Irán. La voz de Woodward suena algo nasal, por culpa de un resfrío. Afuera azota un viento gélido. "¿Café, té, agua?", invita. "¿No? Bueno, dispare".
-En este libro cita al republicano Newton Gingrich, cuando critica al ex jefe de la coalición en Irak, Paul Bremer: "La cosa más peligrosa del mundo es una persona segura y astuta con un modelo equivocado porque tendrá un enorme entusiasmo para empujar ese modelo erróneo". ¿Podría aplicárselo a Bush?
-Eh [dice riéndose, mientras se acomoda en su sillón]. Fue directo al grano, ¿eh? Bueno, el que lo dice es Gingrich al hablar de Bremer. Yo intenté escribir sobre lo que pasó y lo que la gente dijo, nada más, aunque estoy seguro de que muchos de los críticos dirían que podría encuadrar con el presidente Bush. Yo no hago ese juicio de valor. Lo que juzgo es que no nos dijo la verdad sobre cuán mal se estaban poniendo las cosas en Irak. Ese es el marco general de este libro: Irak se está poniendo cada vez más peligroso y la inseguridad allí, lejos de mejorar, está empeorando.
-¿Qué espera de los próximos dos años de la administración de Bush?
-He pasado ocho horas entrevistando al presidente Bush para mis anteriores dos libros y queda muy en claro que está convencido que debe liberar a los oprimidos y extender la democracia por el mundo. Ese es el eje de quién es él. Por eso, para los próximos dos años espero más de lo mismo: ningún deseo de enfrentar la realidad de cuán mala es la situación en Irak. Una vez, durante una entrevista en su rancho de Texas, le pregunté si dudaba. En nuestra profesión, el periodismo, vivimos de la duda; dudamos de todo. Y él dijo que la duda es mala y que como presidente debe ser como el calcio de la columna vertebral.
Wordward comenzó su ascenso a la gloria periodística cuando tenía 29 años. Junto a Carl Bernstein, su colega en The Washington Post , encabezó una investigación sobre las prácticas de la Casa Blanca, que pasó a la historia como el escándalo Watergate. Tres años después, el presidente Richard Nixon debió renunciar.
Woodward y Bernstein ganaron el Pulitzer, se convirtieron en leyenda y tomaron sendas muy distintas. Mientras Bernstein se marchó del diario y protagonizó varios altibajos, Woodward forjó un legajo contundente: es editor adjunto del Post , ganó otro Pulitzer y escribió más de 12 libros de alto impacto, 11 de los cuales fueron los de mayor venta en Estados Unidos. Ahora, Negar la evidencia es el tercero que dedica a revelar cómo actuó Bush desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, y refleja sus logros y miserias.
-Usted cita un comentario del senador republicano Chuck Hagel al presidente: "Pienso que realmente está dentro de una burbuja respecto de Irak". ¿Es Bush el presidente más aislado que ha conocido?
-Es un buen punto [calla por unos segundos]. En lo que respecta a Irak, ésta es una de las mayores burbujas que he visto: no hay duda. Han pasado casi 4 años desde la invasión y, como varios han señalado, es más tiempo de lo que tomó ganar la Segunda Guerra Mundial. Y en Irak, por el contrario, los tres grandes problemas se han agravado: seguridad, gobernabilidad y reconstrucción.
-Lo que caracteriza a Bush, según su libro, es su notable falta de curiosidad. No pregunta ni chequea. ¿Nadie le dice la verdad?
-Sí: Bremer, Jay Garner (el primer administrador de Irak) y muchos otros pudieron y no lo hicieron. Sólo mantuvieron conversaciones triviales con Bush. Eso es criticable. Pero es responsabilidad del presidente hurgar por debajo de la superficie y asegurarse de que se lo informa de lo que realmente ocurre.
-¿Cómo se recordará a la administración de Bush?
-Será recordado por el 11 de Septiembre y por Irak. Y como Karl Rove una vez me dijo: "Todo se mide por sus resultados", y como la guerra aún no terminó, deberemos esperar.
-Sus críticos le endilgan a usted que las fuentes que hablan con usted son mejor tratadas que las que no.
-[Sonríe, pero denota cierta incomodidad.] Una de las personas con las que más hablé para este libro fue con Rumsfeld [Donald, ex secretario de Defensa que queda muy mal parado en Negar la evidencia ]. Polémica resuelta, ¿no? [Dice, y se ríe.]
-¿Podría ocurrir otro Watergate, que cayera otro presidente? ¿O los partidos políticos y los gobiernos aprendieron cómo evitarlo?
-¿Otro Watergate? Siempre es posible, por eso seguimos investigando, porque el gobierno sigue concentrando el poder. La Presidencia tiene ahora un poder increíble. Y esa concentración puede resultar peligrosa. Watergate fue una secuela de la Guerra de Vietnam. Esperemos que no tengamos otro Watergate. No quiero ni vaticinarlo.
-¿Qué siente ante las críticas que recibió por sus anteriores libros sobre Bush? ¿Es éste su mea culpa?
-Alguien dijo eso. Si lees Bush en guerra , verás que incluyo unos cuantos comentarios críticos: que no escucha y otros rasgos que aparecen aquí [señala Negar la evidencia ]. Pero incluso Kerry [John], que compitió con él por la presidencia, dijo en 2004 que Bush había hecho un buen trabajo al responder a los ataques del 11-S. Tres libros son como tres juegos distintos de béisbol o de fútbol: quizás el equipo juega bien y gana en el primero; pero en el segundo ocurren algunas cosas buenas y otras malas, y en el tercero juega muy pobremente.
-¿No encendieron su alarma Richard Armitage, ex subsecretario de Estado, o Larry Wilkinson, ex jefe de gabinete de Colin Powell?
-¡Hay inclusiones en el primer libro de cuán preocupado estaba Armitage sobre cómo se estaban desarrollando las cosas en la administración de Bush!
-¿Cuándo adquirió usted una visión completa de la "incompetencia" y "negación" con la que usted pinta a la Casa Blanca en este libro?
-No es otra visión. Este libro cubre estos últimos años e incorpora algunos hallazgos críticos de años anteriores que desearía haber tenido para mis libros previos, pero no fue así. ¡Y no puedo escribir lo que no tengo! ¡Y tampoco podía escribir en el primero, Bush en guerra , que cubre hasta noviembre de 2002, sobre una guerra [de Irak] que aún ni había comenzado!
-El último libro sobre usted y Bernstein es La vida bajo la sombra de Watergate . ¿Le incomoda que se lo asocie primero, y por sobre todo, con Watergate? ¿Es agradable, cuando tiene 11 best-sellers?
-¡Así es la vida! Me aboqué al Watergate por dos años y medio y tuvo las consecuencias que todos sabemos... Pero tampoco es tan drástico. Negar la evidencia vendió más copias en tapa dura que Todos los hombres del presidente .
-¿Cómo lo explica?
-Hay más gente comprando hoy que hace tres décadas y, además, la gente está muy preocupada por Bush y por la guerra en Irak Es algo muy serio para este país. Podrá no serlo para usted, pero para nosotros
-¿Cómo define al periodismo? ¿Hay una diferencia entre lo que es ahora y cuando usted comenzó?
-Sí, porque ahora se vive con una impaciencia que crea una voracidad por el ahora. Nosotros pudimos trabajar en el caso Watergate durante semanas sin publicar, pero ahora, si tienes una historia, alguien te preguntará si puede subirla a Internet ¡en la próxima hora! Y eso significa que aumentan las chances de equivocarse y hay menos margen para profundizar.
-¿Cómo define entonces al periodismo?
-Es mi trabajo.
-¿Un ícono del periodismo como usted sólo dirá que es su trabajo?
-¡Ah! [Se ríe.] ¡Pensé que estabas preguntando algo distinto! El periodismo es el sendero hacia la verdad. Creo que es una de las fortalezas de este país.
-Alguien dijo que el periodismo es la primera versión de la historia
-Sí, fue Phil Graham [dueño del Post hasta su suicidio, en 1963] quien lo dijo. Es verdad. Y los libros son la segunda versión. Siempre pensé que si alguien viniera de Marte y pasara un año en Estados Unidos, diría que el mejor trabajo es el de los periodistas porque se levantan cada mañana para responder a las preguntas "¿qué está ocurriendo?", "¿por qué?". Y, además, por definición, hacemos cosas que no son rutinarias, ni aburridas. Es la sensación de que cualquier cosa puede pasar.
-Usted dijo: "La última pregunta de un periodista es «¿qué más debería saber?»." ¿Hay algo sobre lo que no le pregunté y de lo que a usted le gustaría hablar?
-[Calla por unos segundos.] La guerra en Irak realmente es importante. Es central para entender a Bush y a este país. Y su resultado será tan importante para definir hacia dónde irá Medio Oriente, en qué quedará la "guerra contra el terror". Tendrá efectos en América del Sur, en la Argentina, en todas partes del mundo. Y en este contexto, la función del periodista será explicar qué pasó y por qué.
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