Borges y la patafísica: un camino literario ideal para entender la “posnormalidad”
“El modo en que Borges une su literatura con la filosofía, pero también con la ciencia, la teología y la matemática, es precisamente un tipo de patafísica”, dice la investigadora polaca Zofia Grzesiak
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El miércoles, en las Jornadas Borges, una joven “borgeóloga” polaca, Zofia Grzesiak (Bydgoszcz, 1988), profesora adjunta del Instituto Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la Universidad de Varsovia, brindó la original conferencia “Borges y la patafísica”, a modo de anticipo de un trabajo más amplio (que incluye también al amado Julio Cortázar). “Es una propuesta modesta de lectura de Borges”, dijo a la audiencia, y advirtió que habría algunos spoilers sobre el cuento elegido: “Pierre Menard, autor del Quijote”.
Grzesiak enseña literatura hispanoamericana y comparada en la Universidad de Varsovia y es tutora de la Asociación de Estudiantes “Club de Lectura de Literatura Latinoamericana”. Su tesis doctoral, “El fenómeno de la lectura en la obra de Roberto Bolaño. Estrategias y prácticas de recepción del autor, los protagonistas y el lector”, obtuvo el premio de la Asociación Polaca de Hispanistas. Actualmente es becaria del Centro Nacional de la Ciencia y desarrolla el proyecto “Borges y patafísica”. Integra además el grupo de investigación ELAR (estudios literarios argentinistas).
Tras destacar que algunas de las ideas borgeanas habían anticipado desarrollos tecnológicos -“como ChatGPT, que ofrece información muy persuasiva pero incorrecta”, dijo (dio como ejemplo los resúmenes de libros que hace la app)-, sostuvo que la literatura de Borges, además de cuestionar las fronteras entre realidad y ficción, agiliza la capacidad de procesar los datos y postula un imaginario heterodoxo “distinto al de la ciencia ficción, donde parece que la inteligencia artificial quiere matarnos a todos”.
“Los textos de Borges, que muchas veces fueron calificados de complejos, caóticos y contradictorios, sirven como un tipo de herramienta para entrenar nuestro pensamiento y nuestra imaginación, y prepararnos para la ‘posnormalidad’”, afirmó.
“La patafísica es un seudociencia ficticia inventada en el siglo XIX por el francés Alfred Jarry, conocido sobre todo por la obra teatral Ubú Rey, que es una versión grotesca de Macbeth, de Shakespeare - explicó la investigadora-. La patafísica no solo ha inspirado el absurdo de casi todas las vanguardias modernas sino también el absurdo de toda la tecnociencia y ha determinado el encuentro entre filosofía y literatura. El modo en que Borges une su literatura con la filosofía, pero también con la ciencia, la teología y la matemática, es precisamente un tipo de patafísica”.
La autora recordó que la patafísica es una “ciencia que somete los modos dominantes de racionalidad a un pensamiento divergente, de lo absurdo y que propone formas lúdicas de razonamiento, y también como una metodología para emplear la imaginación con el fin de repensar sistemáticamente nuestras realidades”. También se la definió como “la ciencia de las soluciones imaginarias”.
“En el caso de Jarry, todo esto es irónico y, por otro lado, es serio; es, a la vez, burla y homenaje”, dijo Grzesiak. La perspectiva patafísica -asistemática- se orienta a la ciencia y a los discursos literarios (en Costumbres de los ahogados, Jarry incluyó a los ahogados como criaturas de una especie acuática).
El Colegio de Patrafísica se creó en 1948 en Francia, y entre sus integrantes destacados figuran Raymond Queneau, Boris Vian, Jean Genet, Italo Calvino, Joan Miró, Umberto Eco, los Hermanos Marx y Pablo Picasso que, por razones políticas, rechazó la propuesta de Vian de sumar a Borges a la institución.
“La base de la conexión entre patafísica y Borges sería la investigación de fenómenos extraños o excepcionales, la integración de ideas científicas o filosóficas premeditadamente desde la literatura, la percepción del conocimiento como arbitrario, interdisciplinario y nunca completo; la unión de contrarios (paradojas, humor y seriedad, ‘autorreversibilidad’ de los textos), la ambivalencia y la reconfiguración del racionalismo como ‘surracionalismo patafísico’”, detalló la investigadora.
Para analizar “Pierre Menard, autor del Quijote”, usó tres conceptos: anómalo, sigizia (alienación de elementos heterogéneos e incluso opuestos) y clinamen, que define un desvío en apariencia menor que provoca una gran consecuencia. “Los textos de Borges, sobre todo los de Ficciones, El Aleph y Otras inquisiciones, funcionan como una investigación y construcción de este tipo de excepciones -dijo-. Borges propone investigar esos lugares donde el pensamiento racional parece sufrir un quiebre y demuestra que nuestras teorías son siempre, hasta cierto punto, subjetivas y condicionales”.
Para la profesora polaca, la obra de Pierre Menard (que no existe) tiene mucho en común con la obra de Borges en su manera de proponer “soluciones imaginarias” con humor, seriedad y, en el caso del escritor argentino, con originalidad y estilo.
“Las ideas de Borges parecen reactualizarse otra vez -dice Grzesiak a LA NACION-. Me parece que lo que interesa a las nuevas generaciones de investigadores borgeanos es esta potencialidad de sus textos: pese a todo lo que se ha dicho, en estos tiempos cambiantes, con sus ideas se puede hacer algo interesante, extraño y raro, algo que te permite de verdad cambiar tu modo de ver el mundo”.
-¿En qué trabajás actualmente?
-Mi proyecto de investigación sobre la patafísica y Borges está financiado por el Centro Nacional de Ciencia de Polonia; tengo dos textos publicados y otro próximo a publicarse sobre la patafísica en el contexto de la literatura argentina, que además de Borges incluye a Cortázar y a Macedonio Fernández.
-¿Cuáles fueron los primeros cuentos que leíste de Borges?
-Me parece que tuvieron que ser “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” y “Pierre Menard, autor del Quijote”, en la universidad. Cuando empecé la universidad, no sabía bien qué estudiar y decidí estudiar Filología Hispánica, pensando que por lo menos por un año mejoraría mucho mi español y luego lo decidiría. Después me quedé porque hice buenas amigas y luego de tres años tuve un curso de literatura contemporánea donde apareció Borges. No creo que en ese entonces lo entendiera muy bien, pero me fascinó inmediatamente.