Bondis no, mates sí: las mujeres avanzan en un terreno masculino
La muestra “Del carro al cuadro. La historia del fileteado porteño”, que se puede visitar en el Buenos Aires Museo, reúne trabajos de trece artistas; la exhibición se suma al concurso del Ministerio de Cultura porteño para recuperar los tradicionales filetes de los buses turísticos
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Ellas son fileteadoras profesionales. Pintan muchas, muchísimas horas durante cada día de la semana. Mates, termos, tapas de libros y discos, carteles, cuadros, copas, murales, vidrieras: su arte va pasando de un objeto a otro. Además, atraviesa fronteras, casi sin que lo noten demasiado. El fileteado porteño nació a fines del siglo XIX como un oficio únicamente masculino porque se gestó en fábricas de carrocerías y luego en talleres mecánicos. Un siglo más tarde, cuando se prohibió el fileteado en los colectivos, los fileteadores encontraron en la enseñanza una salida laboral, y esa fue la puerta de entrada para las mujeres.
Ceci Calvet, Silvia Dotta, Aixa Macarena Villalba (Yaku), Patricia Berman y Mara Demo son algunas de las trece mujeres que están presentes en la exposición Del carro al cuadro. La historia del fileteado porteño, que se puede visitar en la sede de exposiciones temporales del Buenos Aires Museo (con entrada por Defensa 223) hasta octubre de 2024.
“La propuesta fue mostrar esta colección del museo con una mirada más contemporánea y reponer cómo está el filete porteño en la actualidad, como una práctica artística que desde el 2015 es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y que, además, nos identifica internacionalmente como el tango”, explica Paula Carrella, curadora de la muestra. Se exhiben, entre otras, tablas fileteadas de los referentes icónicos como León Untroib, Carlos Carboni, Andrés Vogliotti y Luis Zorz.
Además, el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires lanzó un concurso para recuperar en los buses turísticos el tradicional fileteado porteño. Los interesados en concursar tienen tiempo hasta el 11 de julio. “Lo que es interesante es que vuelvan a la calle. Vuelve el fileteado de una manera importante, estos colectivos que son turísticos van a recorrer toda la ciudad. Estamos muy entusiasmados porque va a haber una serie de eventos de acá al 14 de septiembre que es el Día del Fileteador”, detalla Dolores Jaureguialzo, Directora del BAM.
“Ama tu cuerpo desobediente”. Así dice una de las obras que está expuesta en la pared de artistas fileteadoras. Hay también una dragona y se puede ver a Tita Merello. Pinceladas de mujeres.
“Para nosotras es un gran honor ser mujeres fileteadoras, haber conquistado un espacio que antes fue de varones. Si bien fue por circunstancias que tienen que ver con la época y todo lo que hace al nacimiento del oficio dentro de ámbitos en los que las mujeres no podían circular, cobra otro valor ser mujer fileteadora y haber conquistado un oficio que no nos pertenecía”, comenta Silvia Dotta, que encontró en el filete su verdadera forma de expresión cuando tenía 40 años.
“Estoy en el mundo del filete desde 2018 y si bien somos varias las mujeres que trabajamos en filete, nunca escuché a una compañera que la llamen para pintar un colectivo. Estamos trabajando mucho en tablas, cartelería, murales, pero no nos convocan para trabajos más importantes como filetear un camión, colectivo o carro, donde se sigue reconociendo más al varón fileteador”, sostiene Mara Demo.
Ceci Calvet, que es presidenta de la Asociación de Fileteadores, encontró en el filete el oficio. “La primera vez que entré a un taller me enamoré del espacio. Es importante que hablemos las mujeres entre nosotras, que creemos espacios donde nos repensemos”. Y reconoce que lo más difícil es dominar la herramienta, porque se utilizan pinceles diferentes, con pelo largo de oreja de vaca.
“Todo se filetea”, dicen entre risas estas artistas que trabajan cada una desde su taller pero se acompañan con videollamadas en sus largas jornadas. Patricia Berman cumplió un sueño cuando hizo el arte de tapa de un quinteto de tango electrónico para un cliente de California que le había comprado un cuadro en la Feria de San Telmo y luego le escribió para hacerle este pedido especial. A ella, que había tocado en una banda de rock.
Yaku conoció el filete a través del mundo de la murga, y cuando empezó a tomar clases lo hizo con una mujer. Después de tener dos clases, ya le habían encargado un trabajo. “Una persona me dijo ‘tomá esto y después decime cuánto sale’. Siempre tuve laburo”. Su formación fue en diferentes talleres. Todas coinciden en lo fundamental que les resultó compartir el espacio con colegas.
Dicen que están en formación constante. Que la simetría y la armonía son importantes. Que cada una tiene su estilo aunque la técnica es siempre la misma. Un paso a paso que ordena. Que trae mucha paz. El orgullo por esta tradición se asoma en cada una de ellas. Las ganas de que les encarguen banderas argentinas combinadas con otras de los países de quienes se las van a llevar. Y de seguir haciendo cada vez más visible esta tradición porteña, que fue mutando pero que conserva tanto. Que se valora acá y allá. Y que los padres y abuelos explican a sus hijos y nietos. Todos lo conocen, aunque puedan desconocer que se llama fileteado porteño. Y que las letras de los carteles se copiaban de los billetes impresos, porque no había Internet en esa época.
“El oficio de fileteador lleva una vida, uno está en constante formación. Cada fileteador tiene su nicho, su especialidad. Las redes ayudan un montón para conseguir clientes y compartir lo que a uno le gusta hacer”, concluya Silvia.
Para agendar
Del carro al cuadro. La historia del fileteado porteño, en el Buenos Aires Museo. Lunes a viernes de 11 a 19; sábados, domingos y feriados de 11 a 20. Entradas (boletería en Defensa 187): público general, $500; extranjeros no residentes, $3000. Miércoles gratis. Sin cargo: menores de 12 años, personas con discapacidad y acompañante; jubilados, docentes y estudiantes con acreditación. Recorridos guiados por la exposición: viernes, a las 15.30, y sábados, a las 17.
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