Bicentenario de John Keats: la leyenda del poeta romántico que solo vivió 25 años
El fantasma de John Keats, el poeta romántico que vivió solo 25 años y se convirtió en leyenda, ronda las calles de Roma, Londres, se apodera de la voz de prestigiosos intérpretes que recitan sus versos, y también de las páginas de la mejor y más reciente literatura hispanoamericana. Hoy se cumple el bicentenario de su muerte, pero los homenajes comenzaron hace varios meses. A pesar de la incertidumbre que genera la pandemia, quienes presiden las instituciones que velan por la obra y legado de Keats impulsan un premio, exposiciones y diversos eventos para que más lectores sucumban al encanto de su espíritu.
John Keats (1795-1821) perteneció a una de las corrientes del romanticismo, aquel movimiento literario que reunió a los poetas ingleses William Wordsworth, Coleridge, Lord Byron y Percy Bysshe Shelley. Exaltadores de lo sublime, enemigos de la razón, creían en la comunión entre el hombre y la naturaleza. A pesar de su condición humilde pudo recibir una educación liberal para la época: no era castigado a golpes en caso de cometer errores. Keats, quien siempre fue un alumno brillante, abandonó su prometedora carrera como médico y se dedicó a escribir, así como también a padecer miserias económicas y profesionales. Además de la tibia recepción que tuvo su obra, fue incluido, de modo despectivo, dentro de aquel grupo denominado “Cockney Romantics”, un epíteto que se refería a una creación de carácter urbano, a una moral cuestionable, y en particular a su baja condición social.
Contempla hoy entretenido el espectador del siglo XXI la serie Bridgerton, basada en las novelas de Julia Quinn, ambientadas en la época de la Regencia. Pero Keats, contemporáneo a ese periodo, sufría estas convenciones. Padeció las limitaciones que le imponía su baja condición social. Jane Campion realizó una bellísima película, Bright Star (2009), en la que recrea la gran pasión del poeta, interpretado por Ben Whishaw (ganador del Globo de Oro por A Very British Scandal) con su vecina Fanny Brawne. La correspondencia entre ambos, que se hizo pública algunos años después y escandalizó a los puritanos, aún se conserva.
Nuestra parte de noche (Anagrama), de Mariana Enriquez, la novela ganadora de la última edición del Premio Herralde, cincela a un personaje, Juan, amante de la poesía. Es Keats, entre todos los bardos, el preferido de esta criatura de existencia tortuosa que no teme a la muerte, sino que la doma y la enfrenta con su don y poder, así como el poeta inglés la miraba de frente con sus versos melancólicos. Es posible incluso trazar algún paralelo, una lectura entre ambas obras, un puente entre Juan Peterson y John Keats. Ambos provienen de un origen social humilde y, por diversas razones, aún siendo niños –John/Juan– quedan al cuidado de un doctor prestigioso (Bradford/Hammond) que les brinda una sólida educación. Ambos también poseen una salud precaria que rondará que los debilita y les insume todo tipo de cuidados. Ermitaños, sienten a su vez una dependencia hacia su ser amado.
El 18 de septiembre de 1820, Keats partió con su amigo Joseph Severn hacia el puerto de Nápoles en el barco Maria Crowther. Allí confiaba su círculo íntimo, podría tener una mejor calidad de vida dado los estragos que le causaba una indómita tuberculosis. Sus amigos habían pagado los gastos del traslado y colaboraban con la manutención y estadía de esta gran promesa de la poesía. Posiblemente, el clima más benévolo ayudaría a su recuperación. El 15 de noviembre arribaron a la residencia que hoy alberga un museo y uno de los centros culturales más interesantes de la ciudad: Keats-Shelley House [también en honor de Percy Bysshe Shelley].
En plena Plaza de España, en Roma, se conserva una de las mayores bibliotecas de autores románticos, manuscritos y reliquias de este periodo. La Keats-Shelley House custodia entre sus tesoros el manuscrito de Jorge Luis Borges, con anotaciones en inglés y en español, de su famoso ensayo “El ruiseñor de Keats”. Aquí los homenajes por el bicentenario comenzaron de modo temprano, con conciertos de cámara. Además, el actor Julian Sands prestó su voz para la lectura de los poemas más exquisitos de Keats, así como también interpretó versos de Shelley, narrados desde las habitaciones de esta residencia romana. Sands explicó que, si bien había estudiado a estos dos románticos en la escuela, “no tenía la madurez suficiente para entender su madurez” y agrega: “Cuán modernos eran, cuán musculosos, la pasión, el vigor, la vitalidad, su profundo pensamiento en política y en filosofía”.
Giuseppe Albano, curador de la Keats-Shelley House, anticipó a LA NACION que a pesar de la incertidumbre que genera la pandemia decidió celebrar, virtualmente, y a su vez permitiendo el acceso a este homenaje a un amplio público, con el estreno de un nuevo video. Esta filmación que contiene, entre otros materiales, un tour virtual por la casa, está narrado por la voz de Bob Geldof. El músico impulsor del mítico concierto Live Aid (1985) es uno de los 200 embajadores, uno de las personalidades que representan el legado de Keats. Además, este año se lanzó el Premio “Writ in Water” que posee dos categorías, poesía y ensayo. Albano confía que, si la pandemia y sus consecuentes restricciones permiten una tregua, se realizará la exhibición Adonais: The Intertwining Legacies of Keats and Shelley, así como también una gala para los lectores más devotos llamada The Immortal Dinner 2021.
En Londres, en la Keats House (antes llamada Wentworth Place), también habrá homenajes. Esta residencia, construida en 1815 como una villa, fue una de las construcciones pioneras del hoy elegante barrio residencial de Hampstead (donde hoy se encuentra el metro Hampstead Heath), por entonces bohemio y suburbano. En esta residencia vivía, en un ala, la familia Dilke, mientras en otra ala el escritor Charles Brown, quien alquilaba algunas habitaciones al joven Keats. En esta residencia, donde se instaló Keats a fines de 1818, el bicentenario hace referencia al momento del arribo del poeta a estas instalaciones (y no a su muerte). Es posible pasear virtualmente por esta mansión.
También en Londres, e independiente de la Keats House, se erige la Keats Foundation que, consultada por LA NACION, aguarda el devenir de la pandemia y las restricciones para precisar la agenda de homenajes del bicentenario.
El canto de este ruiseñor sigue audible y sigue ofreciendo versos, como escribió Borges, “de inagotable e insaciable hermosura”.
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