¿Bertolt Brecht fue asesinado por la Stasi?
A medio siglo de la muerte del dramaturgo alemán, un diario berlinésrevela información según la cual el escritor, convertido en un ícono cultural comunista hacia el final de sus días, habría criticado duramente al régimen soviético. Entonces los servicios secretos lo habrían eliminado por medio de los médicos que lo trataban
Y ahora hasta la muerte de Bertolt Brecht, cincuenta años después, está por convertirse en un Kriminalroman , una novela amarilla policial y, al mismo tiempo, de espionaje en los tiempos de la Guerra Fría, todo sobre el fondo, naturalmente, de la ex Alemania Oriental. La trama, esencial y eficiente, tiene por protagonista a la Stasi, el temible servicio secreto comunista especializado, como la KGB, en llevar a buen término sus asesinatos "con el corazón ardiente, la mente fría y las manos limpias". El móvil: la necesidad de cerrarle la boca al célebre dramaturgo, también comunista, pero que un tiempo antes de su muerte se había vuelto desagradablemente crítico respectodel régimen. La circunstancia: el arresto de dos intelectuales muy próximos a Brecht, etiquetados como "contrarrevolucionarios" en homenaje a la acostumbrada jerga copiada de la "lengua de madera" de la obediencia soviética. La mécanica del delito fue tan simple como eficaz: curar de la peor manera posible la enfermedad cardíaca de Brecht, favorecer un infarto que lo habría abatido inexorablemente de seguir la terapia aconsejada, y así impedir una protesta contra la detención de los escritores amigos, es decir, un gesto que habría podido tener repercusiones propagandísticas desastrosas para el gobierno de Pankow.
¿Es todo cierto o todo hipotético? Lo cierto es que es que la novedad, una especie de bomba periodística, cuidadosamente preservada en secreto hasta el día del cincuentenario de la muerte de Brecht, el 14 de agosto último, la dio el diario Tagesspiegel de Berlín, que publicó la grabación de un discurso pronunciado ante los cuadros de la Stasi, el 1° de septiembre de 1956, por Erik Mielke, el hombre que estaba por asumir la dirección del servicio secreto y que habría permanecido en ella hasta la caída del Muro.
Ese día de septiembre, dos semanas después de la muerte de Brecht, Mielke habló larga e irónicamente de los disidentes y de aquellos que protestaban en Alemania Oriental contra las torturas de la policía. Entre éstos, precisamente Brecht, que -Mielke informó a sus oyentes- "quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Staatssicherheit"; es decir, la Stasi. Después de una pausa, cargada de significado, agregó: "Y después Brecht se murió de un infarto".
Lo que probablemente significaban esas palabras sibilinas lo reconstruyó el Tagesspiegel : los médicos que atendían al autor de Madre Coraje le prescribieron una dieta y un tratamiento inmunitario, que seguía un método superado ya en aquella época, en vez de suministrarle, como deberían haber hecho, una dosis elevada de antibióticos. ¿Ignorancia o connivencia con las órdenes superiores de la Stasi? Como en todo verdadero Kriminalroman , tampoco éste provee una respuesta absoluta, definitiva, sino más bien una serie de indicios. Entre los más sugestivos, está el hecho de que precisamente ese fatídico 14 de agosto de 1956 en el que Brecht murió, éste había planeado un viaje a Munich para hacerse tratar por un cardiólogo occidental. ¿Este habría sospechado algo en caso de haber revisado al escritor?
Ahora bien, mientras la Alemania oficial, por medio de la cancillera Angela Merkel, parece volver a adoptar al dramaturgo, pasando por encima de sus compromisos con el régimen comunista, la sombra del delito vuelve todavía más enigmático el perfil del dramaturgo y las situaciones de su fallecimiento. La hija de Brecht, Barbara, no cree en el complot, aunque admite los errores de los médicos respecto a los cuidados que le prodigaron a su padre. Pero el más grande experto en la obra de Brecht, Werner Hecht, declaró: "También yo habría supuesto que los comunistas debían de estar interesados en liberarse de un hombre que se había vuelto crítico respecto del régimen". Por su parte, el público alemán sigue amando La ópera de tres centavos y las otras obras de Brecht, pero no la ideología a la sombra de la cual fueron concebidas.
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