Berlín-Buenos Aires: dos amigas y una correspondencia nocturna con los ojos vendados
La artista de Mondongo Juliana Laffitte y la cineasta Albertina Carri pasaron la pandemia intercambiando dibujos por poemas reunidos en un libro que se presenta mañana
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En el barrio de Saavedra, de noche, Juliana Laffitte -artista plástica integrante del grupo Mondongo- busca un viejo cuaderno y un lápiz. Se venda los ojos y deja, a ciegas, que de su mano salga el retrato de un desconocido. Cuando siente que terminó, suelta el lápiz, se descubre. Saca una foto y le manda el dibujo a su amiga Albertina Carri, la prestigiosa cineasta argentina que, en Berlín, toma una hoja en blanco y deja que broten las palabras frente a la imagen. Así, en meses de cuarentena, con varios miles de kilómetros de distancia y de extrañarse, las amigas que llevan veinte años de complicidad se encuentran en este juego de mediums, a la hora de las brujas: una corporiza un fantasma, la otra lo descifra.
Las dos atraviesan días productivos, con películas, libros y muestras en camino. Pero ese ejercicio les resultó vital: “El desasosiego se nos diluía en un extraño entusiasmo”, escriben en el prólogo. Cuando dijeron basta, convirtieron esas páginas en un libro, Retratos ciegos (Mansalva), que reúne más de 70 pares de dibujos y poemas.
Surgió porque necesitaban una forma de vincularse que no implicara hablar todo el tiempo, como exige la etiqueta de las videollamadas. Ya habían estado discutiendo sobre las recetas de Leonardo Da Vinci, que si el cine de Fellini o Pasolini, y Laffitte le leía páginas del El Libro del desasosiego de Pessoa como si se tratase del I Ching o una especie de tarot, porque es su libro de cabecera. Pero cuando comenzaron con este cadáver exquisito, el juego duró varios meses.
En los dibujos, hacia el final aparecen otros lápices, pero son siempre muy austeros, en páginas surcadas de renglones y accidentes, como una arruga. “Yo me quedaba algunas noches despierta, y en esa soledad empezaron a aparecer estos espectros –cuenta Laffitte–. Empecé a dibujar sin mirar la hoja, mirando un punto en la pared o tapándome los ojos, con el deseo de conectar con otras ánimas. Fue algo intuitivo, una necesidad que hoy veo muy saludable. Tenía en mente hacer retratos, pensaba en que apareciera algo con forma humana. Creo que tenía que ver con la necesidad de conectarme con gente, más allá del núcleo duro de la casa. Me regalaba la sorpresa de ver qué salía de mi ceguera voluntaria. Me generaba un entusiasmo extrañísimo”. Le mostró la primera sesión de dibujos a Carri y ella le propuso enseguida ponerlos en palabras. “Ella le terminaba de dar el soplo de personalidad. Se conectaba con cada dibujo”, cuenta.
Los poemas de Carri son los primeros que muestra, pero no los primeros que escribe. “Escribo desde muy chica. Pero nunca había publicado y no estaba en mis planes”, dice. Su único título antes de éste es Los Rubios: Cartografía de una película, que reúne los textos que derivaron en el guion de uno de sus largometrajes más celebrados. Para Carri las películas son textos audiovisuales: “En realidad, yo quería ser poeta. Llegué al cine a través de la escritura. Creo que se puede ver en mi cine la influencia de la literatura. Estudié guion para aprender a escribir en otro formato. Después empecé a trabajar en cámara y me di cuenta de que podía ser una forma de escritura, y así fue que terminé dirigiendo”.
Este grupo de versos surge a borbotones cuando mira los retratos hechos a tientas. Tenés una espalda de ángel / una mirada de animal asustado / unos brazos de soldado retirado / una boca de víbora hambrienta / unos tentáculos de acero / los pies del gigante de un cuento. “Nuestro acuerdo tácito era que no podía saber en qué pensaba Juliana cuando hacía el dibujo y yo invocaba mis propios personajes y recuerdos”.
Lo que viene
Carri lleva años trabajando en una novela que va a publicar Random a fin de este año, Acaso rugen las olas. “Es sobre la educación sentimental de una mujer de mi edad. Cómo se va modificando su mirada del mundo y cómo el mundo la va transformando a ella. Ese aprendizaje que se adquiere a través de la propia experiencia y desde la inocencia. Hay temas como la memoria, el cuerpo, la identidad y el territorio, que vengo trabajando de distintas formas. El libro condensa algo de todo eso”, adelanta. Estará en Berlín hasta octubre, mientras cursa una beca DAAD, del Servicio Alemán de Intercambio Académico, y trabaja en dos proyectos de película en proceso. Caigan las rosas blancas, una de ellas, se filmará el año que viene. “El título es un verso de Gérard de Nerval. Mi película anterior, Las hijas del fuego, toma el título de una novela suya, y esta es una profundización en las cuestiones que planteaba sobre cuerpo, identidad, relaciones, vínculos, amor”, dice.
Está en Spotify otro juego epistolar del que Carri formó parte: durante siete días intercambió correos de voz con Esther Díaz en torno de la memoria, como parte del ciclo Correspondencia Abierta organizado por el CCK.
Los Mondongo están con el taller a toda marcha, en plena producción de una muestra de pinturas de plastilina en la galería Barro, de La Boca, que será en noviembre de 2021 o febrero de 2022, cinco años después de su última gran exposición en Buenos Aires con obras de esta técnica tan suya. “Estamos trabajando mucho con Manuel –Mendanha– haciendo una serie de cuadros circulares. Vamos a mostrar un retablo en el que trabajamos desde hace tres años y una serie de la cuarentena, que son los ojos de los amigos y de la gente cercana. Todo tiene que ver con la pandemia”, cuenta Juliana. Además, celebran que el Museo de Houston haya inaugurado su nuevo edificio con una muestra permanente que incluye dos obras suyas, un retablo y una de sus doce calaveras.
Retratos ciegos, que ya está en librerías, tendrá su lanzamiento oficial con una pieza de videoarte de la artista Lux Valladolid, mañana, a las 18, en el canal de YouTube de Fundación Andreani. A su término, Lux conversará con las autoras, Juliana desde su casa en Saavedra, y Albertina en Venecia. Un lanzamiento a distancia, creativo, virtual, amistoso y pandémico, como todo esto.