Benjamin Lacombe: “Nunca elijo el camino fácil porque me resulta aburrido”
El autor e ilustrador francés sorprende con un libro para pequeños lectores sobre los vínculos entre madre e hijos en la naturaleza
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Más tierno y luminoso que en sus libros anteriores, pero sin perder el sentido del humor en los textos e ilustraciones, el francés Benjamin Lacombe (París, 1982) sorprendió a sus seguidores con su obra más reciente, La mejor mamá del mundo (Lunwerg Editores). Realizado en conjunto con Sébastien Perez (Beauvais, 1975), su habitual partenaire creativo, con quien hizo álbumes maravillosos como Frida y Destinos perrunos, este trabajo rinde homenaje al universo de la maternidad y apunta a conmover a los lectores desde la ternura.
“¿Qué es una mamá? Es una pregunta bien sencilla para la que, sin embargo, hay tantas respuestas como formas de criar a un hijo”, plantean los autores en la introducción a un bellísimo catálogo de madres de distintas especies: está la mamá cierva, la mamá ave, la mamá cisne, la mamá pingüina y más, muchas más. Con textos breves y divertidos, cuentan qué tiene de particular cada mamá. En algunos casos, como el de la araña y el caballito de mar, las costumbres maternales son sorprendentes. Para los que quieran más información “seria” en el final hay un anexo con datos como cantidades de cría y tiempo de gestación. El libro, por supuesto, está dedicado a las madres de Benjamin y Sébastien.
“La idea fue mía y se la propuse a Sébastien. Trabajamos mucho porque tuvimos que investigar bastante sobre cada especie. Toda la información de los textos es real”, contó Lacombe a LA NACION desde París.
En mayo de 2017, la pareja creativa vino a Buenos Aires a presentar el álbum dedicado a Frida Kahlo en la Feria del Libro. Firmaron ejemplares en la librería Ateneo Gran Splendid durante varias horas. Quedaron sorprendidos por la cantidad de fans locales de sus libros.
-A diferencia de libros anteriores, más oscuros y con humor negro, como Destinos perrunos, este parece dirigido a lectores más pequeños. ¿Esa es la razón por la que resulta más conmovedor y luminoso?
-Es cierto que a primera vista parece un libro para lectores más jóvenes, pero en realidad no lo es. Cuando trabajo, no pienso en la edad de los lectores. Creo que los buenos libros no tienen fecha de vencimiento, como el yogur. Así que la razón por el que es más tierno es que está dedicado al vínculo entre madres e hijos y eso siempre conmueve.
-¿La idea surge de una experiencia personal con su madre, de observar madres cercanas, del deseo de tener un hijo o de todo eso junto?
-Tengo muchas amigas y amigos que han empezado a tener hijos y, al mismo tiempo, hay mucha gente que opina sobre cómo se debe criar a los hijos, si está bien que dos hombres o dos mujeres sean padres, qué es normal y qué “anormal”. Todo esto me hizo reflexionar sobre lo que es natural y lo que no lo es. En la naturaleza hay muchas clases distintas de maternidad y todos conviven sin problemas. Son lo que son y punto. Mi madre es psicóloga especializada en infancia y cuando le pregunté qué opinaba sobre estructura familiar necesaria para una buena crianza, me dijo: “Los chicos necesitan que exista un vínculo de amor y contención. Si se sienten amados y protegidos no importa en qué modelo de familia crecen”.
-En el libro aparecen algunas costumbres curiosas, como la del caballito de mar que tiene a su cría solo, sin pareja. ¿Cuál te sorprendió más y por qué? ¿Qué aprendiste de la relación entre madres e hijos en el mundo animal?
-Lo de las arañas es impactante porque le dan todo, literalmente, a las crías. Pero me produjo un shock saber que los bebés de tiburón se muerden entre sí ya desde adentro de la panza y, una vez que nacen, llegan a comerse entre ellos. Son pequeños psicópatas. Debe ser muy difícil criar hijos así.
-Los dibujos de sus libros anteriores también son más tenebrosos. En este caso, ¿le resultó más complejo encontrar el tono visual que transmita la dosis justa de ternura?
-Por supuesto que es un estilo buscado porque el libro trata sobre la maternidad y tenía que resultar tierno. Quería que la ternura fuera el primer sentimiento que aflorara al abrir el libro. Y lograr eso, cuando tienes que dibujar una araña, por ejemplo, no fue sencillo. En cuanto a la dificultad, cada libro es un desafío nuevo para mí. Y este también lo fue. Aprendí mucho porque todos son muy diferentes y además tuve que usar paleta de colores distintas, como me pasó con el libro sobre Frida Kahlo, en el que recurrí a los tonos que ella usaba. Nunca elijo el camino fácil porque me resulta aburrido. Además, no quiero aburrir a los lectores. Ya hice más de cuarenta libros y no quiero que todos sean iguales.
-¿Cómo te afectó la pandemia a nivel personal y creativo? ¿Pudiste trabajar en proyectos nuevos o el confinamiento te bloqueó?
-Hubo distintos momentos. Al principio, estaba muy asustado. Estuve los primeros diez días en shock, no pude hacer nada literalmente. Me la pasaba mirando las noticias, escuchando la cantidad de muertos diarios, todo eso. Después, decidí dejar de mirar televisión porque me estaba afectando mucho y me sumergí en mi trabajo. Pude explorar temas que hacía tiempo quería explorar: el antisemitismo, la naturaleza, la maternidad. Hice cuatro libros y uno es La mejor mamá del mundo. Además, avancé con un proyecto que tenía en mente hacía más de diez años. Es el primero que escribo solo en mucho tiempo. Desde el punto de vista artístico, no fue tan malo quedarme en casa porque necesitaba tiempo para trabajar en algunas ideas que tenía bloqueadas. Pero igual estoy deseando que la pandemia termine de una vez por todas.