Benjamin Lacombe: “Hans Christian Andersen no era en realidad el príncipe del cuento, era la Sirenita”
El prestigioso ilustrador francés se reencontró en la FIL de Buenos Aires con sus fanáticos; en su nuevo libro, propone una nueva mirada sobre el clásico del autor danés; hoy firma ejemplares y mañana dará una conferencia sobre el tema
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“El que no quiere ver simplemente no ve”, dice Benjamin Lacombe (París, 1982) muy convencido mientras dibuja con unos marcadores de tonos especiales que sacó de su cartuchera a la Sirenita, protagonista del cuento de Hans Christian Andersen, en la primera página del libro que incluye el final original descartado por el danés, una imagen del manuscrito tachado y una serie de cartas entre el autor y su amor prohibido, Edvard Collin. Esos textos personales, que integran la profusa correspondencia del escritor que conserva la Fundación Andersen en Odense (Dinamarca), revelan algo que, según Lacombe, nadie quiso ver a lo largo de la historia: la Sirenita no representa un personaje femenino que sufre por amor sino al propio Andersen. Es su alter ego.
“Es en las cartas de amor dirigidas por Andersen al joven Edvard donde se perfila la matriz metafórica de esta historia de amor contrariado, de cuerpo constreñido, de transformación y ambigüedad genérica”, escribe Lacombe en “Mi Sirenita”, prólogo del exquisito volumen publicado por Edelvives que acaba de llegar al país. Invitado a la Feria del Libro de Buenos Aires, el autor e ilustrador francés firmó ejemplares en el stand de Edelvives en dos jornadas (ayer y anteayer) durante más de tres horas cada día. La fila para esperar por su autógrafo (los 35 primeros se llevaron, también, un dibujo) comenzó al mediodía.
Hoy, Lacombe volverá a encontrarse con sus lectores en la librería El Ateneo Gran Splendid y mañana dará una conferencia en el auditorio de Malba sobre el origen de la historia de Andersen y el proceso creativo de su trabajo (ver aparte). En una laptop que lleva consigo guarda bocetos, originales y pruebas de color del libro, materiales que mostrará al público que asista a su conferencia. Forman parte de una muestra inaugurada en un castillo de un pueblo de Francia, donde el público también puede ver sus ilustraciones para la versión de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll, publicado por Edelvives.
Como en su visita de 2017, cuando presentó la biografía troquelada de Frida Kahlo, Lacombe está acompañado por el escritor Sébastien Perez (Beauvais, 1975), con quien forma una extraordinaria dupla creativa. Con ellos llegan al país otros dos libros de la colección Enciclopedia de seres mágicos de Edelvives, Las Brujas y Las Hadas, que dirige Lacombe. Juntos ya habían creado una joya para atesorar: Genealogía de una bruja, que tiene dos tomos y una edición de lujo con una caja para guardarlos; además de El herbario de las hadas y Destinos perrunos, entre otros libros.
El catálogo de hadas, con textos de Pérez y dibujos de Bluebirdy, reúne historias fantásticas a través del personaje de un niño. Allí están las hadas “buenas” al estilo de Campanita, de Peter Pan, y, también, hadas que generan alucinaciones como el hada verde o ajenjo. Hay hadas que provocan locura y hay otras, llamadas kappas, que son oriundas de Japón.
Después de versionar e ilustrar libros como El mago de Oz, de Lyman Frank Baum, y Bambi, de Felix Salten, Lacombe (que también dirige la colección de clásicos de la editorial española) eligió el célebre cuento de Andersen cuya trama lo fascinó desde siempre. Pero fue cuando vio la versión de Disney estrenada en 1989 que detectó cierta ambigüedad en algunos personajes como Sebastián, el cangrejo rosa amante de la ópera, y “referencias al ambiente queer underground neoyorquino”, como resalta en el prólogo.
La ambigüedad de la historia está reflejada en una paleta de colores diferente a los tonos que usa habitualmente. “Quise transmitir la sensación de estar bajo el mar con colores flúo que nunca uso, como el fucsia, y tuve que pedir tintas especiales para la impresión. Pasa del rosa furioso al violeta de la cola, que representa la transformación del cuerpo”, explicó a LA NACION.
–¿Cómo surgió tu Sirenita con estilo andrógino?
–Pasó mucho tiempo (unos diez años) hasta que se concretó el proyecto. Lo primero que hice fue investigar y documentarme y esa búsqueda me llevó hasta el final descartado y esta imagen del personaje. Pero como en Francia no encontré mucho material, le pedí al traductor Jean-Baptiste Coursaud, que habla danés, que viajara a Dinamarca a ver qué había en el archivo original. Allí, entre las más de treinta mil cartas que conservan, encontramos las cartas de amor de Andersen a Collin, que representan para mí la raíz metafórica de la historia. Ya no me quedaron dudas de que la Sirenita era Andersen. Con esa matriz creé el estilo del dibujo.
–¿Por qué decidiste incluir el final que Andersen había descartado?
–Siempre tuve la idea de trabajar con el texto original del manuscrito que dejó Andersen. Coursaud leyó en el archivo en Dinamarca unas cartas que intercambió Andersen con un crítico mientras escribía La Sirenita. Allí le decía que nunca se había sentido tan cerca de un personaje. Al mismo tiempo le escribía cartas de amor a Collin. En un mensaje le dice que lo más importante de la historia es lo que está tachado porque es lo que sale del corazón hacia la pluma. Y, como se puede ver en las últimas páginas del libro, lo que está tachado en la frase “En el otro mundo me reuniré con el príncipe, a quien le entregué todo mi amor” es la palabra ‘príncipe’. Quedaría “me reuniré con él”. Ese final, que Andersen decide sacar, es un final fuerte, decía mucho sobre el autor y por eso consideré que debía agregarlo, después del final elegido por él. No creo que Andersen se sintiera avergonzado por ese final, sino que revelaba mucho sobre él. En aquella época hablar de preferencia de género o transformaciones era impensable; ni siquiera existía la palabra homosexual. Pusimos ese final porque es clave para entender la historia. Ya en “El patito feo”, Andersen hablaba de un ser en un cuerpo que no es el que esperaba su familia. El tema está muy presente en sus textos y en sus cartas. No podíamos ignorarlo.
–Se puede entender que en aquella época se ocultara la orientación sexual, pero ¿por qué se mantuvo el secreto?
–Como Andersen era y es un autor transversal en el sentido que sus textos entran a todos los hogares (desde el más reaccionario al más abierto) siempre se mantuvo alejado ese tema personal. Nadie quiso “ensuciar” su figura pública. Creo que cuando hay voluntad de ser ciego nada te hace ver la realidad. Puedo entender que sea difícil acceder a ese manuscrito y a las cartas que están en Dinamarca. Pero lo que no puedo entender es que no se muestre lo que sí está escrito en el cuento: hay cosas que yo vi en la historia que no se dijeron en 180 años.
–¿Será porque se lo considera un autor para chicos? De hecho, el premio más importante de literatura infantil, el pequeño Nobel, lleva el nombre de Hans Christian Andersen.
–Sí, es probable. Otro escritor de referencia en la literatura infantil es Maurice Sendak, el autor de Donde viven los monstruos, que también era homosexual y lo ocultó hasta el final de su vida. Con respecto a la Sirenita, es un personaje que sufre, está dispuesta a sacrificar todo y a sentir dolor en pos de su transformación: la mutilan para que desaparezca la cola; las piernas que consigue no son gratis. Y lo primero que hace el príncipe cuando ella llega al palacio es vestirla de hombre. Eso está escrito y nadie lo ha resaltado jamás. Cuando uno no quiere ver, no ve. Un ejemplo: en vida, Andersen escribió más de treinta mil cartas; sobre este cuento, unas 400. Ninguna se ha publicado en inglés, francés ni español. Solo dos de esas 400 están dirigidas a la hermana de Collin, donde se muestra afectuoso, pero no son cartas de amor. Esas son las únicas cartas que fueron traducidas y hay recorrido el mundo entero. De hecho, dicen en Dinamarca que, si uno quiere poner un poco de pimienta en una cena, lo mejor es sacar el tema de la sexualidad de Andersen.
Para agendar
Hoy, de 18 a 21, Lacombe y Pérez firman ejemplares de sus libros en El Ateneo Gran Splendid (Av. Santa Fe 1860). Se entregarán números una hora antes.
Mañana, a las 12, Lacombe dicta la conferencia “El enigma del origen: La Sirenita”, en Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415). Como el cupo ya está completo, se transmitirá por streaming.