Podría lograr esta semana un récord para una obra occidental en esa región, luego de que una obra suya se rematara en 2017 por 110,5 millones de dólares
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“Mi novia viene a quedarse conmigo. Se llama Madonna y va a ser enorme”, le anunció sin dudar el artista veinteañero al célebre galerista que estaba por abrirle las puertas del mercado en Los Ángeles. La convicción del atractivo moreno de rastas que comenzaba a conquistar Nueva York venció las dudas del dueño de casa, Larry Gagosian, que accedió a alojarlos durante meses.
“Enorme” parece ahora una palabra menor para describir la huella que esa joven pareja dejaría -cada cual a su manera, y por distintos caminos- en la historia del arte popular. El sueño estaba por cumplirse en 1982, meses después de que Gagosian conociera a Jean-Michel Basquiat en la galería de Annina Nosei. Public Address se tituló aquella muestra colectiva que reunió también en el SoHo obras de Keith Haring, Barbara Kruger y Jenny Holzer. Ese mismo año Basquiat realizó allí su primera individual, y se convirtió en el artista más joven en participar de la Documenta de Kassel.
Hijo de inmigrantes afrocaribeños, Basquiat creció en Brooklyn pero se fue de casa cuando era un adolescente. Las calles de Manhattan se convirtieron en su hogar, y por lo tanto se apropió de sus muros: con su amigo Al Díaz comenzó a pintar grafitis firmados por SAMO, acrónimo de Same Old Shit (La misma mierda de siempre).
El texto y la imagen se unieron para siempre en su particular estética remixada, que logró insertar la crítica social como un gusano en el corazón de la Gran Manzana. Alimentada de ira “en un 80 por ciento”, su obra provocadora no tardó en llamar la atención de Andy Warhol. Y el Rey del Pop se ocupó del resto, a tal punto que una nota del New York Times llegó a describir a Basquiat como la “mascota” de Warhol. “Jean-Michel está intentando ser famoso muy rápido. Y si funciona, lo conseguirá”, escribió este último en su diario, el 11 de octubre de 1983.
Apenas cinco años más tarde, Basquiat moriría por sobredosis de heroína. Meses antes de cumplir los 28 y a casi tres décadas de que una pintura suya se rematara en Sotheby’s por 110,5 millones de dólares, récord para una obra de un artista estadounidense posterior a 1980. El año pasado se vendió por 15,1 millones un retrato parecido, que marcó otro récord para sus trabajos sobre papel. Y el martes Christie’s ofrecerá Warrior (Guerrero) en Hong Kong por un precio estimando entre 31 y 41 millones, el más alto para una pieza occidental subastada en Oriente. Las tres fueron realizadas en 1982, año clave en el que Basquiat soñó ser enorme junto a Warhol y Madonna.
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