¿Banksy se llama Hugo? El grafitero se haría pasar por un asistente para proteger su anonimato
Eso indican colegas argentinos que tuvieron acceso a su entorno; según ellos, el referente global del arte urbano “se reiría” de la muestra actual en La Rural
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El libro llamó su atención, entre los muchos de arte urbano que poblaban la biblioteca. Estaba dedicado al registro del uso del stencil a principios del milenio en Melbourne, Australia, y le pareció una buena forma de aprovechar el tiempo mientras esperaba que estuviera lista la paella. Pero mucho más que el contenido, lo sorprendió la dedicatoria: “Para Banksy, con cariño, gracias por venir. Te esperamos de vuelta”.
Las sospechas del argentino Federico Minuchin, del colectivo pionero Run Don’t Walk, ya habían comenzado al llegar a la modesta casa de su anfitrión: era un inglés llamado “Hugo”, que decía trabajar en la organización del festival Cans, impulsado en Londres en 2008 por el misterioso grafitero anónimo. Además del libro, tenía colgada una obra original de Banksy. Llegó hasta allí con Sam3, un grafitero español que supuestamente había conocido años antes a Banksy en Barcelona y se negaba a revelar su identidad.
“Hugo es Bansky. ¿Quién se llama Hugo en Inglaterra?”, pensó entonces Minuchin según reveló a LA NACION, días después de que se inaugurara en La Rural la muestra Banksy: ¿genio o vándalo? “No era Banksy –agrega de inmediato-. O sea que ese libro se lo habían dado a Banksy en persona, cuando estuvo en Australia. Y Banksy se lo habrá regalado a este muchacho, Hugo... El misterio sigue aún”.
Claro que no hay forma de saber si eso es lo que piensa realmente, o si está siendo fiel a los códigos que tienen entre ellos. “Gracias por escribir, pero no es cierto que lo conozco. Mucha suerte”, respondió Sam3 a través de su cuenta de Instagram (sam3.es). Aunque otra pista llegó a través del artista multidisciplinario argentino conocido como Tec, quien define a Banksy como “un genio” y dice admirarlo por haber logrado mantener el anonimato desde comienzos de los años ‘90: “Sé quién es y cómo trabaja, pero forma parte de la confianza entre colegas no develarlo -aclaró-. Solo te puedo decir que se hace pasar por un asistente”.
Esta versión, asegura, le llegó a través de Minuchin y de Mr. Brainwash, protagonista del documental Exit Through the Gift Shop. Dirigido por Banksy y estrenado en 2010, cuenta la historia de Thierry Guetta, un inmigrante francés radicado en Los Ángeles obsesionado con filmarlo todo, que cumplió un deseo de muchos: ganarse la confianza de Banksy y registrar con la cámara sus intervenciones urbanas.
Por supuesto que Mr. Brainwash estuvo presente en el Cans Festival –juego de palabras que alude al festival de cine en Cannes-, filmando lo que ocurría en el túnel londinense de Leake Street. Allí se reunieron durante una semana 39 artistas de todo el mundo, convocados por Banksy, que cubrió todos los gastos: desde los pasajes y el hotel, hasta los viáticos diarios.
“Fue el mejor festival que yo he presenciado en mi vida en cuanto a organización, a la forma de pensarlo y de realizarlo”, recuerda Minuchin. La invitación no le llegó de Banksy sino a través de Tristan Manco, un curador de Bristol que había publicado un libro con imágenes de su colectivo. Semanas después de su regreso a Buenos Aires, recibió otra sorpresa: una obra original sobre papel de Banksy, como forma de agradecimiento por haber participado.
“Fuimos con artistas de Colombia, Brasil, Francia, de todo el mundo. De la Argentina Invitaron a BSAS Stencil y a Run Don’t Walk, pero los chicos de BS AS Stencil no pudieron viajar. –agrega Minuchin-. A Banksy no lo conocimos en persona. Nos llevaban desde el hotel en una camioneta hasta el túnel al lado de la estación de trenes de Waterloo, a pintar, y cuando llegábamos ya había ‘Banksys’ pintados. El chiste era: ‘Banksy está por acá, entre nosotros. ¿Quién es?’ Todos pensábamos que era Mr. Brainwash, ese loco que estaba a full por todos lados... Hasta le pegaron un sticker en la espalda que decía: ‘I’m Banksy’”.
“Puedo confiar en él para todo, después de eso, él es mi chico”, dice sobre este último un Banksy encapuchado y con la voz distorsionada en Exit Through the Gift Shop. Se refiere a lo que ocurrió en 2006 en Disneyland, cuando la policía detuvo a Thierry Guetta filmando minutos después de que él instalara un detenido de Guantánamo falso junto a una montaña rusa del parque de diversiones de California. “Necesitaba confiar en alguien, se convirtió en mi amigo”, asegura el grafitero anónimo en el documental, disponible en YouTube.
Allí aparece también el testimonio de Steve Lazarides, autor del libro Banksy captured, que lo siguió de cerca durante más de una década y llegó a ser su manager, y cuyas fotografías se exhiben en la muestra de La Rural. “Puede ser”, responde Minuchin cuando se le pregunta si él podría ser Banksy. Aunque hay también otras teorías que apuntan al artista Robin Gunningham; a Remi Kabaka y Jamie Hewlett, vinculados con la banda británica virtual Gorillaz; a Robert Del Naja, líder de Massive Attack, e incluso a Neil Buchanan, conductor del programa Art Attack.
“Nadie sabe quién es... Entonces TODOS podemos ser Banksy”, dice a LA NACION Gonzalo Dobleg (alias GG), del colectivo BSAS Stencil, que asegura estar vinculado con Banksy desde comienzos del actual milenio. “En ese momento la comunidad de artistas era mucho más pequeña y estábamos más en contacto. Nuestro Disney War fue un boom dentro de la comunidad de arte urbano, y así nació amistad con él y con otros, como Blu –explica-. Cuando organizó el Cans Fest nos invitó, pero no pude viajar. Después nos pidió material fílmico de algunas de nuestras intervenciones callejeras, para la película Exit Through the Gift Shop. Mi opinión sobre él es de profundo respeto y admiración, me encanta que a través de los años pudo lograr un equilibrio entre dos cosas que muchas veces son antagónicas: vender y ser contestatario o crítico con el sistema. Lo de su identidad reservada me parece que le agrega un condimento especial al asunto”.
“No todos podemos ser Banksy porque somos del tercer mundo, es un producto 100% europeo –refuta Tec-. Así se construye el mito, me da igual quién es”. Y opina Minuchin: “Cualquiera puede ser Banksy, es verdad, y es un poco la gracia de no saber realmente su identidad. Pero no a cualquiera se le ocurren las ideas de Banksy, que expresan lo que mucha gente piensa. Yo creo fervientemente que es una sola persona el cerebro creador de todas estas ideas. Sí sé, y tengo certeza, de que labura con un grupo de gente”.
“Puede que haya un Banksy real pero ahora trabajan como equipo, está clarísimo”, coincide una fuente que prefiere el anonimato y habla en nombre del colectivo Hollywood In Cambodia desde su cuenta de Instagram (@hollywoodincambodia). También ellos, recuerda, participaron del Cans Festival. “Somos un centro de fomento al vandalismo, una entidad con muchas cabezas –explica-. Banksy es exactamente lo mismo para mí. Te lo digo porque allá en Londres conocimos a Pest Control, que es la agencia que certifica las obras de Banksy. Es un alto equipazo”.
“No me creo ninguna teoría: ni la que dice que es Robert Del Naja, ni la que dice que es un colectivo”, opina en tanto el mendocino Francisco González, residente en España, que viajó como representante de la productora Sold Out para asesorar en el montaje de la exposición en La Rural. “Son tantas las teorías...”, coincide Daniel Grinbank, pata local de la sociedad que produce esta muestra en la Argentina, y recuerda que Massive Attack “desmintió totalmente” cualquier vínculo con Banksy cuando él los trajo a Buenos Aires.
En lo que sí hay consenso, entre los artistas urbanos argentinos, es en el hecho de que las muestras “no autorizadas” como la que aloja actualmente La Rural –integrada por obras originales, entre las cuales predominan serigrafías aportadas por galerías y coleccionistas- contradicen el mensaje de Banksy respecto del consumo. “El público debe saber que ha habido una serie reciente de exhibiciones de Banksy, ninguna de las cuales es consensuada –se informa en su propio sitio, www.banksy.co.uk-. Han sido organizadas completamente sin el conocimiento o participación del artista. Por favor, trátelas en consecuencia”.
“Son muy criticados estos emprendimientos que el artista no aprueba”, observa Julian Manzelli, alias Chu, integrante del grupo Doma Collective y curador de la muestra actual vinculada con el arte urbano en Fundación Santander. Dice admirar a Banksy por haber logrado sostener su anonimato y lo considera como “el abanderado de uno de los movimientos artísticos más singulares de los últimos tiempos: la explosión del arte ligado al espacio público”. “Lo que él criticó en toda su obra –explica-, de golpe se le vuelve en contra: los avances del capitalismo extremo, y cómo todo se mercantiliza. Los propietarios de su obra empezaron a generar ese negocio con él”.
“Creo que la parte que me gusta del trabajo de Banksy es cuando su obra opera interpelando al mercado del arte –coincide desde Madrid Nicolás Romero Escalada (alias Ever), artista urbano argentino que participa de la muestra en Fundación Santander-. Siempre existió un paradigma sobre el valor de una obra que está en el espacio público y creo que él sabe jugar con esa problemática. Creo que él es más un artista performático, su obra pictórica tampoco me interesa tanto, su fuerte es el contexto del espacio donde lo hace.”
“Una entrada paga, como un espectáculo, como si fuera un circo... Me imagino que el tipo este se debe estar matando de risa”, opina por su parte Tester Mariano, artista que integró los colectivos Run Don’t Walk y Hollywood In Cambodia, y que admira a Banksy por “su lado punk y el mensaje que transmite con imágenes simples, directas”.
Gonzalo Dobleg coincide: “El arte urbano es para ver en estado natural; fuera de la calle pierde prácticamente su sentido, que es ser público, gratuito y sin sponsors -señala-. Cuando usan algo que vos creaste sin un fin comercial para rédito de otros te da un poco de bronca.... Igual, comercialmente Banksy no necesita nada, está hecho... Así que prefiero imaginármelo acostado sobre pilas de billetes, muerto de risa”.
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