Balance y deudas pendientes: la herencia que Pablo Avelluto le deja a Tristán Bauer
La nueva gestión del área, que recupera rango de ministerio, enfrentará reclamos del sector editorial y conflictos en el Teatro Cervantes y la Biblioteca Nacional
Tristán Bauer, el Ministro de Cultura designado por el presidente electo, Alberto Fernández, recibirá a partir del martes una secretaría que recupera el rango de ministerio, perdido en septiembre de 2018. Sin instancia formal de traspaso (al menos, pública), el secretario saliente, Pablo Avelluto, se despidió del cargo que asumió en diciembre de 2015 con una memoria de gestión titulada "La cultura que hicimos juntos". Bauer podrá contrastar el balance de Avelluto con un informe del área preparado por los equipos técnicos de Fernández, que refleja el estado de situación a diciembre de 2019 con datos aportados por trabajadores de la Secretaría.
El viernes, en el anuncio del gabinete, al nombrar a Bauer, Fernández declaró: "La cultura es muy importante para mí. Vamos a llevarla a cada rincón del país. Necesitamos de la cultura para calmar el espíritu".
El carácter federal de la política cultural es, justamente, uno de los puntos fuertes que destaca Avelluto en su memoria de gestión. "Cada una de nuestras políticas mantuvo un carácter federal y, al mismo tiempo, abierto al diálogo internacional. Nuestras marcas principales fueron el impulso a la economía creativa y la modernización y profesionalización de las instituciones culturales públicas. Todo ello, en el marco de una administración transparente dedicada a cuidar los recursos públicos que nos fueron confiados", dice el exsecretario de Cultura en la introducción del balance. El informe, al que se puede acceder desde el sitio web www.cultura.gob.ar, está centrado en la enumeración de los "hitos y logros principales" como el aumento de becas y fondos concursables, el desarrollo de programas de formación de gestores culturales y "el fomento a la música mediante el recientemente creado Instituto Nacional de la Música", entre otros puntos.
La Biblioteca Nacional y el Teatro Cervantes, que tienen capítulos especiales en el documento, aparecen mencionados en la introducción con una mirada optimista que omite los problemas actuales de cada institución. Dice Avelluto: "Nuestra querida Biblioteca Nacional Mariano Moreno vivió momentos de esplendor bajo la dirección, primero, del escritor y ensayista Alberto Manguel y, luego, de Elsa Barber, primera mujer y primera bibliotecaria a cargo de la institución. El Teatro Cervantes asistió a la mayor renovación de su historia, tanto en lo edilicio como en su programación bajo la dirección de Alejandro Tantanian".
Si bien la gestión de Tantanian al frente del Cervantes tuvo altísima calidad y el director y dramaturgo cuenta con el apoyo de la comunidad teatral y artística (desde Rafael Spregelburd hasta Nicola Constantino, por nombrar solo a dos de las figuras que firmaron una carta pública para pedir su continuidad en el cargo), diciembre encontró al teatro nacional paralizado por reclamos gremiales, un problema que se tratará en una mesa de negociación entre los dos sindicatos de empleados estatales y las autoridades. Habrá que esperar hasta que asuma Bauer para que el nuevo ministro defina si Tantanian continuará o no en la dirección del Cervantes y cómo se destrabará el conflicto con los empleados.
El clima en la Biblioteca Nacional podría definirse, según quienes asisten todos los días al edificio declarado recientemente monumento histórico nacional, como de "tensa calma". Por un lado, continúan las actividades planeadas para 2019: la semana pasada, por ejemplo, se inauguró la muestra "Vidas que cambian vidas: Mujeres notables en Iberoamérica" en la Plaza del Lector. Allí funciona a full el primer bar de gin tonic tirado, Invernadero, que ocupa el local que había quedado vacío después del cierre del café Macedonio. A fines de noviembre, la BN presentó la versión digital de la muestra "A todo Patoruzú", con la que la inauguró una sección permanente en el sitio web dedicada a exhibiciones digitales. Mientras tanto, los empleados de puestos directivos que asumieron con el gobierno de Mauricio Macri no tienen confirmada la continuidad. Y es por eso que todavía no hay noticias de la programación cultural para 2020.
Por otra parte, en una visita de LA NACION al edificio de México 564, donde Manguel inauguró el Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, se advirtió un panorama incierto: las obras de remodelación de la vieja sede de la BN, anunciadas oficialmente para el segundo semestre del año pasado, están paradas. Junto con la continuidad o no del actual equipo directivo de la biblioteca, Bauer también deberá resolver el destino del viejo edificio de la calle México, que comparte espacio con varios organismos estables sin sede propia.
Más allá de la partida presupuestaria que le corresponda al nuevo ministerio (todo indica que el presupuesto nacional para 2020 recién se trataría en el Congreso en marzo próximo), el cineasta recibirá otros asuntos pendientes: la crisis de la industria editorial es uno de los principales problemas a enfrentar. Según datos del último informe de producción y coyuntura del libro argentino de la Cámara Argentina del Libro (CAL), la producción editorial de 2019 cayó un 45% respecto de 2016. Esa caída es un reflejo de otra: la de las ventas de ejemplares, producto de la recesión económica. Hasta 2015, la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip) realizaba todos los años una compra centralizada de libros; el programa no funcionó durante los cuatro años del gobierno de Macri. Sin esa partida central, cada biblioteca compró en los últimos años lo que pudo; la mayor parte del aporte que reciben del Estado se destinan al pago de alquileres, servicios y sueldos.
En este marco, el proyecto de ley para la creación de un Instituto Nacional del Libro recibió dictamen favorable el mes pasado en la Comisión de Cultura de Diputados. Respaldado por el sector editorial y apoyado por autores y editores, el proyecto busca impulsar la creación literaria y promover la circulación federal de los libros y el acceso igualitario en todo el país. Al igual que otros institutos nacionales que dependen de Cultura, como el del Cine y el del Teatro, el del Libro recibiría el 2% del presupuesto del área, de acuerdo al proyecto de ley. De aprobarse, el Instituto Nacional del Libro será un organismo más en la grilla del ministerio, con una estructura integrada por un director ejecutivo, que estará acompañado por un directorio y una asamblea federal.
Entre los temas que el propio Avelluto reconoce como pendientes de su gestión figura la ampliación del Museo Nacional de Bellas Artes. "Necesitamos un museo más grande, con más metros. Estudiamos varias posibilidades, pero no lo logramos", declaró el secretario saliente a LA NACION a fines de octubre. Este año, el MNBA inauguró salas permanentes dedicadas al arte precolombino, que fueron financiadas en parte por la Asociación de Amigos del museo y en parte por el dinero de las entradas de la sala de muestras temporarias.
Para la puesta en valor del Palais de Glace, que debería reinaugurarse en 2020, la secretaría destinó $161.000.000, según consta en la memoria de gestión de Avelluto. Habrá que ver quién estará a cargo del Palais en esta nueva etapa y si mantendrá el perfil; una duda que también aplica para dos espacios culturales que hasta el 9 de diciembre dependen de la Sistema Federal de Medios Públicos pero que pasarían a Cultura: el predio ferial Tecnópolis y el codiciado CCK.