Balance de un año inolvidable: crisis, virtualidad y libros como refugio
En un año inusual en el que, desde el inicio de la pandemia, todo se redujo a la virtualidad hubo una gran cantidad de propuestas digitales de distinta clase y calidades ofrecidas por instituciones públicas y privadas, ferias y festivales. Desde marzo, cuando se impuso la cuarentena obligatoria en el país, la oferta de actividades a través de las pantallas se fue multiplicando a un nivel inédito. No todas funcionaron, es cierto, pero hubo muchas que lograron una excelente respuesta del público, que siguió las charlas en vivo, agotó cupos de talleres y clases y compró libros en las plataformas web de librerías y editoriales. El costado positivo del modo virtual fue la participación de figuras internacionales en encuentros literarios locales que, tal vez, no se hubieran podido concretar de manera presencial por los costos de pasajes y demás gastos en dólares. El lado B es la grave crisis económica que afecta al sector editorial desde antes de la era pandémica.
La primera gran suspensión de 2020 fue la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que provocó una enorme pérdida a libreros, editores y organizadores. Sin ese clásico canal de ventas, y con las librerías cerradas también durante largos meses, el sector quedó paralizado hasta que logró poner en marcha la oferta digital, que implica una logística de atención, cobro y distribución que no todos tenían organizada hasta el primer trimestre del año.
Con todo, en este contexto crítico hubo algunas sorpresas y excepciones. Si bien se publicó mucho menos de lo previsto y no hubo un supermegabestseller como fue en 2019 Sinceramente, de Cristina Fernández de Kirchner, fue un buen año para las traducciones de autores y autoras nacionales como Samanta Schweblin, Mariana Enriquez y Camila Sosa Villada, ganadora del premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. La escritora cordobesa fue reconocida por su exitosa novela Las malas, publicada por Tusquets en 2019, traducida a varios idiomas y en proceso de adaptación al formato de serie. Hasta noviembre pasado, Las malas se ubicaba entre los diez libros más leídos del grupo Planeta. Con 25.907 ejemplares vendidos, ocupa el sexto puesto de la editorial, debajo de La traición, de Jorge Fernández Díaz (28.113 ejemplares) y encima de Néstor. El hombre que cambio todo, de Jorge Devoto, que vendió unos 23.576 libros. En todos los casos faltan aún las cifras de diciembre, mes que suele repuntar por los regalos para las fiestas y las vacaciones. Pero, como todo en 2020, ese escenario también es incierto.
Más allá de la polémica desatada a mediados de año cuando Enriquez, directora del área de Letras del Fondo Nacional de las Artes, anunció que el tradicional concurso literario del organismo se concentraría en el terror, lo fantástico y la ciencia ficción, la escritora logró reconocimientos importantes. En julio, ganó el Premio Celsius de la Semana Negra de Gijón por su libro Nuestra parte de la noche, que “aúna las mejores virtudes de la literatura gótica con la contemporánea”, según el fallo del jurado. Editado por Anagrama, encabeza el ranking de los más vendidos del año de la agencia Riverside. A fines de septiembre, recibió otro premio internacional: el de la Crítica, que concede desde 1956 la Asociación Española de Críticos Literarios a los libros de narrativa y poesía publicados en España durante el año anterior. Enriquez es la primera escritora argentina en merecer ese galardón en la categoría Español.
Schweblin, por su parte, ganó en junio el Premio Mandarache de Jóvenes Lectores por su novela Kentukis. Este certamen literario tiene el mayor jurado del mundo: está integrado por 6 mil jóvenes de entre 12 y 30 años procedentes de tres Cartagenas: la española, la colombiana y la chilena.
Según Santiago Satz, gerente de Prensa de Planeta, uno de los títulos más vendidos fue Aramburu, de María O’Donnell, el primer libro físico que editó el grupo en medio de la pandemia. “Lo sacamos en mayo y fue la primera vez que hicimos una presentación para libreros de manera online. Lo mismo sucedió con los lectores: debutamos con María en vivo por Instagram. Conclusión: fue una enseñanza sobre cómo trabajar con los libros en medio de una cuarentena”, dijo a LA NACION.
Por el lado del grupo Penguin Random House, causó un gran revuelo Hermano, de Santiago O’Donnell (justamente, hermano de María), dedicado por Mariano Macri al ex presidente. Aunque la editorial no informó cifras exactas de ventas, el libro en el que el hermano menor de Mauricio hace importantes revelaciones de la esfera pública y privada figura entre los más vendidos de PRH. Dicen en los pasillos que el fenómeno mediático de Hermano obligó a Macri a postergar el lanzamiento de su propio libro para 2021.
Muertes y duelo
Además de la crisis socioeconómica, sanitaria y educativa, si hubo un tema (o noticia) que ocupó todas las pantallas a lo largo del año fue la cantidad de muertos provocados por el Covid-19. La muerte se instaló en los medios a diario y hubo cantidad de historias conmovedoras de hijos que no pudieron despedirse de sus padres, entre otras situaciones penosas. Nadie se anima a arriesgar si fue por eso, pero el libro El duelo, de Gabriel Rolón, batió récords de ventas con 40.101 ejemplares. Después de Aramburu, le siguen la novela romántica El alma de las flores, de Viviana Rivero (30.449 ejemplares) y otro libro de Rolón, El precio de la pasión (29.386 unidades).
Otra muerte, en este caso la de Quino, el 30 de septiembre, disparó las ventas de la antología Toda Mafalda y de otros libros del autor mendocino y salvó el año flaco de Ediciones de la Flor. En 2020, murieron también John Le Carré; Carlos Ruiz Zafón; Ernesto Cardenal; Rubém Fonseca; Luis Sepúlveda; Juan Marsé; Mary Higgins Clark; Albert Uderzo y Richard Corben, entre otras figuras. También, Carlos Regazzoni, Rosario Blefari y Gabo Ferro; los dos últimos a los 54 años.
Todo es historia
En 2020, con el doble aniversario de Manuel Belgrano (se cumplieron 250 años del nacimiento y 200 de su muerte), salieron biografías, cuentos para chicos, historietas y, también, novelas históricas. Una reciente, La reina. El gran sueño de Manuel Belgrano, de Gabriela Saidon, en menos de un mes vendió más de 1500 ejemplares. Y marcó un récord Florencia Canale, con La libertina, novela sobre Madame Périchon, una espía en el Virreinato del Río de la Plata: la primera edición se agotó a los pocos días.
En el terreno de la novela romántica, Florencia Bonelli, una de las autoras que más vende del grupo PRH, publicó este año La tía Cósima y arrasó en las librerías físicas y virtuales. Según Glenda Vieites, directora literaria de Penguin Random House, “el público lector se volcó a los clásicos, al fondo editorial y a los autores o temáticas muy atractivas. Se eligieron lecturas seguras, sin indagar en nuevos autores. Si bien hubo menos novedades, todos los títulos que sacamos reimprimieron y entraron en ranking. Las librerías independientes que supieron adaptarse a vender online han tenido un gran crecimiento. Las barriales, a las que se les puede pedir un libro por Whatsapp, fueron las grandes protagonistas en la etapa más dura de la pandemia. Fue un año de gran aprendizaje en el que tuvimos que adaptarnos como nunca. Creo que la pandemia desnudó ciertas tendencias del mercado que ya estaban presentes desde hace un par de años. El público lector argentino es muy exigente; en ese sentido, quizás el futuro será publicar menos y mejor”.
Publicar menor y mejor es lo que vienen haciendo las editoriales independientes hace rato. Y este año muchas lo supieron aprovechar con lanzamientos de títulos excepcionales. Corregidor, que cumplió cinco décadas de trayectoria, celebró el centenario de Clarice Lispector con ediciones que fueron las más vendidas de su catálogo: Felicidad clandestina, La hora de la estrella, Un aprendizaje o el libro de los placeres y Cerca del corazón salvaje. Vendieron también muy bien dos clásicos de Arturo Jauretche, El medio pelo en la sociedad argentina y Manual de zonceras argentinas; La morada imposible, de Susana Thénon, y Museo de la novela de la Eterna, de Macedonio Fernández.
Otro aniversario redondo fueron los 75 de Fondo de Cultura Económica en la Argentina, que lo celebró con ofertas de 75 libros de su catálogo, charlas virtuales y un recital de la mexicana Julieta Venegas vía streming.
Una buena noticia para un sello pequeño como Sigilo fue el éxito de Cometierra, de Dolores Reyes: vendió unos 12.000 ejemplares y fue traducida al italiano, francés e inglés. El libro más vendido de Fiordo fue Una guía sobre el arte de perderse, de Rebecca Solnit, con casi 5000 unidades. Este año, Mardulce publicó tres novedades; el más buscado fue Críticos, monstruos, fanáticos y otros ensayos literarios, de Cynthia Ozick. Es el cuarto libro de Ozick que publica la editorial. A Ediciones Godot, por su parte, le fue bien con la trilogía Beckett; Me acuerdo, de Martín Kohan y Mi abandono, de Peter Rock.
Festivales en las pantallas
Estas editoriales (y muchas otras de todo el país) participan todos los años de la Feria de Editores independientes (FED), que en 2020 tuvo que desarrollarse por primera vez en modo virtual. A diferencia de la Feria del Libro de Buenos Aires, que publicó en abril en su página un listado de librerías con servicio de delivery, los organizadores de la FED ofrecieron al público una plataforma digital única desde donde se podía acceder al sitio o las redes de cada sello. La compra se concretaba a través de una librería amiga: así, cada editorial tenía un “socio” distribuidor asignado previamente. En total, unas 28 mil personas visitaron la página de la FED (19.500 durante la feria y 8.600, los días previos) y se vendieron cerca de 8 mil libros.
El fin de semana extralargo del 8 de diciembre se realizó la primera feria del libro presencial de la pandemia, que cerró con buena respuesta del público: hubo unas 1500 personas por día y cada uno de los 41 puestos de editoriales y librerías vendió un promedio de 20 unidades diarias, con la excepción de la librería Otras Orillas, que vendió unos 55 ejemplares por día, y del sello La Mariposa y la Iguana, que vendió unos 45 libros en cada jornada.
Desde la apertura paulatina de la cuarentena, las actividades culturales volvieron en forma lenta y progresiva. El primer festival de arte que combinó lo digital con lo presencial fue Noviembre Electrónico, en el Centro Cultural San Martín, que programó exhibiciones y shows en vivo en la plaza seca. Lástima que coincidió con la muerte de Diego Maradona y el centro porteño fue un caos por el velatorio multitudinario.
La muerte de Maradona obligó a los organizadores del festival Basado en Hechos Reales a postergar una semana el encuentro virtual. Esa decisión, por un lado, les dio tiempo para organizar una mesa en homenaje al futbolista encabezada por Juan Villoro, que resultó una de las más exitosas. Pero, por otro lado, la charla con Emir Kusturica, que había sido registrada con anterioridad a lo de Maradona, quedó desactualizada: el director de cine, que filmó un documental sobre Diego hace unos años, grabó luego un video para despedirse de su ídolo y amigo. El hit de la cuarta edición del BHR fue el taller dictado por Enriquez, que fue transmitido en vivo y alcanzó una audiencia de 400 personas; el video ya tiene ahora más de 1700 visualizaciones.
Entre los festivales virtuales, el que ganó (y mucho) en audiencia e invitados fue el Filba, que este año se hizo junto con el Filbita: no solo porque se extendió a nueve días sino porque convocó a figuras como Vivian Gornick, Siri Hustvedt, Joyce Carol Oates, Jamaica Kincaid y Oliver Jeffers en una entrevista dibujada con Isol.
Premios a la poesía
Los premios literarios de 2020 reconocieron la poesía: a los 88 años, el español Francisco Brines ganó el Cervantes a mediados de noviembre. Antes, el chileno Raúl Zurita había sido reconocido con el Reina Sofía a la Poesía Iberoamericana y la estadounidense Louise Glück recibió el Nobel de Literatura. Glück protagonizó un escándalo mediático cuando se supo que, luego de ganar el Nobel, su agente (el estadounidense Andrew Wylie, apodado el “Chacal” por la prensa británica) había ofrecido los derechos a otras editoriales. A pesar de las quejas públicas de Manuel Borrás, editor de Pre-Textos, la obra pasó a Visor, otra editorial española. Fue el “pase” literario del año.
Otros reconocimientos literarios importantes recayeron en Anne Carson (Princesa de Asturias de las Letras); Hervé Le Tellier (Goncourt); Joyce Carol Oates (Premio Pepe Carvalho); Mario Vargas Llosa (Premio Umbral a la mejor novela de 2019); Antonio Muñoz Molina (Premio Médicis de novela extranjera); Isabel Allende (Premio Liber 2020 a la autora hispanoamericana más destacada; Yolanda Reyes (Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil); Cees Nooteboom (Formentor); y Marieke Lucas Rijneveld (Booker Internacional), entre otros.
Entre los autores argentinos, además de Sosa Villada y Enriquez, Perla Suez ganó el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por El país del diablo y Marcelo Luján, el Premio Internacional Ribera del Duero por los cuentos oscuros reunidos en el libro La claridad.
A fines de enero, cuando nadie (o casi) imaginaba el terrible escenario mundial que estaba por llegar, en el pequeño pueblo bonaerense de Ostende intelectuales argentinos y europeos debatían alrededor del eje “Ser viviente / estar vivo” en el ciclo La Noche de las Ideas. En la charla “Estar vivo y mantenerse vivo: la cuestión de la catástrofe”, el francés Florent Guénard, doctor en Filosofía y especialista en Filosofía Política, abordaba la pasividad de los gobiernos frente a los problemas socioambientales. Entre otras reflexiones dijo: “La catástrofe está anunciada y, sin embargo, parece como si estuviésemos luchando por asumir las dimensiones”. Menos de dos meses más tarde se declaraba oficialmente la pandemia por el nuevo coronavirus.
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