Balance de la feria Arco: buenas ventas, récord de visitantes y la mirada puesta en América Latina
El espacio consagrado a la región, con fuerte presencia de galerías argentinas, sobresalió en esa 42a edición que convocó en Madrid a más de 95.000 personas
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MADRID.- Una más y van 42 ediciones de Arco, que cerró ayer con récord de visitantes: más de 95.000 en esta primera edición post pandemia, bajo la dirección de Maribel López. La feria de Madrid ha mirado al Sur. “El Mediterráneo: un mar redondo” fue tema de reflexión y exhibición, recorriendo obras y mundos menos frecuentados con un montaje excepcional y la puesta en valor de galerías y piezas capitales como las de Jannis Kounellis.
Pero ha sido, sin duda, “Nunca lo mismo”, el espacio consagrado a América Latina, con curaduría de Mariano Mayer y Manuela Moscoso, el más promocionado a la hora de las declaraciones de las voces que cuentan.
En primer lugar, Maribel López le ha dado la mano al envío y a la fuerte presencia de galerías argentinas en un sector de alta visibilidad de los pabellones feriales. Opiniones de peso, como la de Patrizia Sandretto, una de las más notables coleccionistas de arte contemporáneo con base en Torino, consideran este giro al Sur como una gran oportunidad para el alto coleccionismo. Dicho con todas las letras, este potente giro toca el ala de Art Basel Miami Beach, que lleva veinte años fortaleciendo su lugar de punto de encuentro de los coleccionistas latinoamericanos, con la marca suiza en el Miami Convention Center.
Arco Madrid, como dice Sandretto, está más cerca de los coleccionistas europeos y, especialmente, de los latinos radicados en España, que cada día son más. Basta ver lo que sucede con los argentinos, un público potencial de más de 100.000 personas.
Cerró la feria con buenas ventas en las galerías argentinas con marcas anotadas por Rolf (fotos de Facundo de Zuviría), Herlitzka & Co (Anita Payró, Mirtha Dermisache y Herbert Rodríguez), Ruth Benzacar (Florencia Rodriguez Giles, Ana Gallardo, Sofía Durrieu), Hache (pinturas Florencia Böhtlingk), la debutante rosarina Diego Obligado (Andrea Ostera), Pasto, Constitución y, por fuera del circuito latino, la adquisición de una lindísima obra del geométrico Waldo Balart, concretada por la Fundación Aldo Rubino para Macba, en la galería de Guillermo de Osma.
Un histórico de ARCO, De Osma nunca se apartó de su gusto por la pintura, elegida con un cuidado por el ojo del refinado conocedor, de Torres García a Léger. Cree que el mercado de arte en España “es más chico que su economía”, que hay un relumbrón mediático por ciertos nombres de moda y menos conocimiento en el nuevo coleccionismo.
A propósito de coleccionismo, fue celebrado con una cena de gala en la que Patricia y Juan Vergez recibieron el Premio ARCO, por una colección “museable”, que comenzaron siendo muy jóvenes guiados nada menos que por Ruth Benzacar.
Con la recaudación de la gala (800 euros el cubierto) ARCO compró, entre otras obras, una escultura de Diego Bianchi, que ha sido “el elegido” de los últimos años en circuitos expositivos como Matadero y el museo Centro de Arte Dos de Mayo, de Móstoles.
Una performance notable registró en ARCO42 el uruguayo Piero Atchugarry, que tiene galerías en Garzón y en Miami. Vendió una caja lindísima y mágica de Adam Jeppesen, y una sensual escultura Anne Cecile Surga, entre otras piezas.
Ha vuelto con fuerza la pintura y es el turno de los españoles Tàpies, Uslé, Canogar, Juan Genovés, Fernando Zóbel, Saura y Ricardo Macarrón, retratista real; pintor de la corte de los borbones, desde que en 1967 pintara en Lausanne (Suiza) a la reina Victoria Eugenia, más los retratos de Emilio Botín y de los barones Thyssen-Bornemisza, que están en el hall del museo madrileño.
Mención aparte para Juan Muñoz, un artista para recordar. Murió demasiado joven, a los 48 años, cuando había encontrado en esas multitudes y en esos dúos sonrientes un lenguaje para explorar. Es el elegido de los creadores y tiene su muestra en Alcalá 31, curada por Manuel Segade.
Imperdible en este Madrid, que pasó del clima primaveral al bajo cero invernal, es el premio adicional de ver la obra de Lucian Freud en el Thyssen. El pintor de la carne, del sexo, de la intimidad, del poder, de las figuras fuera del canon, el artista británico que rinde culto a la pintura, como materia única, “el ingrediente sin el cual la pintura no puede existir” (Freud dixit), esa sustancia que va del trazo gestual al empaste matérico. Freud es un pintor sin miedo y con riesgo.
En ARCO están las galerías históricas que asumen lo nuevo como propio y ellas son Helga de Alvear, Elba Benítez y Juana de Aizpuru, fundadora de Arco en el ‘82, en plena transición, cuando entendió que España necesitaba abrirse al mundo y conectar con la contemporaneidad. Esa llama, como su pelo rojo, sigue viva. Alli se detuvieron los reyes Felipe y Letizia en un cálido y prolongado saludo.
Por los pasillos de ARCO caminaron muchos argentinos. Entre otros, la primera dama, Fabiola Yáñez, Alec Oxenford, Hugo Sigman, Teresa Bulgheroni, Claudia Akian, Larisa Andreani, Eduardo Mallea, Cecilia Perazzo, Lucrecia Palacios, Maia Güemes, Joaquín Rodríguez, Marlise y Anibal Jozami, Diana Wechsler, Aldo Rubino, José Lorenzo, Frances Reynolds, Dominica Munro, Beltrán Gambier, Sheila Cremaschi, Juan y Patricia Vergez, Santiago Gasquet, Diego Bianchi, César Abelenda, Pela Herrero, Tomás Saraceno, Miguel Rothschild y los hermanos Levinas: Gabriel, Salo y Daniel.
Una fiesta madrileña que nuestros compatriotas celebran y nuestros galeristas conquistan.
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