Avanza la “desmaterialización” de Roberto Jacoby: subastará parte de su colección de arte argentino
El artista conceptual, que promovió la escena creativa contemporánea nacional y ahora interpreta sus propios temas musicales, rematará en Roldán sesenta de las 170 obras que compró o canjeó con colegas y amigos
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“Me voy desmaterializando de una manera rigurosa”, dice Roberto Jacoby con su característico humor. El artista conceptual no se refiere solo a su obra, que en los últimos años tomó un giro hacia el canto, ni a los proyectos colectivos que impulsó para darle visibilidad al arte contemporáneo argentino. Tomó ahora la decisión de desprenderse de gran parte de su colección de arte, sesenta de las 170 piezas que compró con muy buen ojo a artistas emergentes que devinieron consagrados, o que intercambió con sus colegas y amigos. Y le dará a cada autor el 3% de lo obtenido por la venta de cada obra.
Entre las que se subastarán el 22 de este mes en Roldán, donde se exhibirán desde el 16, se ofrecerá por ejemplo con una base de 20.000 dólares una de las primeras obras caligráficas de León Ferrari, ganador del León de Oro en la Bienal de Venecia. A comienzos de los años sesenta, cuando el artista todavía vivía de la ingeniería, le cedió ese dibujo realizado con lápices de colores y otros cinco en tinta sobre papel, que se arruinaron por la humedad. Cerca de 1970, Jacoby decidió entonces hacer un “Ferrari Remix” con los restos: cortó los fragmentos sin manchas de las piezas y los montó juntos en una composición propia, ahora valuada en 12.000 dólares.
Por esa época en que Jacoby recibió el regalo de Ferrari -a cuya obra dedicaría más tarde artículos en La Opinión, Crisis y ramona- conoció en el Bar Moderno a Pablo Suárez, con quien compartiría una gran amistad y varios proyectos hasta su muerte en 2006. Este último le regaló dos obras tituladas Los cisnes de Palermo, de 1990, una de las cuales se remata ahora. Otro lote imperdible es la primera obra vendida por Sergio Avello, fallecido en 2010, que Jacoby compró en la década de 1980 en un remate en el Taller La Zona, en el que Vivi Tellas ofició de martillera.
Unos años después conoció a Sergio De Loof, uno de los fundadores del emblemático bar Bolivia. “Jacoby funcionó como un nexo entre los 60 y las décadas del 80 y 90, manteniendo un vínculo fluido tanto con este grupo como con los artistas del Rojas”, dice el catálogo de esta subasta, que contó con la asesoría curatorial de Santiago Villanueva.
A fines de los 90, ya famoso por impulsar la estética under porteña, De Loof vivió varios meses en la casa de Jacoby. Le agradeció con tres fotografías intervenidas, que conforman también un lote de la subasta. Se rematará además una instalación realizada por él con marcos antiguos comprados en mercados de pulgas, adquirida por su amigo en 1999 cuando se exhibió en Belleza y Felicidad. A Fernanda Laguna, creadora de ese espacio de Almagro con Cecilia Pavón, le compró todas las obras exhibidas ese mismo año en una muestra colectiva en el Rojas.
“Decidí venderlas por dos motivos –explica Jacoby a LA NACION, después de haber mostrado varias de ellas en el museo Reina Sofía y en Fundación Proa-. Por un lado, empecé a sentir el peso de tener tantas obras en mi casa, en forma simultánea. Es mucha carga, muchos recuerdos, muchas personas que ya no están. Se vuelve pesado, intelectual y emocionalmente. Por otro lado, fui mirando más hacia la poesía y la canción: empecé a cantar”.
Tras haber lanzado Tócame el Rok (con sus letras interpretadas por otros artistas, para acompañar su retrospectiva en el Reina Sofía en 2012); Golosina Caníbal (2018) y Lastima (2022), junto a Nacho Marciano, una edición digital con sus canciones escritas para el grupo Virus interpretadas por él mismo acompañará en los próximos meses el lanzamiento de un libro que las compilará, editado por Planeta. Otro libro, sobre su muestra reciente en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson, se presentará el jueves próximo en el Puticlub. Y el 25 de mayo inaugurará una muestra antológica en el Museo Universitario del Chopo, en México, curada también por Villanueva.
Emprendimientos que se suman a una abrumadora lista en la larga carrera de este artista y sociólogo de 78 años. Desde su participación en el grupo Arte de los Medios, Eduardo Costa y Raúl Escari, que proponía “la desmaterialización total de la obra de arte” desde el Instituto Torcuato Di Tella (1968), o Tucumán Arde (1968), obra colectiva que se consagró como uno de los ejemplos más destacados de arte político y de investigación de América Latina -el plan del proyecto por etapas se exhibe en Roldán, aunque no está a la venta-, hasta la creación de la plataforma Bola de Nieve (1998) y la revista ramona (2000), con Gustavo Bruzzone; el Centro de Investigaciones Artísticas (2009-2019), con Judi Wertheim y Graciela Hasper, y el Proyecto Venus (2001-2006), durante el crítico comienzo de este nuevo milenio.
Este último fue “una mezcla entre Segunda mano y Facebook, antes de que existiera Facebook”, dice Mariana “Kiwi” Sainz, esposa de Jacoby y entusiasta compañera de sus iniciativas, que se autodefine como “el disco rígido de Rober”. Consistía en un sitio web al que se entraba por recomendación. Al ingresar, se recibían a crédito 50 “venus” que podían canjearse por bienes y servicios disponibles en esa microsociedad utópica, colaborativa y autogestionada, de más de 600 artistas y no artistas, con su propia “moneda del deseo”.
“¡Siempre tengo un venus en la cartera!”, exclama Kiwi en referencia a esos billetes de papel, respaldados con fondos obtenidos en la Beca Guggenheim (2002), que también se ofrecerán en la subasta. Y agrega: “En Venus valía mucho la palabra: si habías ofrecido algo, tenías que cumplirlo”. “Podías pagar con Venus por ejemplo un viaje en taxi conducido por el artista urbano Oscar Brahim, o a un abogado que ofrecía tramitar la separación legal en el Vaticano –recuerda Jacoby-. Pero esa no fue una oferta exitosa, porque en Venus nadie se casaba”.
Ellos sí se casaron en diciembre de 1991, con una ceremonia judía, y celebraron después con una fiesta en El Dorado. Su amigo Alejandro Kuropatwa ofició de fotógrafo, testigo y rabino. Los tres conformaron un gran equipo creativo, que dio vida a producciones como Maresca se entrega a todo destino en la revista El Libertino –en la que también participaron De Loof y Avello- y a Fabulous Nobodies, una marca sin productos que publicaba sus avisos en revistas.
Fue también Kuropatwa quien retrató a la pareja besándose en la misma pose que Jacoby lo había hecho con su esposa anterior, Elsa Usandizaga. “Me enamoré de esa pareja cuando vi esa foto en Ruth Benzacar, en 1990. Yo trabajaba como cadete en el microcentro, e iba a almorzar a la galería porque había aire acondicionado. Después de que nos casamos, le pedí que nos hiciera la misma foto”. Esa obra, claro, se exhibe pero no se vende.
Para agendar:
Subasta de parte de la colección de Roberto Jacoby, el 22 de marzo a las 19.30 en Roldán (Juncal 743). Exposición desde el 16 de marzo, de lunes a viernes de 10 a 19; sábado y domingo, de 15 a 20. Entrada gratis
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