Autorretrato científico
Las memorias de la centenaria neuróloga italiana Rita Levi-Montalcini, Premio Nobel de Medicina en 1986,narran con sencillez una vida en realidad ejemplar
La bióloga argentina Eugenia Sacerdote de Lustig hablaba con admiración y cariño de su prima, Rita Levi-Montalcini, cuya autobiografía fue publicada al cumplirse veinticinco años del Premio Nobel de Medicina a la gran neuróloga italiana. "Rita es una personalidad genial -decía Lustig-, con una extraordinaria facilidad para la concentración y capaz de encontrar caminos que otros ni habían sospechado; es como una figura del Renacimiento?".
En estas memorias, Elogio de imperfección , Levi-Montalcini teje con frescura y sencillez un texto armonioso, llano y profundo a la vez, un mérito poco común. Ya centenaria, sin embargo los recuerdos de la autora sobre los años de infancia surgen con marcada nitidez: los miedos infantiles (temía a la oscuridad), sus vínculos con sus padres y hermanos, la toma de conciencia de que ser judía en Italia marcaba una diferencia, tanto como ser mujer en una época en que campeaba el dominio masculino. Cuando Rita se encontró con la duda acerca de qué responder a parientes y amigos cuando le preguntaban sobre su religión, su padre le dio la respuesta que para ella abrió un mundo: "Vosotros sois librepensadores, cuando cumpláis veintiún años y seáis mayores de edad, podréis decidir si seguir siéndolo o si convertiros al judaísmo o al catolicismo". Sin embargo, Levi-Montalcini confiesa que la religión siguió siendo un motivo de perplejidad durante toda su infancia.
De lo que no tuvo dudas al llegar la adolescencia fue de que no tenía disposición para ser esposa o madre, convicción que la acompañó toda su vida. Pronto advirtió que ser mujer era una enorme desventaja en esos primeros años del siglo XX para desarrollar una actividad que no fuera la asignada por la sociedad al sexo femenino. Pero ya en 1930 las costumbres sociales habían cambiado y Rita pudo entrar en la Facultad de Medicina de Turín, su ciudad natal. Allí comenzó su imparable carrera científica, que la llevaría al descubrimiento del llamado factor de crecimiento nervioso por el cual se le otorgó el Nobel. Durante los años del fascismo, la flamante neurocirujana instaló un laboratorio en su propia casa, puesto que las leyes raciales le impedían investigar en otros ámbitos. La autora narra con gracia y detalle lo que significó crear ese laboratorio en el espacio reducido de su dormitorio. Cuando los alemanes invadieron Italia, la vida clandestina la llevó a ejercer como médica en tiempos de guerra.
Al finalizar la contienda empezó una nueva etapa: se radicó en los Estados Unidos y volcó su energía a la investigación en la Universidad Washington, en Saint Louis, Missouri. Allí se acercó a los principales problemas de la neurobiología y allí realizó su fundamental descubrimiento.
Después de treinta años de trabajar en América del Norte, regresó a Italia, previos viajes por el Brasil, el Perú y Ecuador.
Uno de los rasgos más atractivos de este volumen es que Levi-Montalcini se mueve con especial facilidad entre los recuerdos y las anécdotas al razonamiento científico y la descripción de la actividad investigativa en neurociencias. De este modo, la obra adquiere un destacado relieve en ambos terrenos.
ELOGIO DE LA IMPERFECCION
Por Rita Levi-Montalcini
Tusquets
Trad.: Juan Manuel Salmerón
304 páginas
$ 120