Atrapante historia
EL HOMBRE DUPLICADO Por José Saramago-(Alfaguara)-Trad.: Pilar del Río-408 páginas-($ 29,50)
Una extraña coincidencia ha querido que El hombre duplicado apareciera al mismo tiempo que el anuncio de la primera clonación humana. Haya sido dicha noticia real o falsa, destacamos su curiosa simultaneidad con la publicación de esta ficción literaria cuyo tema es, precisamente, el de un hombre que descubre la existencia en la ciudad donde vive -una ciudad de cinco millones de habitantes- de otro ser igual a él. No un ser extraordinariamente parecido sino su copia exacta; alguien que, como lo comprobará más tarde, tiene también sus mismos años, las mismas marcas en el cuerpo y hasta idénticas huellas dactilares impresas en su documento de identidad.
El portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, ha contruido una historia que resulta atrapante desde el principio hasta el final del libro. Autor de una obra maestra, El Evangelio según Jesucristo , y de otras realmente notables como El año de la muerte de Ricardo Reis y Memorial del convento , nos ofrece con El hombre duplicado un nuevo testimonio de su singular capacidad creadora.
Tertuliano Máximo Afonso es un profesor de historia de 38 años, divorciado, que tiene una amante, María Paz, a la que lo une un sentimiento un tanto superficial. Hombre de costumbres rutinarias y tendencia depresiva, su vida monótona da un vuelco cuando un colega del Instituto, profesor de matemáticas, le recomienda ver una entretenida película clase B que Tertuliano alquila en una tienda de videos. Al proyectarla en el televisor descubre que uno de los actores secundarios es su vivo retrato. A partir de ese momento padece una suerte de pesadilla de ojos abiertos que incluye la trabajosa búsqueda y finalmente el encuentro con su doble, situación que se tornará cada vez más desagradable para ambos y en la que las respectivas mujeres juegan un decisivo papel.
Experimenta el protagonista no sólo estupefacción sino una incomodidad casi insoportable. ¿Cómo vivir desde ese momento su identidad? ¿Se trata de una mera coincidencia o de un caso teratológico, un error o una broma de la Naturaleza? ¿El caos es un orden por descifrar, como ha reflexionado su amante? En la página 83 Tertuliano pronuncia una frase que puede ser la clave de su desasosiego: "Sé quién soy pero no lo que soy".
El novelista maneja con mano habilísima y palabras justas la red de relaciones que van urdiendo la trama, así como los resortes de una intriga que se mantiene latente durante todo el relato, matizado éste con peripecias y episodios que se encabalgan en el transcurso de la acción sin que decaiga nunca el interés. Crea, al mismo tiempo, una atmósfera perturbadora mucho más próxima al género fantástico que a la intención crítica que podría haberse esperado de un autor ideológica y políticamente comprometido como es Saramago.
Es interesante señalar que el relator apela a modos narrativos que no son siempre los tradicionales. Además de reiterar, como en libros anteriores, una disposición tipográfica distinta para los diálogos -escritos a renglón seguido, sin guiones ni puntos y aparte- y de omitir los signos de interrogación y admiración, toma aquí distancia e interrumpe a veces el relato para discurrir, dirigiéndose en voz alta al lector, a ratos irónicamente, sobre las reacciones del protagonista. Inclusive se anima a divagar en algún momento acerca de las convenciones y recursos de la novela que está escribiendo, lo que de ninguna manera molesta; por el contrario, añade al texto una particular atracción. En este sentido, constituyen también una originalidad los conflictivos diálogos que mantiene Tertuliano con su sentido común, así como las ríspidas y tensas conversaciones entre los dos sosías.
El estilo de Saramago está hecho de sobriedad, precisión y, a la vez, de iluminadoras sutilezas verbales. Su prosa es fluida y tanto las descripciones como las elucubraciones sobre hechos objetivos y determinados comportamientos mentales o psíquicos de los personajes -lo que llama gestos y subgestos, tonos y subtonos- trasuntan la sabiduría y el oficio de un novelista en la madurez de su talento creador. Estas cualidades alcanzan su mayor brillo en las últimas páginas de la novela, donde se asiste a un desenlace tan sorprendente como revelador de una imaginación e ingenio poco comunes.
Tradujo del portugués la española Pilar del Río, esposa de José Saramago.
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