Atlas de Borges: la felicidad es frecuente
El sociólogo, periodista y vicepresidente de la Fundación Borges escribió el texto curatorial de la muestra que se está presentando en Roma y exhibe la faceta viajera del autor
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Las palabras de este título son de Borges, quien pudo vivir esa felicidad en sus viajes, relatados en su libro Atlas, en colaboración fotográfica con María Kodama.
La fotos de esas páginas nos muestran a un Borges feliz, y con muchas otras más se exhiben en una exposición de la Fundación Borges, de la cual soy curador, que este sábado se inaugura en el Palazzo Firenze en Roma, como parte del Congreso Internacional de la Sociedad Dante Alighieri.
Nos permiten descubrir un aspecto poco abordado del autor de “El aleph”, que conocen quienes lo han tratado de cerca y quienes han leído bien sus páginas.
En Atlas habla varias veces sobre este tema, se refiere a “la peculiar felicidad de un paseo en globo”, también dice que que ha pronunciado la palabra felicidad porque cree que es la más adecuada, y revela que todos sintieron una felicidad casi física, y que Ginebra le parece la ciudad más propicia a la felicidad, por ejemplo.
“Al cabo de los años he observado que la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso”, asegura en su último libro, Los conjurados. “No hay un instante que no pueda ser el cráter del Infierno, no hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso”, agrega.
“Yo prefiero ser feliz a ser desdichado”, me dijo en una entrevista que le hice para la revista Panorama en los años ‘70. Lo manifiesta también en “Elogio de la sombra”: “…en este mundo la belleza es común”.
En “Fragmentos de un Evangelio apócrifo” nos da claves para ser feliz, y también en “El poema de los dones”, en sus escritos sobre Oscar Wilde, por citar solo algunos textos.
Claro que en un momento él creyó que la felicidad era inalcanzable. Luego se dio cuenta de que puede ocurrirnos en cualquier momento, pero que nunca debemos buscarla, como advierte en “Un ensayo autobiográfico”.
Aunque “al cabo de los años, un hombre puede simular muchas cosas pero no la felicidad”, escribe en “La memoria de Shakespeare”. Borges no simula. Las fotos de esta muestra, que es un Atlas ampliado, dan testimonio de su condición.
Son fotos de viajes, parte de una colección, tomadas por María Kodama, que no era una profesional pero que amaba el arte de la fotografía y por eso siempre trataba de captar esa realidad que a veces asoma más allá de lo visible. Tampoco tenía cámaras profesionales, pero el testimonio que logró es revelador. Por eso, como el propio Borges narra en el prólogo de Atlas, recorrieron y saborearon muchas regiones, que sugirieron muchas fotografías y muchos textos.
Ahora, parafraseando a Borges, con esta muestra, compartimos con él y con María Kodama, con alegría y con asombro, el hallazgo de sonidos, de idiomas, de crepúsculos, de ciudades, de jardines y de personas, siempre distintas y únicas. Como las páginas de Atlas, queremos hacer monumentos de esa larga aventura que prosigue, eternamente.
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