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Atento caminante
Mingus o muerte
Por Rodolfo Edwards
En su nuevo libro, Rodolfo Edwards (Buenos Aires, 1962) nos pone en clima desde el título. Pero a no engañarse: la elección de Charles Mingus (el célebre contrabajista de jazz) es un desafío. ¿A quién se le puede ocurrir morir por Mingus? La respuesta tal vez sea "a un poeta", pero también puede sugerir que estos tiempos necesitan nuevos dilemas.
Integrante activo de la llamada "generación de los año 90", Edwards participó de revistas fundamentales para la época como 18 Whiskys , La Mineta y La Novia de Tyson . Publicó, entre otros, Culo criollo , ¡Vamos con esas imágenes! y Mosca blanca sobre oveja negra . Edwards es un observador de la ciudad, un caminante que se emociona con descubrimientos mínimos: un partido de fútbol visto desde la ventanilla de un colectivo, el empedrado de una calle de San Telmo, los protagonistas de un domingo de otoño en Parque Lezama. Aquello que en nuestra vida cotidiana pasa inadvertido, o que más bien termina en el territorio de lo trivial, Edwards lo percibe en un estado de alerta. Cualquier hecho puede motivarlo a escribir, la riqueza está en la mirada, en la manera de atrapar las imágenes. También destila cierta melancolía en poemas como "El tiempo acelera": "Pasado el mojón de los cuarenta/ el tiempo acelera/ la década bate récords de velocidad/ en olimpíadas secretas". Celebratoria y andariega, la poesía de Edwards juega a mirar con ojo atento. Hay mujeres suicidas salidas de una novela de Sabato, letras de canciones transfiguradas, jugadores de fútbol, músicos, guiños literarios. Hay palabras suaves e imágenes fuertes; preguntas que sugieren guiños cómplices: "¿quién no se emocionó a las tres de la matina/ ante la única luz encendida/ de un edificio de veinte pisos?"
Mingus o muerte es un álbum de instantáneas. Hay momentos de felicidad, de reflexión, de agradecimiento, de angustia; sus temas van desde Luchino Visconti hasta el fútbol callejero, con la incomparable sensación de andar por ahí, despreocupado, sin necesidad de elegir entre un extremo y otro.
Por Daniel Amiano
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