Ateneo Grand Splendid. El cine teatro que se convirtió en la librería más grande de Sudamérica
Hay dos tipos de librerías, pero a los dos se llaman de la misma manera y eso genera mucha confusión. Por un lado, las que venden útiles escolares o cosas por el estilo. Por otro, las que venden todo tipo de libros: novelas, catálogos de arte, crónicas de no ficción, literatura infantil. Existe un tercer tipo de librería: un universo paralelo donde miles de expresiones culturales suceden al mismo tiempo. El Ateneo Grand Splendid es de este tercer tipo, un lugar donde conviven muchas disciplinas artísticas a la vez, donde se puede encontrar un disco, un libro, una película o algo que directamente no estás buscando, y es a la vez un lugar imponente.
La librería histórica de la avenida Santa Fe cumple 20 años. Fue inaugurada el 4 de diciembre de 2000 en el cine teatro Grand Splendid, espacio que había sido epicentro de los años dorados del tango y también un emblemático cine y teatro.
Por el escenario del Grand Splendid pasaron Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Roberto Firpo. Incluso Firpo le dedicó la letra de una canción a este edificio que fue un emblema del mundo del espectáculo porteño. Entre otros hitos, supo exhibir la primera película sonora que se mostró en el país –en 1929, The Divine Lady, con Corinne Griffith– y puso en cartel obras de teatro que ahora son icónicas, como 40 quilates, con Mirtha Legrand y Arnaldo André, producida por Alejandro Romay y Daniel Tinayre.
El Grand Splendid también tuvo una radio (la también emblemática Radio Splendid, claro), que empezó a transmitir el 23 de mayo de 1923 desde el primer piso del edificio. Funcionó allí durante siete años y el 1° de octubre de 1929, Carlos Gardel cantó por primera vez en una radio desde ese primer piso. También hubo un estudio de grabación, instalado por uno de los grandes pioneros de las industrias culturales en el país, Max Glücksman, quien además organizaba los Concursos del Gran Splendid y fue el artífice de esta sala, entre otras.
Todo eso es historia grande, al igual que el destino que tuvo este edificio: se convirtió en la librería más grande de Sudamérica. Tiene unos dos mil metros cuadrados. Cada uno de sus cuatro pisos es un universo diferente: en el subsuelo hay libros infantiles, discos y películas; en la planta baja miles de libros de ficción y no ficción. En el primer piso, funcionan los palcos que hacen de sala de lectura y, además, los pasillos guardan libros técnicos y profesionales. Finalmente, en el último piso está el sector dedicado a la música clásica.
Este laberinto de libros, discos y otros miles de objetos supo estar cerrado durante años. Muchos de los teatros y cines que existieron en Buenos Aires, que tuvieron su auge en los años 40, desaparecieron con el correr de los años. Por ejemplo, casi no queda ninguna de las salas que había en la calle Lavalle. En solo cinco cuadras había 15 lugares distintos para ver películas o una obra de teatro o escuchar un concierto. Lo mismo ocurrió con las salas de la calle Suipacha (la única que sigue en pie ahora es un cine porno).
Al igual que esos espacios, el teatro Grand Splendid entró en la misma decadencia y el mismo derrotero que muchos teatros del microcentro porteño. El teatro dejó de funcionar apenas terminó la década del 80. Los años siguientes funcionó como cine, pero la programación terminó en 1999.
Mientras el lugar estaba cerrado –unos meses entre 1999 y 2000–, se discutió si se convertía en un garaje o en una sede de la iglesia del pare de sufrir o alguna de sus variantes que salen en la trasnoche de la televisión. Nada de eso ocurrió. El Grupo ILHSA –de capitales nacionales y propietario, además, de la cadena Yenny– decidió avanzar con un proyecto de puesta en valor del edificio: conservó la arquitectura original, pero sacó las butacas y llenó todo de bibliotecas y libros.
La obra de remodelación estuvo a cargo del arquitecto Fernando Manzone y requirió una inversión de 3 millones de dólares en el año 2000, con una crisis económica y política a la vuelta de la esquina. Manzone tardó solo dos meses en preparar todo el proyecto de remodelación. Después siguieron otros seis meses de obra y para fines de aquel año la librería ya estaba lista.
La obra de remodelación fue elogiada en varias oportunidades. En 2008, el medio inglés The Guardian la ubicó en el segundo puesto de las mejores librerías internacionales. Además, en 2019, la revista estadounidense National Geographic la nombró como "la librería la más linda del mundo".
Actualmente, esta librería que se creó en seis meses, guarda más de 200 mil libros, 10 mil películas y 25 mil discos. Donde estuvo el escenario hay una confitería. Ni un solo rincón del teatro se podía desperdiciar.
Hasta marzo de este año recibía unas 3 mil personas por día, incluyendo grupos de turistas y visitas de colegios. Además, se llevaban a cabo alrededor de 200 eventos al año: presentaciones y firmas de libros y discos, ciclos de conferencias, conciertos y actividades infantiles, entre otras.
La gente sí lee
Hay un mito que dice que la gente lee cada vez menos, que nadie compra libros. Esto es extraño y paradójico. Si las personas no leen, ¿por qué fueron best-sellers, por ejemplo, la saga de Harry Potter o Game of Thrones? Libros bastante extensos, con cientos o miles de páginas que siguen estando en los rankings de ventas. Si la gente "no lee" y "no compra libros", ¿por qué Buenos Aires fue, en 2015, la ciudad con más librerías activas del mundo? Mejor aún: ¿cómo hizo una librería gigante como El Ateneo Grand Splendid para sobrevivir 20 años?
Lo que cambia es cómo se consume. Según datos de un informe de la Cámara Argentina del Libro (CAL), la producción de libros digitales aumentó un 61% en los meses de marzo y abril, durante los primeros meses de cuarentena estricta, si se compara con el mismo periodo del año anterior. Así, de un promedio de 430 novedades mensuales en formato ebook, se pasó a más de 700.
Además, si se analizan únicamente los lanzamientos realizados por las editoriales consideradas "comerciales" este incremento alcanza el 147% de manera interanual, la más alta de los últimos años. En lo que va de 2020, la venta en formato digital superó a la venta de libros en papel. La gente lee, pero diferente.
En contraposición, la producción en papel cayó en lo que va del año, culpa del freno en las actividades que generó la llegada del Covid-19. El mismo informe de la CAL señala que este año la producción de libros en papel puede terminar con un saldo negativo que llega a los niveles de 2002: el bajo bajo de los últimos 20 años.
El arquitecto Fernando Manzone estuvo a cargo de la remodelación, que costó US$ 3 millones
A raíz de la pandemia, hasta El Ateneo tuvo que reinventarse. Aumentó su venta online y para festejar estos primeros 20 años, en tiempos de distanciamiento social, se realizaron una serie de acciones en redes sociales: a través de Facebook e Instagram hubo charlas, presentaciones y conferencias. Próximamente va a haber un ciclo de charlas en vivo por Instagram para homenajear a Stephen King, ícono de la literatura de terror.
Esta librería mantiene una relación muy profunda con la tradición, es decir, con el libro en papel. Todo está repleto de libros impresos. Pero, también es un espacio que entiende que a veces las reglas del juego cambian (sobre todo cuando llega una pandemia). Por eso no pasa nada si en vez de hablar de libros desde una de las salas del exteatro se hace desde un celular. No importa si hay que correr un riesgo e innovar para tener a la literatura cerca.
El éxito del riesgo
En el año 2000 la crisis económica, social y política ya se sentía. El gobierno de Fernando de la Rúa trataba de surfear en un mar convulso e inestable. A pesar del contexto, de la adversidad que había en la calle, Adolfo de Vincenzi, director general del Grupo Ilhsa, decidió correr el riesgo e invertir 3 millones de dólares en transformar un teatro cerrado en una librería.
"Aún hoy, 20 años después, cuando entro en El Ateneo Grand Splendid recuerdo el día que visité el cine teatro Grand Splendid y al prender las luces pensé que ese increíble lugar podría convertirse en una librería –recuerda De Vincenzi–. Nunca imaginé que iba a ser elegida como la librería más linda del mundo, pero sí en la mágica combinación de una librería con ese espacio lleno de historia y con tal riqueza arquitectónica".
La librería tiene una cúpula pintada por Nazareno Orlandi, de 20 metros de diámetro y pintada en 1919. Es una representación alegórica de la paz: ese mismo año había finalizado la Primera Guerra Mundial.
En una oportunidad, Ricardo Montaner tuvo una visita exclusiva a la librería para conocer el lugar. Estaba en Buenos Aires para presentar su libro en El Ateneo, por eso, a puertas cerradas y una hora antes de que se abra al público, el músico recorrió cada rincón de la librería para conocer su arquitectura. Después se sentó con toda su familia a desayunar en el bar que hay sobre el escenario y le invitó el desayuno a todos los empleados que estaban ahí.
Vincenzi cuenta que cuando veía la sala del Splendid con las luces apagadas, pensaba que era necesario "mostrárselo a todos con mucha luz para poder admirar todos sus rincones y que los libros fueran los dueños del lugar". Sobre la intención del proyecto que se originó hace 20 años, agrega: "Queríamos que las personas puedan tomar un café y hojear un libro, sentarme en un sillón y elegir entre varios libros o llevar a nuestros hijos y juntos disfrutar de la lectura".
Eso es exactamente lo que pasó. Durante dos décadas, las miles de personas que entraron en El Ateneo Grand Splendid no se limitaron a elegir un libro, hacer la fila en la caja, pagar e irse, sino que usaron la librería como biblioteca pública o simplemente como un café sentarse y leer el diario.
La historia que tiene este edificio convive con la que se va escribiendo. Si bien nadie se sube al escenario o nadie va a mirar una película, muchos artistas, escritores y escritoras, fueron hasta ese teatro convertido a dejar la huella de sus obras. En 20 años pasaron personalidades nacionales e internacionales para hacer de todo en ese lugar, desde Ernesto Sábato hasta Charly García, quien presentó su libro Líneas paralelas en 2013. Después de hacerlo, el sillón en el que se sentó devino objeto de deseo. Decenas de participantes de la presentación hacían fila para sacarse fotos en el mismo lugar de El Ateneo donde Charly había estado sentado.
En el medio, todo tipo de figuras, muy heterogéneas entre sí: Chayanne, Emmanuel Macron, Ricardo Montaner, Quino, Arturo Pérez Reverte y Claudia Piñeiro, por mencionar unas pocas.
No se puede pensar la historia cultural de esta ciudad sin hablar de El Ateneo Grand Splendid. Hoy, después de 20 años, es en un lugar donde las posibilidades de interacción con la cultura son casi infinitas.
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