Asumió en el Malba su primera directora artística, la venezolana Gabriela Rangel
Para la venezolana Gabriela Rangel (Caracas, 1963), ayer fue su primer día como directora artística del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Si bien su nombre fue anunciado en abril, la curadora entró en funciones ayer, en medio de una complicada coyuntura económica que, adelantó, la obligará a hacer algunos ajustes en sus proyectos internacionales para el museo porteño. Aunque aún no utiliza el "vos" al hablar, confiesa que se apropió del término "quilombo".
"Para llegar caminando al trabajo", como dice, se instaló en el coqueto barrio donde está ubicado el museo que este año cumple dieciocho años. Desde el alejamiento del español Agustín Pérez Rubio, que fue anunciado dos años atrás y se hizo efectivo en mayo de 2018, el Malba estuvo "acéfalo"; no obstante, siguió funcionando de manera habitual. Rangel, que es la primera mujer en ocupar el cargo de directora artística, destaca ese rasgo de la institución y lo atribuye a la adecuada formación de "cuadros profesionales". A partir de ayer, esos cuadros humanos son sus nuevos compañeros de trabajo.
Formada en Derecho y Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello, en su país, y en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba (donde trabó amistad con Marcos López y Cristina Civale), Rangel obtuvo una maestría en el Centro de Estudios Curatoriales de Bard College, en Nueva York. De 2004 a 2019, dirigió en esa ciudad el departamento de Artes Visuales de Americas Society, el programa de arte más antiguo dedicado a América Latina, donde organizó muestras sobre su compatriota Carlos Cruz-Diez, el tándem Jorge Luis Borges-Xul Solar, Gego y Alexander von Humboldt, entre muchos otros. "Ahora estoy feliz de volver a hablar en español", dice a LA NACION.
Su padre, Domingo Alberto Rangel, fue un político, periodista y escritor venezolano. Fundador en los años 60 del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, debió exiliarse por mucho tiempo (Rangel lo conoció a los cinco años). Es sobrina segunda, además, del gran escritor venezolano Mariano Picón Salas, autor de Los días de Cipriano Castro y Los malos salvajes. Civilización y política contemporáneas, que se publicó en Buenos Aires hace más cincuenta años. Rangel, que se entristece al hablar de la adversidad que enfrentan los venezolanos en su país natal, reside en Buenos Aires hace solo quince días. "Me siento fascinada por la vida cívica que hay en esta ciudad", señala.
Cambio de rumbo
Ella definirá el rumbo de la gestión del Malba en los próximos años. En principio, se dedicará a investigar y conocer mejor la escena local, a conversar con colegas y a visitar estudios de artistas. "El Malba es el único museo que se autoproclama latinoamericano y debe preservar esa identidad, que es problemática -dice-. Lo latinoamericano ya es un canon. Nos convertimos en canon a pesar nuestro".
En su opinión, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo Sívori y el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero se está haciendo un trabajo excepcional. "Por eso, debemos evitar organizar una serie de muestras parecidas", advierte. Para desmarcarse, la primera exposición ya anunciada, que dará inicio al calendario 2020 del Malba, será con obras de la artista mexicana Remedios Varo, al cuidado de Victoria Giraudo. Poco después, se sumará otra de la fotógrafa anarquista Kati Horna, nacida en Hungría y mexicana de adopción, que colaboró en revistas como Tierra y Libertad y Mujeres Libres, cuya obra ya fue abordada por Rangel en Americas Society en colaboración con el Archivo Privado de Fotografía y Gráfica Kati y José Horna. En México, casada con José Horna, la fotógrafa se hizo amiga de Varo, Leonora Carrington, Gunther Gerzo y otros artistas surrealistas y libertarios. En Buenos Aires, Varo y Horna volverán a encontrarse gracias a una misma médium.
Además, la curadora (que filmó documentales en sus años de formación en Cuba, publicó ensayos sobre arte y ahora escribe viñetas que dará a conocer en revistas literarias) promete trabajar con investigadores argentinos. Entre otras, abordará temáticas como la construcción de la masculinidad y seguirá las huellas de lo latinoamericano en proyectos internacionales, como el que llevó a cabo el artista estadounidense Robert Rauschenberg en la década de 1970. También se mostró entusiasmada por investigar el vínculo entre etnografía y arte en América Latina, que creció a la sombra de los modernismos.
Consultada acerca de la colección del Malba, Rangel encuentra sugerentes algunas "ausencias" en el discurso que le da unidad y sustento. "Sería interesante prestar mayor atención a los artistas de países vecinos y de América Central y el Caribe -remarca la directora artística, que desde ahora integra el comité artístico del museo-. No es posible, por ejemplo, pensar el arte actual sin las obras de Amalia Pica o del chileno Eugenio Dittborn". Como si en un acto de magia le hubiera leído la mente, Eduardo Costantini, fundador del Malba, acaba de comprar para su colección particular una de las pinturas aeropostales de Dittborn.