Restauraron con bacterias el mármol blanco de las esculturas de Miguel Ángel en Florencia
Manchas imposibles que afectaban las obras del maestro del Renacimiento de las famosas Capillas de los Médici, en Florencia, pudieron limpiarse con un gel a base de microorganismos que devoran la suciedad más duradera
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ROMA.- ¿Bacterias para restaurar y devolverle todo su esplendor a esculturas de mármol blanco de Michelangelo Buonarroti? Aunque parezca curioso, esto ocurrió en Florencia, Italia, en las famosas Capillas de los Médici del complejo de la Basílica de San Lorenzo, del centro histórico de la ciudad cuna del Renacimiento, en los momentos sin turistas que hubo gracias a los confinamientos.
Entonces, un grupo de restauradores, científicos e historiadores comenzó a limpiar allí manchas acumuladas con el correr de los siglos sobre los famosos mármoles realizados por Miguel Ángel. Manchas tan profundas y tan imposibles que ni siquiera habían podido ser removidas por tratamientos químicos, por lo que probaron con una solución biológica: un gel basado en una serie de bacterias capaces de devorar la suciedad más duradera y obstinada.
El experimento, considerado “top secret” por Daniela Manna, una de las restauradores involucradas en este proyecto, fue anticipado por un artículo de The New York Times que explicó que, en verdad, no es ninguna novedad el uso de microorganismos para limpiar y restaurar obras de arte. De hecho, ya ocurrió en el Duomo de Milán con una bacteria que se alimenta de azufre y en algunos monumentos de Pisa. El punto es que para los “capolavori” de Miguel Ángel se optó por una combinación de bacterias especial, al cabo de una rigurosa selección puesta a punto por la bióloga italiana Anna Rosa Sprocati, de la Agencia Nacional italiana para las nuevas tecnologías (ENEA). Se trata de microorganismos que por lo general se usan para descomponer el petróleo derivado de los derrames o para reducir la toxicidad de los metales pesados. Entre ellos, hay unos que pueden devorar también fosfatos, proteínas, pegamento, óleos, silicatos y otros compuestos.
Luego de una atenta selección, Sprocati y sus colegas identificaron ocho cepas que testearon sobre una pequeña tabla de mármol que se levanta entre la tumba del duque de Urbino y la Capilla de los Médici. Gracias a este test, se descubrió que la bacteria más idónea era la denominada Serratia ficaria SH7, que removió fácilmente una mancha que estaba allí desde hace siglos. Desde el 1600, de hecho, hay libros de historia que hablan de suciedad y manchas en la última vivienda de los Médici. Una de estas habría sido provocada por el entierro demasiado apurado de Alessandro de Médici, presunto hijo de Lorenzo de Medici, duque de Urbino, sin evisceración y por lo tanto culpable de la aparición de obstinados residuos orgánicos. De hecho, la exdirectora de las Capillas Mediceas, Monica Bietti, aseguró que el microorganismo de Serratia ficaria SH7 “ha comido Alessandro”.
Otro gel, basado en otras bacterias como la Pseudomonas stutzeri CONC11 y el Rhodococcus sp. ZCONT – aislados en una curtiembre de Nápoles y en un terreno contaminado por gasoil de Caserta-, removió, por otro lado, residuos de moho, pegamento y oleo de las partes más delicadas de las estatuas del sarcófago de Giuliano di Lorenzo, duque de Nemours. Allí se utilizaron cataplasmas de microgel de goma xantana, “un estabilizador a menudo presente en los dentífricos y en los cosméticos derivado de la bacteria Xanthomonas campestris”, escribió el NYT. Los detalles de esta extraordinaria restauración, que se realizó entre el final de 2019 y en el período siguiente al primer confinamiento que hubo en Italia, podrán leerse en un estudio científico que será revelado en las próximas semanas.
Consultada por LA NACION, la restauradora florentina Francesca Long, docente de Ciencias de la Conservación en la Universidad SUPSI de Mendrisio, Suiza, que conoce bien a los colegas involucrados en la iniciativa, destacó que “se trata de un ejemplo excelente de colaboración interdisciplinaria, porque en primer lugar un restaurador entendió el problema, que logró explicarle a un científico, que apareció sensible y experto en la materia”.
Long también resaltó que, más allá de la curiosidad que pudo despertar la difusión de este caso, el uso de microorganismos para la restauración, la biorestauración, “es un campo naciente que ya vio importantes aplicaciones sobre las pinturas murales del campo Santo de Pisa y en la lucha en contra de la sulfatación”.
“El excelente resultado de las Capillas de los Médici es el fruto de una nueva investigación y se merece mucha atención, porque se han alcanzado resultados que las técnicas tradicionales no habían logrado. Se trata de identificar el material para remover y exactamente las especies de bacterias que se alimentan de él, pero sin arruinar el material original, en este caso, las maravillosas obras en mármol del gran Michelangelo”, explicó.
Long subrayó, finalmente, que “este sistema de limpieza es un resultado más que importante también debido al potencial de aplicación sobre muchos otros objetos del patrimonio cultural italiano”. Aunque advirtió que “igual de importante será garantizar la manutención en el tiempo de estos monumentos con regulares controles, para evitar que vuelvan a crearse problemas ya resueltos”.
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