Arte y ciencia, una zona de fronteras cuyo motor impulsa la imaginación
Especialistas se reunieron en Bariloche para explorar el punto de encuentro de ambas actividades; crean una residencia para equipos que trabajen en el cruce de las dos disciplinas
BARILOCHE.- El fondo de montañas tapizadas de pinos y recortadas sobre un cielo azul límpido, la cubierta de pasto verde esmeralda y el agua transparente del Nahuel Huapi ofrecen un entorno paradisíaco, pero el grupo reunido en un hotel de esta ciudad observa la imagen de una estalagmita que se eleva en el interior de una cueva. La formación alargada y puntiaguda no es producto del lento goteo de agua carbonatada: es el disco duro de una computadora disuelto en ácido. "Las cuevas son archivos que guardan miles de años de registros geológicos -explica Charlotte Jarvis, docente del Royal College of Art y del Imperial College-. Aquí se hizo geología de la tecnología digital".
Para llamar la atención sobre la huella ecológica humana, el argentino Joaquín Fargas muestra molinos de viento en la Antártida. El título de su instalación: Don Quijote contra el cambio climático. "La lucha para preservar el planeta es una empresa que parece imposible, pero que tenemos que emprender", dice.
Dani Admiss, curadora e investigadora británica, muestra una gran cúpula plateada en el interior de la cual se proyecta lo que parece ser un cielo estrellado, pero que en realidad es la constelación de compañías que cotizan en la Bolsa de Valores de Londres. La que brilla con más intensidad es la que más operaciones está realizando.
A lo largo de tres jornadas, estos y otros ejemplos fueron la piedra de toque de un encuentro para explorar la confluencia entre arte y ciencia, un cruce de miradas que está despertando interés en el mundo.
El evento, llamado "H2O. Horizontes humanos en observación" y organizado por la Universidad de San Martín (Unsam), con la colaboración del British Council, la Fundación Invap, el Centro Cultural San Martín, la Fundación Williams y el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, entre otros, reunió por primera vez a artistas, científicos y gestores culturales de la Argentina, Gran Bretaña y América Latina para reflexionar sobre las relaciones de estas dos actividades y marcó la puesta en marcha del Centro de Investigación en Arte y Ciencia de la Unsam.
"Muchos colegas me preguntaron qué es el arte-ciencia -explica el físico Daniel de Florian, director del International Center for Advanced Studies (ICAS) de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la universidad e investigador del Conicet-. Muchos creen que se trata del biólogo que toca la guitarra o del sociólogo que pinta, cuando lo que buscamos no es el científico o el artista que realiza las dos actividades en paralelo, sino explorar qué sucede en la intersección de ambas".
Otros importantes centros científicos, como el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton o el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), están recorriendo este camino. Para el argentino Jorge Viñuales, titular de la Cátedra Harold Samuel de Derecho y Política Ambiental de la Universidad de Cambridge, el primer objetivo del vínculo arte-ciencia es la transmisión de conocimiento. La conexión es fundamental para que este no solo se dirija al intelecto, sino también a la emoción, y para facilitar "la comprensión de distintos problemas sin la mediación del lenguaje".
Pero a poco de analizarlo queda en claro que esto no carece de complejidad. "Hoy parecería que subyace la idea de que el arte no altera la ciencia, y su función es comentar, embellecer sus resultados y hacerlos accesibles a un público que no los comprende -destaca la historiadora del arte Laura Malosetti Costa, directora del Instituto de Arte de la Unsam e investigadora del Conicet-. La imaginación es el motor del arte y de la ciencia. Pero hay algo más: el arte tiene la posibilidad de transformar la ciencia por su capacidad de sensibilizar al científico respecto de su hacer y sus consecuencias".
Que el arte abreva en la ciencia es algo ampliamente aceptado. Lo que no queda claro es si lo contrario también es cierto. Admiss subraya: "No creo que el arte esté al servicio de la ciencia. Al contrario, debería ser su gemela traviesa, tendría que ser molesta y hacer todas las preguntas incómodas".
Junto con el Centro Cultural San Martín, la Unsam lanza este año el programa SM2 [al cuadrado], de colaboración entre científicos y artistas. La iniciativa cuenta con un presupuesto de $300.000 y con un máximo adjudicable por proyecto de $80.000. Los artistas seleccionados realizarán una residencia en el centro de investigación del científico propuesto. A su vez, el Centro Cultural San Martín brindará el espacio de montaje y equipamiento tecnológico para su exhibición.
Los ojos de la mente
También la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) incursiona en este terreno. En una singular coincidencia temporal, y en conjunto con Ars Electronica, el festival más grande del planeta en este tema, con base en Linz, Austria, acaba de crear una residencia internacional para equipos que trabajen en el cruce entre arte y neurociencia.
"Muntref Arte y Ciencia surgió de un proyecto que se inició alrededor de 2011 por la colaboración que teníamos con Mariano Sigman en neurociencia y arte -cuenta Mariano Sardón, físico de formación y actualmente director del posgrado en artes electrónicas de la Untref-. Se fue configurando un grupo de becarios de física y de artes electrónicas y eso fue generando un contexto en el que se dio cierta convivencia espontánea entre ambas. Habíamos encontrado una serie de preguntas en común que resolvíamos eventualmente desde el arte o desde la ciencia. En 2012, hicimos la primera muestra con la idea de generar un espacio que empezara a albergar otros proyectos similares a los nuestros".
Ahora, ambas instituciones están lanzando esta residencia que convoca a artistas y científicos de todo el planeta. "Somos los primeros que ofreceremos una residencia dentro de la red europea de inteligencia artificial -se entusiasma Sardón-. El llamado fue internacional y se financia con aportes de Ars Electronica. Buscamos proyectos científicos con interés en el campo del arte y viceversa. O artistas y científicos que vengan trabajando juntos. La residencia dura de tres a seis semanas y la segunda parte es en el Future Lab de Ars Electronica, en Linz".
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