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Mariano Sardón es un artista que trabaja en hacer visible lo invisible: mapear procesos cerebrales, graficar impulsos, poner en imágenes lo inconsciente. “El mundo va en un idea y vuelta de lo material a lo inmaterial. Cuando se usan herramientas digitales para diseñar se construye en un espacio sintético, que termina materializándose: es una materialidad trastocada. El mundo no es meramente empírico”, dice a LA NACION.
Junto con el neurocientífico Mariano Sigman, Sardón realiza desde hace tiempo una exploración artístico-científica de los caminos de la mirada, la lectura y la percepción visual. En 2016, en la muestra Salón de Lectura de la galería Ruth Benzacar, esculpieron en papel el recorrido de la mirada en la lectura, a la vez que transferían esos datos a dos robots que borraban o quemaban cadenas de letras leídas. La alianza de Sigman y Sardón, de más de una década, ha dado otros frutos como Morfologías de la mirada, de 2012, pieza en la que estudiaron a dónde se dirigía la vista de quienes observaban fotos. En una videoinstalación los espectadores podían ver cómo esa serie de retratos eran descubiertos por las miradas de muchas personas simultáneamente.
“Voy del algoritmo a la construcción de la imagen y me encuentro con el mundo visual. Es un terreno de experimentación, donde el arte permite agregar una dimensión de significación distinta a lo que ocurre en un laboratorio, que lleva a descubrir cosas tanto en la ciencia como en el arte: una especie de tercera entidad. El arte ensucia los procesos, los tuerce y aparecen nuevas preguntas”, señala Sardón. Es militante de un nuevo paradigma: “Esto interpela a todo aprendizaje, desafía a encontrar en el ámbito educativo cómo darle entidad a este tipo de pensamiento. Es un modo de ser en el mundo totalmente diferente”.
“Las intersecciones entre arte, ciencia y tecnología hacen estallar las concepciones modernas y nos empujan a revisar todas las categorías heredadas”, dice Jazmín Adler, investigadora que acaba de publicar En busca del eslabón perdido: arte y tecnología en la Argentina, una genealogía de estos cruces de disciplinas. “Estas prácticas escapan ampliamente a los paradigmas tradicionales, todavía fundados en una estética idealista sustentada en la idea de artista iluminado y en la noción de obra única, fija y estática”, explica.
A propósito del conocimiento, en los últimos meses se exhibió en Fundación Andreani Deep UnLearning, una instalación concebida junto con Sigman como un sistema de aprendizaje mediado entre máquinas, humanos y algoritmos que se comunican de forma no verbal. “Siempre me interesó materializar los procesos digitales de información que por su volumen y dinámica en el tiempo son inabordables a la dimensión humana. Cuando investigo en experimentos de laboratorio cuestiones relativas a la manera en que conocemos el mundo se pone de manifiesto todo lo que no sabemos y que nos excede”, señala el artista.
Ahora Sardón trabaja en una serie de videos e instalaciones con animación digital que abordan la durabilidad percibida del tiempo. Casi 1500 personas fueron invitadas a estimar la duración subjetiva de un minuto frente a un micrófono, un proyecto realizado a lo largo de tres años. Integrará la muestra Souffler, que trata sobre lo ausente, lo invisible, sobre el aire que se inspira y se exhala, e inaugura en marzo en Benzacar. Nuevos mundos por descubrir.
BIO. Mariano Sardón (Bahía Blanca, 1968) es un artista con formación en Física (UBA) y en artes en Akademie Für Bildende Kunst de Salzburgo y UCLA en California. Director de la licenciatura en Artes Electrónicas de la Universidad de Tres de Febrero, es uno de los creadores y mentores de la residencia del European ARTificial Intelligence Lab. Coordina el Museo de la Untref Centro de Arte y Ciencia. Obtuvo el premio ARCO/BEEP a las artes electrónicas de la Feria ARCO, Madrid, 2019.
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