Arte que ofrece abrigo: tejidos y bordados arropan el Malba este invierno
Prácticas textiles aún consideradas “menores” asumen rango artístico en el museo porteño, con obras realizadas por artistas paraguayos, peruanos y argentinos
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Si viajar se hace cada vez más difícil, por lo menos el Malba trae aire de otros países. Bordados, tejidos y tapices de artistas sudamericanos arropan las instalaciones del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), uno de los destinos imperdibles en vacaciones de invierno.
En Aó. Episodios textiles de las artes visuales en el Paraguay, al cuidado de Lía Colombino (directora del Museo de Arte Indígena del Museo del Barro, en Asunción), se exhiben dieciséis obras hechas entre 1993 y 2022. Diez artistas -los paraguayos Marcos Benítez, Félix Cardozo, Claudia Casarino, Osvaldo Salerno, Joaquín Sánchez, Feliciano Centurión, Arnaldo Cristaldo y Ricardo Migliorisi, y las argentinas Mónica Millán y Karina Yaluk- proponen relecturas de las tramas que urden la naturaleza, la cultura y la historia, y “desflecan” los límites entre artesanía y arte.
“Las labores del hilado, de la costura, del tejido, nos vienen de antiguo -sostiene Colombino-. A partir del neolítico, todas las culturas se han abocado a estas tareas para satisfacer diversas necesidades: abrigar, envolver, acarrear, cubrir, sujetar. El hilo encuentra una línea que resuelve su sentido en otro hilo con el cual se cruza, se imbrica, se entreteje”. Es la primera vez que en el Malba se convoca a artistas paraguayos para una muestra colectiva.
El hilo es la tinta con que se escriben obras textiles. Como prueba se expone El gran manto, monumental trabajo de doce metros de largo donde el artista y arquitecto Ricardo Migliorisi -prócer del arte paraguayo, que murió en junio de 2019- bordó frases de un texto suyo traducido a varios idiomas (esperanto, zulú, urdu, lituano y braille, entre otros) sobre gobelinos comprados en mercados de pulgas y unidos sobre un tejido de arpillera. En Wage die Stille (”Atrévete al silencio”, frase del filósofo alemán Martin Heidegger), Osvaldo Salerno borda en paños de entretela blanca -y en español y en guaraní- una línea de El fiscal, novela del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos: “Salí del encierro oliendo a intemperie”. Y en las frazadas de Feliciano Centurión -el único artista paraguayo cuyas obras integran la colección del Malba- conviven imágenes de animales poderosos con escritos tiernos. Las monocromáticas mantas de Félix Cardozo tienen bordadas la oración a santa Bárbara; en Piré (piel en guaraní), el tejido protege como un conjuro.
Otros artistas recurren al archivo visual historiográfico. En Descalzado, Arnaldo Cristaldo usa el ao po’í (un tipo de tejido) para bordar los escudos de Paraguay; el bordado, hecho en punto cadena, ha empezado a deshacerse para dar lugar a otros tejidos. Joaquín Sánchez, artista paraguayo que reside en Bolivia desde hace décadas, deshila las banderas paraguaya y boliviana para crear un solo ovillo donde los colores se fusionan. “El artista intenta unir dos territorios divididos políticamente a partir de la Guerra del Chaco y fundar en ese ovillo otra memoria”, señala la curadora.
De Sánchez también se presenta Sí, quería, un vestido de novia con un corazón hecho de ñandutí dentro de una caja de vidrio en la que -hasta que el público hizo reclamos en redes sociales- habitaban arañas que tejían sus propias telas (y que ahora se pasean por la Reserva Ecológica). La bioinstalación con críticas a las promesas del matrimonio fue criticada por defensores de otras formas de vida.
Aó es la palabra en guaraní que sirve para designar tanto la tela como el atuendo. La obra de Karina Yaluk (artista argentina que reside en Paraguay) está hecha con retazos de satén zurcidos e impresiones que pueden evocar tanto manchas de sangre como de sudor o comida. Sábanas, deshabillés y manteles pueden volverse mortajas. Otra argentina que participa de la muestra es Mónica Millán que presenta la serie Situación de estudio: El vértigo de lo lento, fruto de un proyecto realizado durante diez años en Yataity del Guairá, donde compartió jornadas de trabajo con hilanderas y bordadoras. En una de las obras, se rinde tributo a la maestra encajera Petrona Martínez.
La serie incluye objetos realizados en encaje yú y croché que recuerdan tanto el paisaje como el legado yataitino, donde el amor por el tejido se transmite de generación en generación de mujeres. Claudia Casarino se enfoca en el lugar subalterno que aún hoy ocupa el trabajo de las mujeres en varias sociedades (la de Paraguay, entre otros países). En la instalación Apyté aó se observa una ronda de vestidos fantasmales que se enrollan en la base; en Corollas, la artista agrega delicadas terminaciones hechas en ñandutí a pequeñas coronas hechas con bolsas de arpillera, como las que usan lavanderas y vendedoras ambulantes que llevan cestos en la cabeza.
Las delicadas obras de Marcos Benítez parecen provenir de un ritual que se extiende: abrazar árboles. En su caso, es la tela la que abraza ejemplares de especies típicas de Paraguay -algunas en peligro de extinción- como el palo rosa, el ybyra piriri guasu y el lapacho. Las obras se asemejan a segundas cortezas y también, melancólicamente, a sudarios. “Benítez alude a problemas clave del Paraguay que se remontan al siglo XX: la historia de la ocupación de tierras por parte de la sociedad nacional, el manejo del suelo con características de explotación extensiva y extractivista, la consecuente deforestación y la crisis climática”, indica la curadora.
En la Sala 1 del Malba se exhibe Tejer las piedras, una selección de obras de la limeña Ana Teresa Barboza, al cuidado de Verónica Rossi. “Sus obras despiertan el deseo de tocarlas y descubrir sus diferentes texturas: hilos de algodón, lanas, piedras, juncos -señala Rossi-. Sus colores, materiales y formas conversan con los textiles antiguos de la costa del Perú y narran la estrecha relación entre las comunidades locales y su entorno natural”.
Para la primera muestra individual de la artista peruana en la Argentina, se eligieron trabajos de dos series: Destejer la imagen, conjunto de piezas hechas con Rafael Freyre y un grupo de artesanos, y que incluye la obra interactiva Ecosistema del agua; y Detrás del textil, que agrupa tapices y bordados hechos con fotografías e hilos de lana teñidos con pigmentos de las plantas de los lugares “cartografiados” por Barboza. ¿El resultado? Coloridos mapas geológicos e hidrológicos, paisajes desbordados de hilos, inacabados y cambiantes, que seducen y a la vez alertan sobre la catástrofe comunitaria y ambiental en proceso, en la que no solo se pierden hábitats, sino también saberes y prácticas. Tejer las piedras se extiende hasta el 8 de agosto.
Para las vacaciones de invierno, el Malba programó una serie de actividades para chicos y grandes sobre las exposiciones actuales, incluida Yente-Del Prete. Vida venturosa, donde un hilo también es protagonista. Hay talleres de cestería y de teatro en la agenda disponible online.
Para agendar
Aó. Episodios textiles de las artes visuales en el Paraguay y Tejer las piedras en el Malba (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415). Entrada: $700. Estudiantes, docentes y jubilados acreditados: $350. Menores de 5 años, personas con discapacidad y socios de Malba Amigos: sin cargo.
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