Arte para vestir: un acuerdo entre Uniqlo y el Louvre para ponerse la camiseta
La tendencia de asociar marcas de ropa a colecciones de museos suma un nuevo caso; en la ecuación, las etiquetas ganan contenido y prestigio y los centros culturales, ingresos y nuevos públicos
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Más atractivos que una figura reconocida del jet set. Más populares que un influencer. Los diseños clásicos son la gran apuesta de una marca de indumentaria japonesa con sucursales en grandes capitales europeas y en varias ciudades de los Estados Unidos. La Gioconda, La Victoria de Samotracia, La bella jardinera, de Rafael, Deianira, según Guido Reni, y otros tesoros podrán lucirse en buzos, con o sin capucha, y camisetas de todos los colores. No es una novedad que icónicos diseños han sido reproducidos hasta el hartazgo, dentro y fuera de las tiendas oficiales de los museos, pero sí se impone como tendencia que las marcas chic apuesten por estas obras de arte para sus nuevas colecciones.
El Museo del Louvre ha anunciado un acuerdo de cuatro años con la marca Uniqlo, que, desde ayer, ofrece una colección de prendas con motivos de obras maestras de la colección. El objetivo es que parte de lo recaudado por la venta de estos productos sea destinado a garantizar, una vez por semana, en determinado horario, el acceso gratuito al museo. Los sábados al anochecer, desde las 18 hasta las 21.45, a partir de la primavera europea, los visitantes ingresarán sin pagar su entrada -los adultos pagan 17 euros- al museo que, por el momento, y dado el pico de contagios en Francia de la denominada “tercera ola” de Covid-19, permanece cerrado. Otro auspiciante estaba a cargo de este proyecto que busca ampliar el público tradicional del museo y la institución ha celebrado que en 2019, 160 mil personas acudieron a esta cita gratuita.
La colección de Uniqlo puede adquirirse en los locales así como también en la boutique del Louvre. El diseñador británico Peter Saville, creador de la imagen de bandas como Joy Division o New Order, firma esta colección con su estilo. A su vez, hay una línea especial que tienen como protagonistas figuras femeninas y que, como sostiene el comunicado de prensa, busca impulsar la diversidad. “Me siento honrado y feliz de poder asociarme al mundialmente reputado Museo del Louvre. Es un sueño hecho realidad”, dijo el CEO de la marca Tadashi Yanai. Esta empresa también ha auspiciado espacios de visitas gratuitas en el Tate Modern, en Londres y lo hace actualmente en el MoMA, de Nueva York [desde 2013 hasta el inicio de la pandemia, más de 3 millones de visitantes accedieron de modo gratuito al museo durante la franja auspiciada por la marca], y en el Museo de Arte Contemporáneo, de Barcelona. Esta institución dijo a LA NACION que estas ediciones junto a la firma japonesa que se traducen, gracias a este patrocinio, en 150 mil visitas, es un “éxito indiscutible”.
Entre otras alianzas entre arte y etiquetas de moda internacionales cabe recordar cuando Zara diseñó en 2019 una colección inspirada en cuadros del Museo del Prado para acompañar la celebración del bicentenario de la gran pinacoteca española. De este modo, podían adquirirse diseños de Las Meninas, de Velázquez o El emperador Carlos V con un perro, de Tiziano en sus locales durante 2019. Otro ejemplo es el caso de Swatch que ha tomado algunas inspiraciones de piezas del Rijksmuseum, de Amsterdam, para diseñar relojes, así como también del Museo Van Gogh. Este último también ha hecho acuerdos con Samsonite, para una línea de valijas.
Que el arte ha sido una influencia para la moda, no es novedad, pero cada vez es más notorio y visible este juego de suma positiva, donde ambos ganan. Quizá podría traducirse en prestigio para la marca que realiza la colección mientras que algún artista determinado –o sus herederos- pueden seducir nuevos públicos. Otro ejemplo reciente es el de Moschino, la marca que le rindió homenaje a Picasso en su última colección Primavera Verano 2020.
Los barbijos inspirados en célebres diseños fueron una de las novedades que en la pandemia poblaron las tiendas de los museos, que reaccionaron rápido a la oportunidad de ofrecer un bien indispensable e imprimirle su propio sello. Por ejemplo, el Reina Sofía, en Madrid, tiene una mascarilla inspirada en Mondrian, por 8,99 euros. Así, los museos intentan subsistir económicamente cuando el número de visitantes se ha derrumbado drásticamente, a la vez que lanzan estrategias para captar nuevos públicos y para difundir su colección más allá de sus muros.
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