Arte: Miami, puente cultural
La llamada "puerta de las Américas", por su ubicación estratégica, sumó un museo diseñado por Herzog & de Meuron que lleva el nombre de un argentino; durante Art Basel, la feria más importante del mundo, atrajo por primera vez galerías de Asia y presentó proyectos millonarios de los arquitectos más codiciados
Un pequeño sarape, típica prenda mexicana parecida al aguayo boliviano, cuelga de una pared del nuevo Pérez Art Museum Miami (PAMM). Del otro lado del enorme ventanal asoman los jardines colgantes diseñados por los arquitectos suizos Herzog & de Meuron, y un crucero cruza la bahía Biscayne para conectar esta ciudad estadounidense con el resto del mundo. De la humilde tela se desprende un hilo, que el artista Adrián Esparza transformó en una gigantesca composición geométrica. Despertar y asombro es el título de la obra, símbolo de la unión entre lo tradicional y lo contemporáneo y de los cambios recientes en la valoración el arte latinoamericano. En otra sala, unos metros más allá, el chino Ai Weiwei hace lo propio al exhibir en una retrospectiva jarrones de la dinastía Han cubiertos de pintura de colores.
No es casual que Esparza se cuente entre los artistas convocados por el argentino Jorge Pérez, principal mecenas del museo que lleva su nombre (ver aparte), para intervenir los lobbys de los edificios de Related, una de las principales desarrolladoras inmobiliarias de Estados Unidos. La sinergia entre arte, diseño y arquitectura se potencia al máximo en esta ciudad, renacida como puente cultural de las cenizas que dejó la crisis financiera de 2008, con proyectos de los codiciados Norman Foster, Rem Koolhaas, Zaha Hadid, César Pelli, Philippe Starck... y Lenny Kravitz.
Alan Faena y Eduardo Costantini están impulsando emprendimientos millonarios y se rumorea que en el renovado Design District, donde otro argentino –Daniel Maman– inauguró semanas atrás una sede de su galería, Louis Vuitton tendrá su propio hotel. Gracias a la visión del coleccionista Craig Robins, allí se concentrarán las marcas de lujo.
"El perfil de Miami cambió muchísimo en los últimos años. Antes venían los jubilados a morir", dice con marcado acento porteño Carlos Rosso, mano derecha de Pérez en Related, mientras almuerza langosta en Zuma, uno de los restaurants más chic de la ciudad. Justo enfrente, en el imponente edificio Icon Brickell desarrollado por la firma, una joven pareja disfruta del spa diseñado por Starck.
Este cambio se debe, en gran parte, a Art Basel. La imbatible feria suiza, con sede original en Basilea y expandida este año a Hong Kong, se sintió atraída por la ubicación estratégica de la llamada "puerta de las Américas". En su 12a edición en Miami Beach, la semana pasada, hizo colapsar avenidas y hoteles al reunir obras de unos 2000 artistas –de Picasso y Miró a Jeff Koons y Damien Hirst– de 258 galerías –incluidas las porteñas Ruth Benzacar, Jorge Mara-La Ruche e Ignacio Liprandi– de 31 países, sin contar la veintena de ferias paralelas que buscan aprovechar su fuerza centrífuga. Su director, Marc Spiegler, define Miami como un "cruce de caminos geográfico y cultural", al que este año llegaron por primera vez varias galerías de Asia.
"Acá hablamos todos los idiomas", señala Orly Benzacar, presente en Art Basel desde 2002, después de haberle vendido a Pérez dos obras de Carlos Huffmann para su colección corporativa. La galerista argentina, que participó también en cinco ediciones de la feria en Basilea, adelantó que desde ahora concentrará su inversión en Miami porque "el público es diferente: hay más latinos, otra energía, otro aire".
"Esta feria es fantástica no sólo por la calidad, sino también por el entusiasmo. Compran coleccionistas e instituciones que han descubierto el arte rioplatense. Llegó la hora del arte argentino", se anima a anunciar Jorge Mara, que vendió varias obras de Eduardo Stupía –una de ellas a la colección del J. P. Morgan– durante la primera hora de la feria. El artista ya está presente en las colecciones del Museo de Bellas Artes de Houston (MFAH) y del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Ese mismo entusiasmo demostró la artista británica Tracey Emin al comprar un departamento en esta ciudad, que visita varias veces al año y suele recorrer en bicicleta. Además de ser homenajeada en Art Basel, en estos días inauguró en el Museo de Arte Contemporáneo del Norte de Miami (MOCA) su primera exposición en un museo de Estados Unidos.
"Miami no tenía infraestructura. Ahora sí está preparada para recibir grandes muestras", observa Diego Costa Peuser, CEO de Arte al Día Internacional y director de la feria Pinta NY. Radicado en esta ciudad hace catorce años, cuando era "totalmente chata", la semana pasada contribuyó a recaudar casi 300.000 dólares en la subasta Artecho y convocó a la artista Luna Paiva para realizar una instalación en el hotel Raleigh, presentada con un espectáculo de doce nadadoras sincronizadas. Para los jubilados, Miami ya no es lo que era.