Arte: Martín Reyna, un argentino en París
Radicado desde hace más de dos décadas en la capital francesa, es un porteño itinerante. Viaja todos los años para pintar en la Patagonia y participar de arteBA, acorde con su pasión por trabajar in situ. En su última intervención urbana cubrió las paredes de la embajada argentina en Francia con un inesperado giro hacia el negro, hasta ahora ausente en sus obras de paleta vibrante
Martín Reyna sigue eligiendo París como ciudad para vivir. Hay aspectos que le cuestan, como los inviernos parisinos, largos, fríos y lluviosos, en los que se esfuerza por salir a la calle. Pero es también aquí donde puede contemplar las retrospectivas de Lucio Fontana o Bill Viola, dos artistas que lo inspiran, lo cual le da motivos para quedarse.
Instalado en París desde hace más de veinte años, Reyna (Buenos Aires, 1964) forma parte de esos artistas argentinos que al principio venían por trabajo y que se terminaron quedando. Esos que construyeron una carrera artística de este lado del Atlántico sin dejar de participar de lo que pasa en su país, y para quienes la Galerie Argentine, el espacio cultural de la embajada argentina, es un paso casi obligado. No por razones comerciales (las muestras que aquí se exhiben sólo atraen gente el día del vernissage) y menos aún por el reconocimiento de sus pares franceses, pero sí por ser el lugar de reencuentro con un público que, como bien define Reyna, no está en otro lado.
"La última vez que expuse en esta galería fue en el año 2000. Pasó mucho tiempo, y tenía ganas de poner lo mío aquí. Este lugar representa bastante a los artistas argentinos que residen en París. Me parecía que tenía que estar", explica Reyna en diálogo con adn.
En esta ocasión presenta la serie Noir et blanc en couleur (Negro y blanco en color), en la que explora lo que sucede cuando el color se mezcla con el agua. Tirada desde arriba en forma de cascada, la tinta china reacciona de diferentes maneras sobre el papel maruflado, previamente humedecido en ciertos sectores. Las formas de las manchas dependen de la superficie húmeda, que se va achicando hacia los puntos de fuga. Una técnica que requiere la asistencia de su hija adolescente Anna: hay que actuar rápido antes de que las partes humedecidas se sequen.
"Dejo que la mancha se construya por el accidente entre el agua y el color, sin importar lo que hagamos nosotros. De repente, me interesó explorar esa mezcla del agua y el color sobre el papel. Mi tentativa es lograr una obra que, luego de finalizada, me resulte desconocida", precisa Reyna.
Redescubrir el color
El recorrido comienza con una serie de pinturas en negro que realizó en su taller de Porte de Saint-Cloud, al suroeste de París. Colgadas sobre las paredes negras de la galería, que sirvieron como punto de partida para esta creación, el blanco que sobresale es el del papel. "En un momento sentí que el color estaba saturado en mi trabajo. Pasar al negro me permitió redescubrir los colores con otra resonancia."
En la segunda parte de la sala, 17 metros de rollo de papel fueron pegados directamente sobre las paredes y el trabajo se realizó in situ. Del negro se pasa al violeta, al rojo, al amarillo, azul y magenta, así como a los colores que nacen por la mezcla misma. Sobre la pared que sirve de separación entre los dos espacios, se despliega la misma técnica pero en una forma circular que, según Reyna, alude a lo acuático, "como las esferas que se producen cuando se tira una piedra al agua".
A Reyna le gusta la idea de un taller ambulante. Cuenta que cada vez que viaja a la Patagonia –varias veces al año, por períodos de unos diez días en los cuales puede crear hasta una decena de obras– trabaja al aire libre. No le interesa tanto la representación de un lugar sino más bien las emociones que se desencadenan.
Además, cada año realiza una obra inédita que presenta en arteBA, donde es representado por la galería Del Infinito y donde fue distinguido en 2012 con el Premio Adquisición Chandon. Actualmente trabaja en una serie de óleos sobre tela en gran formato y con mucha materia que denomina Paisajes abstractos o Paisajes del espacio, que expondrá en 2015 en París.
Así como en los años 70 la casa de Antonio Seguí era un refugio para los artistas argentinos que desembarcaban en esta ciudad (el cordobés los hospedaba e incluso les daba a algunos un espacio donde trabajar), la de Reyna cumple un rol parecido: varios jóvenes artistas destacan su hospitalidad con los recién llegados.
En medio de la sala, el video que proyecta parte de la trayectoria artística de Reyna halaga y a la vez intimida al artista. Para el organizador de la exposición, Eduardo Carballido, fundador de este espacio cultural que cumple dos décadas, es una manera de agasajarlo. En esta sala se organizan entre 12 y 15 exposiciones por año, y todo es hecho a pulmón: en sus comienzos contaban con un presupuesto de 40 mil dólares cada tres meses, pero el monto fue disminuyendo y desde hace una década no reciben nada.
El día del vernissage se vieron caras conocidas: Luis Felipe Noé, Pablo Reinoso, Mario Gurfein, Cristina Ruiz Guiñazú, Pat Andrea, Manuel Cancel. La gran familia de artistas argentinos residentes en París nunca falla.
Adn reyna
Buenos Aires, 1964
Aprendió a dibujar con su padre, estudió Sociología y a los 22 años ya exponía en Nueva York junto con Guillermo Kuitca, con quien compartió taller en la década de 1980. En 1991 llegó a París para participar con Pablo Suárez, Roberto Elía y Jorge Macchi de una exposición organizada por Philippe Cyroulnik. Radicado en Francia desde entonces, ganó varios premios –incluido el Adquisición Chandon en arteBA 2012–, publicó libros y realizó más de 30 exposiciones.
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