Arte. Evita: la vida como performance
Nicola Costantino y Martín Sastre, dos artistas que se inspiraron en Eva Perón para realizar sus obras más recientes, analizan la construcción de un personaje que contribuyó a definir la identidad argentina y alcanzó trascendencia internacional
"¿Cómo se mide la distancia con nuestro pasado? Es tan difícil borrar las primeras marcas..." Así comienza el tráiler de La artefacta, la película autobiográfica que Nicola Costantino estrenará en Buenos Aires en los próximos meses y que acaba de presentar en el festival Hot Docs en Toronto. En su taller de Villa Crespo, la artista lo está proyectando en exclusiva para Martín Sastre, a quien conoce desde hace más de una década. Reunidos ahora por iniciativa de adncultura, ambos no sólo comparten su pasión por el arte, el cine y la singular perspectiva del tiempo que tomaron de Borges; también fueron convocados por Chandon para intervenir el espacio de la marca en arteBA (ver aparte) y se inspiraron en Eva Perón para realizar sus trabajos más recientes. Ella llevó sus instalaciones a la 55» Bienal de Venecia y acaba de exhibirlas en Colección Fortabat, mientras que él participó de la Bienal de Performance BP.15 con una propuesta que abrió al público el balcón de la Casa Rosada donde la mítica primera dama habló semanas antes de morir.
-¿Cómo llegó Evita a sus obras?
Martín Sastre: -Siempre estuvo, es la argentina más famosa del mundo...
Nicola Constantino: -Una de las dos latinoamericanas más famosas del mundo: Eva Perón y Frida Kahlo.
M. S.: -Cuando me invitaron a la Bienal de Performance, lo primero que pensé era que quería trabajar sobre la influencia de las mujeres en la construcción de la identidad argentina. El último discurso de Eva, cuando ella sale a ese balcón en la Casa Rosada, es uno de los actos performáticos más fuertes de la historia del siglo XX. Porque todo el mundo sabía que se estaba muriendo, ella sabía que se estaba muriendo, y no hay un registro fílmico de ese discurso. Hay grabaciones, hay fotos, pero nadie lo filmó. Está el audio por un lado y hay varias filmaciones por otro, y con eso armaron algo.
N. C.: -No se filmaba mucho en ese momento. Para los funerales, Perón mandó a traer de Hollywood el mejor equipo, un director de cine, cámaras... Incluso hicieron vistas aéreas.
M. S.: -La vida de Eva, hasta su entierro, fue una performance increíble. Fue un acto simbólico muy fuerte, de principio a fin. Todo el arco dramático... Ella vista como personaje: desde su infancia en Los Toldos hasta ese funeral con las cámaras de Hollywood.
N. C.: -Sí, por eso la elegí. Porque me parecía un personaje de heroína romántica mucho más impresionante que la obra de cualquier autor. Pero además ellos vivieron esa ficción, que fue todo un teatro, una construcción que se creyeron profundamente... Vos escuchás las cosas que decía Eva... Por ejemplo: "¿Por qué Dios me manda un cáncer? ¿Es que no quiere a los pobres? Porque yo ayudo a los pobres." ¿Qué tienen que ver los pobres con la genética?
M. S.: -Tenía 33 años...
-Una edad muy simbólica también.
M. S.: -Para mí a Eva la mataron. Esa teoría no está instalada en la Argentina, lo cual siempre me sorprendió muchísimo. Mirás en Internet si hay alguna teoría conspirativa... No hay. Nadie tiene la más mínima duda de que se murió de un cáncer natural a los 33 años. Justamente lo apasionante de Eva, aparte de su discurso político, es lo que vos decís: la construcción de la realidad desde el poder. Eva como personaje. Teñirse de rubia...
N. C.: -Eso trabajé yo. La construcción de su propia identidad.
M. S.: -Hasta de su propia muerte. Me llama la atención que la gente no piense, aunque no estoy diciendo que haya sido así, que en algún momento...
-¿Que la envenenaron?
M. S.: -Ella estaba paranoica con el tema de que la estaban envenenando. Me parece interesante pensar que eso fue una construcción también.
N. C.: -La decisión de embalsamarla, de traer gente de Hollywood para filmarla...
S: -¿No estaría todo un poco premeditado?
-La creación del mito.
M. S.: -La creación del mito estaba totalmente premeditada.
N. C.: -Claro. Todas las decisiones eran muy sabias y justas para hacer eso.
M. S.: -Muy de esa época.
N. C.: -Pero intuitivas. Porque ella no tenía conocimientos, no tenía mundo, no tenía educación... Eva no era nada. No era linda, no era educada, no tenía familia, no tenía plata, y se hizo amar por todo lo que no era. Porque se identificó con los que no tenían nada y ella, que no tenía nada, se inventó como la reina. Se hizo reina sin ser nada. Increíble. Todo eso es un poder de imaginar, de armar esta ficción y de creérsela en serio.
M. S.: -Está bueno porque lo vemos desde el mismo punto de vista, desde lo narrativo. La narración de Eva es la de los personajes que a mí me interesan. La de la autosuperación y también la de la construcción... Uno, para ser algo, primero tiene que creer que es algo. Y Eva, justamente, lo que hizo fue creer. Creer en un mensaje político, creer en Perón, creer que ella iba a llegar... La ambición de Eva no era de una chica muy normal. Y realmente llegó a tener influencia a nivel mundial.
N. C.: -¿Viste lo que fue su viaje por Europa?
M. S.: -Yo viví en España doce años. Los abuelos les contaban a los nietos cómo fue cuando fueron a ver a Eva Perón a la plaza. España estaba en plena hambruna, saliendo de la Guerra Civil más cruenta, en una dictadura espantosa, y aparecía Eva Perón, una tipa que había conseguido el voto femenino, que traía comida, que parecía una estrella de Hollywood y que hablaba todas las noches en la radio, con un mensaje dirigido a los obreros en contra del pensamiento político imperante...
N. C.: -Cuando vino la revolución libertadora y cambió el peronismo, Borges dijo: "Por fin bajaron el telón". Hablaba de eso. Creo que Borges no podía soportar esa cosa que era una locura, una puesta en escena. Vos hiciste esta performance que consistía en ubicarse en el lugar de Eva, que la gente tomara su lugar en su último discurso. Yo usé el concepto del vestuario como herramienta para la construcción de la identidad, con los peinados y todo. Lo mío era utilería falsa, un disfraz. Pero me parece que buscamos la misma sensación: lo que uno siente cuando se pone en el lugar... El poder que da la investidura.