Arte: El ombligo del mundo
Atraídas por el clima bohemio del barrio preferido por los artistas, varias galerías se mudaron al corazón de Buenos Aires. Entre ellas Ruth Benzacar, una de las más antiguas de la escena porteña. Reciclar galpones e inaugurar los sábados forman parte de la tendencia
"Este barrio tiene el espíritu de Chelsea cuando empezó", dice Orly Benzacar, parada en la vereda del enorme galpón que recicló en Villa Crespo. A pocos metros de las vías del tren presentó esta semana la nueva sede de la galería fundada por Ruth, su madre, cinco décadas atrás.
Desde entonces, como ocurrió en Nueva York, París, Berlín y otras grandes urbes, el mapa del arte porteño se expandió gracias a los jóvenes bohemios instalados en las zonas más baratas de la ciudad. Las galerías siguieron sus pasos, y hoy las vernissages conviven con el ruido de los talleres mecánicos, el olor a choripán, los outlets de ropa y el fervor de los hinchas de fútbol.
En las últimas semanas, los cambios no dieron respiro. La apertura de los espacios de Nora Fisch y Gachi Prieto, muy cerca de Ruth Benzacar y La Ira de Dios (ver mapa), coincidió con el estreno de Barro, en La Boca, donde próximamente desembarcará el proyecto Prisma de Alberto Sendrós (ver adn del 21 de noviembre). Dos polos de un circuito que asombra a los visitantes extranjeros por estar siempre vivo, con límites en continua transformación.
Ubicado en el corazón de la ciudad, Villa Crespo concentra decenas de talleres, galerías y espacios híbridos como Ágatha, proyecto dirigido por Vicente Grondona y Fernanda Laguna, una de las fundadoras de la mítica Belleza y Felicidad. Aquí se instalaron hace tres años Natalia Sly y Larisa Zmud con su pequeña galería SlyZmud, que en los próximos días participará en Art Basel, la meca del mercado mundial. Luego siguieron otras con mayor trayectoria.
"Esta sede fue hecha a la medida de las necesidades de hoy", observa Orly mientras camina por un espacio de 600 metros cuadrados con luz natural y señala una sólida pared de ladrillo, de 32 metros de ancho por cuatro de alto. Se estrenará en marzo con obras de Liliana Porter. "La de Florida 1000 también fue hecha a medida por Benedit, en 1982 -agrega-. Pero las medidas cambiaron."
"Es un nuevo paradigma. No hay otras galerías con esta escala en la zona", coincide Nicolás Fernández Sanz, arquitecto responsable de la remodelación, orgulloso de vivir en un barrio que según él se destaca por su "pluralidad social".
Otro salto drástico fue el de Nora Fisch: pasó de 21 a 120 metros cuadrados. Sólo el entrepiso del espacio que estrenó en la Avenida Córdoba 5222 es más grande que su galería anterior. Para celebrarlo se dio el gusto de exhibir pinturas de más de diez artistas; entre ellos, Sofía Bohtlingk, Guido Ignatti y Juan Becú. La inauguración de esta primera muestra fue un sábado, día que promete imponerse como favorito en la agenda de los coleccionistas. Gachi Prieto hizo lo propio el mes pasado al presentar su nuevo espacio y confirmará la tendencia mañana al mediodía, con los dibujos de Maxi Rossini en Aguirre 1017.
Uno de los planes es hacer sinergia con su vecina, La Ira de Dios, instalada allí desde agosto. El galpón de 500 metros cuadrados que solía alojar una empresa de computadoras reúne ahora ocho talleres de artistas, salas de exhibición y un lugar de trabajo para residentes. "La idea es traer cada vez más invitados de otros países, especialmente en enero", adelanta Pablo Caligaris, uno de sus directores, decidido a crear redes de colaboración que excedan el proyecto galerístico.
Juntos es mejor parece ser la consigna contemporánea. A pasos de la Avenida Warnes, donde hombres transpirados en musculosa hablan a los gritos sobre sus experiencias con mujeres mientras arreglan camionetas, tres artistas trabajan contra reloj para terminar de reciclar una antigua fábrica de lencería femenina.
"Welcome", dice la frase que Jorge Macchi grabó sobre mármol cual placa muortoria. Da la inquietante bienvenida a su flamante taller, sobre los pisos originales de esta casa que habría pertenecido a Ricardo Rojas. En la planta alta, Pablo Siquier revisa los últimos detalles de su propio ambiente y sueña despierto con agregar una sala de juegos en el sector que ocupará Carlos Huffmann. La idea es que el conjunto quede terminado a fin de año, e inaugurarlo en febrero con una gran fiesta.
A pocas cuadras de allí, frente al Club Atlético Atlanta, tienen sus talleres Lux Lindner y Jessica Trosman. La diseñadora sumó un local de venta al público y un restaurante de cocina de autor. Relajarse, compartir, disfrutar y comprar es el combo que planea imitar Orly Benzacar en su galería, que incluirá un bar y un kiosco de Tijuana, proyecto de origen brasileño dedicado a libros de artistas y publicaciones independientes latinoamericanas. Esta transformación está en sintonía con una tendencia internacional, que exige a las galerías adaptarse a los nuevos ritmos para conquistar al público.
"Quiero ése", decía días atrás una nena en la inauguración de la nueva sede de Gachi Prieto, mientras señalaba un dibujo colgado en la pared; se lo llevó después de reemplazarlo por otro realizado por ella. La acción performática proponía a los visitantes creatividad, encuentro e intercambio: tres de las principales claves del espíritu contemporáneo que habita en Villa Crespo.
lanacionar