Arte: el Estado Benefactor
La Fundación Eva Perón fue el brazo ejecutor de un programa de obras y proyectos en todo el país, orientado a zanjar déficits sociales y, paralelamente, potenciar el desarrollo industrial; una manera de hacer tangible en dos planes quinquenales el posicionamiento ideológico y estratégico denominado "tercera posición"
La arquitectura y el urbanismo de la década 1945-1955 estuvieron signados por el gobierno del general Perón y las iniciativas del Estado Benefactor inmortalizadas por la Fundación Eva Perón. El decenio de gobierno justicialista se inscribe en un particular período de la historia, coincidente con la segunda posguerra, cuando las grandes potencias se hallaban exhaustas por el esfuerzo bélico. Por el contrario, la Argentina parecía pletórica de recursos aunque posicionada frente a varios desafíos. Aparecía una oportunidad para zanjar déficits sociales y, en forma paralela, desarrollar la industria mediante un posicionamiento ideológico y estratégico denominado "tercera posición", más allá del capitalismo o del comunismo.
Las políticas delineadas y ejecutadas por el presidente Perón en distintos ámbitos abrevaron, como es habitual en un país muy ecléctico, de varias fuentes: del fascismo italiano al laborismo británico, pasando por el socialismo o la democracia cristiana. Tampoco faltaron inspiraciones alemanas o estadounidenses. El resultado, inconfundiblemente argentino, fueron potentes acciones de gobierno estructuradas en dos planes quinquenales que incluyeron continuidades y novedades, coherencias y contradicciones.
Al mismo tiempo que se generalizaron las nacionalizaciones de empresas y servicios se promovió el desarrollo regional. Y mientras se potenciaba la organización sindical se promovía la industrialización por medio de las pymes. Todo ello al ritmo de la intensificación de las migraciones internas y el crecimiento de las aglomeraciones urbanas alrededor de las grandes ciudades, particularmente Buenos Aires.
Hubo también poderosas iniciativas para avanzar en el autoabastecimiento de energía petrolífera, hidráulica y atómica. Las comunicaciones y el transporte aceleraron la incorporación de las masas: viajes en ómnibus y en avión, audiencias de radio y cine, pero también de la novísima televisión.
Buena parte de la obra pública del decenio peronista estuvo inteligentemente enraizada en los desarrollos de gobiernos anteriores; se ampliaron y modernizaron las oficinas técnicas del Estado que ya contaban con varias décadas de entrenamiento, experimentación y realizaciones. Fueron justamente organismos como el Ministerio de Obras Públicas los que concretaron la impresionante infraestructura edilicia para la salud, la educación y el esparcimiento que se realizó en esos años.
En la segunda posguerra, la monumentalidad pasaba internacionalmente por un momento de desorientación. No se podía seguir con el "clasicismo dictatorial" y la modernidad no acertaba a dar soluciones a la arquitectura institucional. El peronismo superó la disputa construyendo edificios dentro de ambas tendencias. La tradicional prosperó en una versión pintoresquista en el Centro Cívico de Mendoza y en otra de inspiración grecorromana en la Fundación Eva Perón (hoy Facultad de Ingeniería de la UBA). La modernidad fructificó en propuestas híbridas que no dejaban de lado principios de composición clásicos y decoración ascética, como en el caso de las obras para el Ministerio de Hacienda o el Banco Hipotecario Nacional en Plaza de Mayo. Más adelante se echó mano del futurista "Estilo Internacional" pero cultivado con sello propio. Buena prueba de ello son el Teatro Municipal General San Martín, proyectado en 1953, o la estupenda serie de sedes para Correos y Telecomunicaciones en distintas capitales de provincias.
Varias propuestas quedaron en el tablero, como los fabulosos hospitales que Amancio Williams diseñó para Corrientes por encargo del primer Ministro de Salud de la Argentina: Ramón Carrillo. En esos diseños, el mentor de lo que hubiese sido un mítico encuentro –el de Evita con Le Corbusier en París, en 1947– utilizó por primera vez su célebre "paraguas" de hormigón como célula de sombra para proteger todo el conjunto en una zona subtropical.
En materia urbanística y paisajística, durante la era dorada el justicialismo, se concretaron ordenamientos y proyectos de gran calidad funcional y ambiental. Es el caso del desarrollo regional del sudoeste del conurbano bonaerense con el Aeropuerto de Ezeiza, la autopista, los bosques y los sitios de esparcimiento y el conjunto de Ciudad Evita. O del plan director para la reconstrucción de San Juan con su centro cívico y monumental de arquitectura moderna. O de los centros turísticos de Chapadmalal y Embalse Río Tercero, festivales de arquitectura recreativa a gran escala.
Sin embargo, la principal creación del peronismo será la arquitectura para "los únicos privilegiados". En los fantásticos "hogares-escuela", en la Ciudad Estudiantil de Núñez o en la legendaria República de los Niños de Gonnet la contundencia constructiva se suma al encanto del diseño y al magistral manejo de la escala para servir a una educación lúdica de los niños. Un modelo que, desnaturalizado y sobredimensionado, reorientado hacia los adultos, se difundiría internacionalmente bajo el formato de "parque temático".
Pero el estilo identificado con los planes oficiales estará caracterizado por los barrios de viviendas con techos inclinados de tejas rojas, muros de mampostería blancos con bordes de piedra Mar del Plata o de ladrillo a la vista y carpinterías de madera. Es el resultado de una evolución argentina que combina los simples rasgos de la arquitectura vasca –recreada a principios del siglo XX en regiones balnearias o serranas– con la calidez del estilo californiano, importado a principios de los años 30, que deviene en el "estilo chalet" suburbano, el ideal de las clases ascendentes modernizadas y americanizadas. Un verdadero sello tridimensional peronista que se difunde en construcciones de diversa escala y por todo el país: de la escuela al hospital, del hogar infantil o de ancianos al hotel de turismo. Un democrático sincretismo que definió el plácido y balsámico estilo doméstico argentino del siglo XX.
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