Arte: Ardiente memoria
Llega mañana a Buenos Aires, invitado por la Untref, Christian Boltanski, el mayor artista vivo de Francia, que desplegará muestras e intervenciones capaces de convocar los fantasmas del pasado e interrogar lo más profundo de la condición humana
En la isla de Teshima la humanidad descansa en un acompasado latido de corazón. Los japoneses que viajan allí, como en peregrinación, escuchan las pulsaciones de infinidad de hombres y mujeres de todas las edades, orígenes sociales y lugares del mundo. Cada uno distinto del otro y, sin embargo, hermanados en un único, profundo, arcaico sonido.
El artífice de esa enorme compilación es Christian Boltanski, quien, más que preocuparse porque su nombre figure en algún rincón del espacio que resguarda este archivo sonoro, festeja la pequeña revelación, el instante de amorosa contemplación que su instalación promueve. "Las experiencias humanas son comunes -afirma este artista francés-. Todos hemos tenido un ser querido, todos tenemos una actitud frente a la muerte, todos tenemos un deseo de armonía. Hay muy pocos temas y son siempre los mismos: la búsqueda de Dios, el sexo, el asombro ante la belleza de la naturaleza."
Boltanski, un humanista que duda de las bellas promesas del progreso pero cuyas obras aluden al poder emancipatorio de la memoria histórica, en breve protagonizará un impactante proyecto en nuestro país. Con curaduría de Diana Wechsler y producción de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), realizará instalaciones en emblemáticos edificios de la ciudad de Buenos Aires, además de presentar Obras -una selección de sus trabajos más autobiográficos- en las salas del museo de la Untref.
Testigos silenciosos
"¿Cuál es la historia de este espacio?", "¿Qué había aquí antes de esto que estamos viendo?", "Qué funcionó y qué funciona en este lugar?": por aquí circulaban los interrogantes que -cuentan- formulaba el artista el año pasado, durante su primer recorrido por el paisaje porteño.
La trabajosa urdimbre de la memoria es, justamente, la matriz de la búsqueda expresiva de Boltanski. Autodidacta, nacido en París en septiembre de 1944, hijo de madre cristiana y padre judío, hizo de la huella del holocausto la gran marca de su obra. En sus intervenciones habitan tanto la tensión entre la vida y la muerte como las silenciosas historias que narran los objetos abandonados o la problemática distinción entre el bien y el mal. Humanos (1994), por ejemplo, es un trabajo realizado con más de 1200 fotografías tomadas de álbumes familiares, retratos escolares y crónicas periodísticas donde, entre otras cosas, se interroga la posibilidad de lo monstruoso en cualquier integrante de nuestra especie. Asimismo, Personas , presentada en 2010 en el Grand Palais de París, alude a los rastros de la subjetividad humana y al azar que tantas veces dispone salvaciones o condenas: montículos de ropa usada (cómo no pensar en aquellos otros montículos, tantos pequeños artículos personales arrumbados en Auschwitz, en Treblinka); prendas desplazadas, retiradas o arrojadas desde lo alto por una grúa que se desplaza por el amplio espacio del Palais.
En Buenos Aires, uno de los lugares que más lo impactó fue el Museo Hotel de Inmigrantes. "Transitaba cada sala, cada archivo, cada planta, como en trance -recuerda Diana Wechsler, que lo acompañó en esos recorridos, una suerte de "visita curada" por ámbitos afines a las inquietudes de este creador-. Observaba muy seriamente todo, en silencio. Cada tanto deslizaba alguna pregunta o comentario." De esa movilizante visita (participando de las indagaciones de Boltanski, Wechsler y Martín Kaufmann, vicerrector de la Untref, encontraron las fichas de ingreso al país de sus propios antepasados), nació el concepto de la intervención-instalación Migrantes . En un entorno escenográfico, unas 200 voces enunciarán, de manera simultánea, desde diversas fuentes y en los diversos idiomas que se hablaban en los barcos, los datos de las personas que a principios del siglo XX pasaron por las instalaciones del actual museo. Sumergidos en una atmósfera neblinosa, atravesando dos instalaciones lumínicas que buscarán hacer presentes a los que ya no están, los visitantes transitarán por aquello que pasó y lo que, en las migraciones contemporáneas, sigue sucediendo: el desarraigo, la aberración de las persecuciones, la cíclica esperanza que acarrean consigo los Nuevos Mundos.
El otro edifico elegido es el de la ex Biblioteca Nacional, actual Centro Nacional de la Música. "El sitio de Borges, como le gusta decir a Boltanski", apunta Wechsler. Allí se exhibirá Flying Books , homenaje a nuestro más grande escritor y recreación de una "babélica" biblioteca: más de 500 libros "volarán" mecidos por una tenue brisa y recuperarán aquel sonido, el del despacioso pasar de las hojas impresas, que alguna vez reinara en la otrora sala de lectura. Los organizadores de la muestra contemplan organizar una serie de conciertos y espectáculos de ballet contemporáneo en este espacio.
La evidente complejidad técnica y expositiva que suponen estos sitios específicos impulsó la creación del Laboratorio Boltanski Buenos Aires. Allí, un grupo de becarios, supervisados por Wechsler y Mariano Sardón (coordinador de la carrera de Artes Electrónicas de la Untref), colaboró en el desarrollo de las piezas. A medida que se avanzaba en la producción de las instalaciones, se enviaban los resultados a Boltanski, quien hacía las correspondientes devoluciones. En ese intercambio se fueron resolviendo los diversos aspectos del proyecto.
Respecto de Obras , la selección de trabajos del artista que se exhibirá en el Muntref, se podrán ver la instalación Mi corazón (una sala rodeada por espejos negros e iluminada sólo por una lamparita que titila al ritmo del corazón del autor) y la videoinstalación 6 de septiembre (proyecciones de noticieros fílmicos y de video correspondientes a la fecha de nacimiento del artista). También estarán las instalaciones Reserva , Lección de las tinieblas , Ser de nuevo y Monumentos , obras en las que predominan las referencias a la identidad, las huellas del simbolismo religioso y las composiciones ligadas a cierto dramatismo escenográfico.
Probablemente sus orígenes creativos, en los que la fotografía, los recursos del montaje y el lenguaje de lo fílmico pronto ganaron terreno sobre la pintura, tengan mucho que ver con este tipo de intervenciones visuales. También su devoción por la fragilidad de los objetos que rodean la vida cotidiana y el particular testimonio que asumen frente a la transitoriedad de la condición humana.
Para este autor, una habitación colmada de ropa en desuso puede ser una muda alusión a los abismos del desamparo (así ocurre en su obra Reserva ). Pero incluso (como él mismo sugirió en recientes entrevistas) una figurilla realizada siglos atrás y expuesta hoy en el Louvre puede llevarlo a pensar, más que en interminables capítulos de la teoría del arte, en la presencia, simple y rotunda, de un ser anónimo: un artesano sin nombre que, perdido en algún recoveco de la historia, puso todo de sí para hacer esa pieza, y hacerla bien.
Para Diana Wechsler, la importancia de traer una obra de este tipo a la Argentina excede el obvio interés por un artista capaz de desarrollar pregnantes "mapas de memoria" a través de los más diversos dispositivos visuales, sonoros y teatrales.
Las particularidades del proyecto marcan una diferencia: "No se trata de tomar una muestra pensada para itinerar, que es una de las alternativas para tener este tipo de artistas aquí, sino que tomamos la iniciativa, desde el vamos, de imaginar una exposición y un proyecto para nosotros y pensado con nosotros", explica la curadora. Y puntualiza los rasgos expresivos que hacen de Boltanski una figura clave en la escena del arte contemporáneo: "En su modo de construir archivos a partir de fragmentos, en esa estética austera, en los climas entre sorpresivos y angustiantes que genera al ocupar los espacios, es donde revela una manera de señalar su lugar en el mundo. Su trabajo ordena fragmentos, recoge piezas aisladas para construir con ellas series de objetos que en su conjunto resultan poderosos disparadores de memoria, capaces de actualizar pasados, activar sentidos diversos".
Un creador, además, que prefiere eludir el ámbito sacralizado del museo para dejarse atravesar por la demoledora fragilidad de lo humano. Si en Personas cada prenda desplazada en el Grand Palais evocaba a un sujeto ausente, probablemente en Migrantes los 200 susurros que inundarán la tercera planta del Hotel de Inmigrantes nos interpelen con aquello que fueron nuestros antepasados y que hoy somos nosotros: seres únicos, irrepetibles y efímeros, un prodigio en la vasta marea del tiempo.
Adn boltanski
París, 1944
Fotógrafo, escultor y cineasta, este artista francés es conocido principalmente por sus instalaciones. En ellas aborda en forma recurrente temas como la muerte, la identidad y la memoria, apelando a fotografías antiguas, ropa usada, cartas y recortes de diarios, entre otros objetos cotidianos que testimonian lo efímero de la existencia
Para agendar:
Muestra : Panamericano. Beatriz Milhazes. Pinturas 1999-2012, en Malba-Fundación Costantini (Avda. Figueroa Alcorta 3415), hasta el 19 de noviembre
Visitas guiadas : Miércoles, viernes y domingos a las 17
Familias:actividades relacionadas con la muestra, para chicos de 5 a 11 años. Domingos a las 15.
Entrada : $ 15 pesos
Curso : Beatriz Milhazes en contexto, a cargo de Luz Horne, María Amalia García y Florencia Garramuño. Los jueves 18 y 25 de octubre y 1 de noviembre, de 18.30 a 20.
Entrada : $ 300 pesos
Artistas x artistas : Beatriz Milhazes por Marina De Caro. Miércoles 24 de octubre a las 18.30. Actividad incluida con la entrada al museo
Entrada : general, $ 23; estudiantes y jubilados, $ 12; 2 x 1 para socios del Club LA NACION Premium
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