Artbo cumple 20 años: de los procesos de colonización a las obras hechas con inteligencia artificial y la presencia argentina
La Feria Internacional de Arte de Bogotá despliega hasta mañana su propuesta en cinco pisos; a un año exacto de la muerte de Botero, la obra del colombiano está presente en esta edición
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BOGOTÁ.- “Herederos decadentes, degenerados, holgazanes, arribistas, nulos, vagabundos, exmilitares, expresidiarios, prófugos, rateros, estafadores, gamberros, carteristas”. Todas esas palabras que se leen en loop, en una pantalla, en lo alto de las escaleras mecánicas del descomunal hall de entrada de Artbo, la Feria Internacional de Arte de Bogotá, que se celebra hasta mañana en la capital colombiana. Se trata de una cita de El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx (sobre el golpe de Estado de Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón) que la artista Carmela Gross actualiza, para aludir a la conformación de los estados modernos. La pieza pertenece al espacio de la galería brasilera Vermelho y cuesta diez mil dólares.
Creada en 2004, Artbo presenta en esta edición propuestas de galerías de Argentina, Brasil, Cuba, Chile, Panamá, República Dominicana, Alemania, España, Estados Unidos y Francia. La feria ocupa cinco pisos de exhibición, con más de 40 galerías participantes y obras de unos 200 artistas. Participan también 80 editoriales independientes y diversas instituciones culturales nacionales.
La Cámara de Comercio de Bogotá organiza la feria; cumple un rol clave apoyando esta iniciativa Procolombia, organización encargada de promover el turismo, la inversión extranjera en Colombia, las exportaciones no minero energéticas y la imagen del país. Por los pasillos se experimenta un clima de alegre expectación, que se evidenció también en el cóctel nocturno de inauguración donde participaron galerías, coleccionistas y artistas. No es para menos. La feria cumple 20 años, con piezas que abordan desde los procesos de colonización, las creaciones indígenas, la mirada blanca sobre el cuerpo afro y la construcción de la otredad hasta obras hechas con inteligencia artificial y videoarte de destacados maestros.
En la sección Proyectos, la galería colombiana Instituto de visión, con sede en Bogotá y Nueva York, presenta obras de dos artistas mujeres indígenas. Venuca Evanán logró que en su comunidad le permitieran pintar, algo a lo que sólo acceden los hombres. “Ella usa la técnica tradicional, pero con temáticas absolutamente políticas, su eje es cómo la religión vino a colonizar la comunidad indígena, a imponerles una religión que no era de ellos”, afirma Manuel Becerra, coordinador general de Instituto de visión, que celebró con una gran fiesta una década. La invitación incluía un “kit de supervivencia” para los vertiginosos días de feria: tés de coca, dulces, achiras y analgésicos. En el espacio hay también una serie de pinturas de Evanán sobre temática queer, que también aborda Carlos Herrera en la galería argentina Ruth Benzacar.
A la sección principal, la parisina 193 llevó la serie Jardín criollo del artista afro Jean Marc Hunt, quien vive en la isla Guadalupe. Y el espacio de la galería colombiana La balsa de arte, con sede en Medellín además de en Bogotá, exhibe obras de la artista local Astrid González, quien toma frases de la Biblia o de textos de pensadores y filósofos blancos sobre el cuerpo. Su serie de fotografías muestra primerísimos planos de bocas y rostros. Además, analiza la construcción social de la sexualidad negra y las implicancias y estigmas que genera la mirada blanca sobre el cuerpo de color.
La galería colombiano-francesa Mor Charpentier exhibe el trabajo de Carlos Motta, artista colombiano residente en Nueva York. Su obra Descubriendo el Nuevo Mundo fue creada con inteligencia artificial a partir de textos de Theodor de Bry, un pseudohistoriador del descubrimiento de América y uno de los fabricantes iniciales de las leyendas negra y blanca. “De Bry escribe relatos sobre el nuevo mundo, cuando a la colonia llegan los primeros colonizadores. Los primeros textos son famosos: muchas personas que hicieron interpretaciones del nuevo mundo se basaron en esos relatos. Entonces, esta obra busca volver a revisitar cómo la inteligencia artificial también regenera, o crea, cómo nos han concebido desde la colonia”, explican. Cada una de estas obras de Motta cuesta siete mil dólares. También trabaja con inteligencia artificial la artista norteamericana Violet Forest, cuyas piezas se puede ver en el espacio de Casa Hoffmann y condensan gran parte de los paisajes naturales de Medellín (cada obra cuesta dos mil dólares).
En el stand de la galería La cometa, con sucursales en Miami, Madrid, Bogotá y Medellín, la polaca Justyna Kisielewicz, quien vive hace 15 años en Estados Unidos. plantea un paralelismo entre la colonización y la gentrificación que ocasionan los negocios inmobiliarios en la actualidad. “Si bien las realidades de Polonia y Colombia parecen distantes, no lo son —señala Esteban Jaramillo, codirector de la galería—. Ambos países comparten una historia sobre ser conquistados y colonizados. Los soviéticos, y los nazis están presentes en la historia reciente de Polonia, y antes también ha sido invadida. Y Colombia, como toda Latinoamérica, ha sido conquistada por España”.
Realidades Contenidas de Mariana Varela, en el stand de la galería Casa Zirio, pone el foco en la violencia en Colombia. Por su parte, en el stand de la galería cubana Collage, la joven artista de 27 años Brenda Cabrera se sumerge en la temática de las identidades individuales y nacionales.
Argentina en diálogo con Latinoamérica
Con obras de Carlos Herrera y Ulises Mazzucca, el proyecto de la galería Ruth Benzacar pone el foco en la apropiación queer de la imaginería religiosa y las cuestiones identitarias. Lo autorreferencial y lo mortuorio son claves en la producción de Herrera. En 2009, creó Autorretrato sobre mi muerte, en homenaje a su madre, obra que fue exhibida en 2011 y ganó el Premio arteBA-Petrobras.
“Desde Artbo, y desde Colombia, siempre ha habido una conexión muy profunda con la escena artística argentina –afirmó a LA NACION María Paz Gaviria, directora de la feria—. Tenemos dos galerías que tienen mucho peso desde la escena argentina y estamos absolutamente dichosos de tenerlas aquí. Buscamos reunir alguna de las selecciones más decantadas de la presencia y de la producción artística latinoamericana. Entonces es un honor tenerlas aquí y estamos muy contentos también de que en esta edición de la feria tenemos muchos coleccionistas y profesionales que también vienen de Argentina”.
La obra de Mazzucca que exhibe Benzacar surgió en una residencia (Proyecto Colegium) en Arévalo, una pequeña ciudad a dos horas de Madrid, en una iglesia medieval del siglo XII desacralizada: una iglesia que ya no se usa más como sitio de culto, sino que, en este caso, se convirtió en museo de arte en el que se hacen residencias. Antes funcionó como una almacenadora de granos.
Como parte del Comité Internacional de Selección de Artbo, Rolf Art participa en dos secciones de la feria. En la sección principal, busca explorar la dimensión biopolítica del territorio latinoamericano, revisitando la historia local y las percepciones históricas de la región en el extranjero.
Este proyecto reúne a seis destacados artistas visuales latinoamericanos: José Alejandro Restrepo, Mapa Teatro, Clemencia Echeverri (pionera del videoarte de la región latinoamericana, de ella se presente su más reciente producción titulada Fiebre); la performer colombiana María José Arjona (se exhibe su serie El cuerpo como archivo, que recientemente se vio en la Bienal Internacional de Performance 2024 de nuestro país, bajo la curaduría de André Lepecki). También hay piezas de la artista argentina Gabriela Golder (presenta Rebeliones) y Silvia Rivas muestra dos series icónicas de su trayectoria en video arte: “Zumbido” y “Momentum”, en paralelo presenta su exhibición retrospectiva “Cronontopías”, al cuidado de Eugenio Viola, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO).
Resulta difícil pensar en Colombia sin recordar a Botero. En la sección Referentes, se exhiben piezas de figuras claves de la historia del arte del país, desde los años cincuenta hasta la primera década de nuestro siglo. Están Delcy Morelos, Doris Salcedo, José Alejandro Restrepo, Wilson Díaz, entre más de medio centenar de artistas. De Botero se exhibe una pieza muy temprana, de los años cincuenta. “Las peinadoras” muestra a dos mujeres en las que aún no asoma el ADN característico del artista, que falleció en septiembre, hace exactamente un año. Un texto crítico escrito por Walter Engel y publicado en el suplemento literario del diario El tiempo, en 1951, avizora sus pasos: “Fernando Botero se nos presenta hoy no como artista maduro, pero sí como pintor de talento, como bien fundada promesa. Sobre él recae la responsabilidad de cumplirla”.
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