Art Spiegelman: "Los dibujantes hoy somos estrellas de rock"
El referente del cómic destaca el auge del género; viene al país
NUEVA YORK.- Cada vez que una tragedia recorrió el mundo, ya sea el ataque a las Torres Gemelas, el atentado a la revista Charlie Hebdo o la aparición del cuerpo sin vida del chico sirio Aylan Kurdi en una playa turca, hubo luego una respuesta concisa y profunda: un dibujo. Salido de una mano sobre un escritorio, también cruzó latitudes y ayudó a digerir emociones y meditar la historia. El arte de contar un hecho dentro de los límites que impone un recuadro -asistido por una frase o, incluso, sin ella- tiene un referente indiscutible: Art Spiegelman. "Lo que está ocurriendo con la historieta es increíble. Nunca pensé que viviría para ver algo tan vital", cuenta en una entrevista con LA NACION en su casa de Nueva York, antes de su primera visita a Buenos Aires.
"No se sentía así hace 30 años. La historieta era para los chicos y para personas muy estúpidas. Cuando era joven, si iba a un bar y una mujer me preguntaba que hacía, yo decía «soy diseñador gráfico»; incluso plomero. Pero una cosa que no decía es «dibujo historietas» porque no había forma de que esa persona pudiera estar interesada en vos. Eso ha cambiado. Ahora, los dibujantes son estrellas de rock & roll."
Spiegelman abre la puerta de su loft en el SoHo. Es un espacio inmenso, luminoso, donde se ve una cama, plantas, paredes tapadas por bibliotecas, cuadros con historietas o caricaturas. Una mesa separa la cocina del resto del departamento. Detrás de un fichero, despunta el tablero donde trabaja. Pasa al menos diez horas por día allí, en este lugar que compró muchos años atrás, cuando el barrio todavía tenía un cierto perfil industrial, antes de que todos huyeran a Brooklyn. Ahora, dice con resignación, hasta hay un local de Tiffany's.
Se naturaleza noctámbula, Spiegelman trabajaba de noche, aunque después de ser padre tuvo que acomodarse y levantarse temprano. Acostumbrado ya a madrugar, aún trabaja ahí hasta tarde. "No soy capaz de hacer nada de forma muy consciente hasta un par de horas después de que me despierto, así que es un buen momento para charlar porque no tengo idea qué estoy diciendo", dispara, apenas iniciada la entrevista, temprano en la mañana. Pero sus respuestas lo desmienten. Ofrece frases cortas, veloces y quirúrgicas, y vuelve, una y otra vez, a dar definiciones sobre lo que hace. Toma un café con hielo y pita cada tanto un cigarrillo electrónico. Nunca deja de sonreír.
"Las historietas funcionan de la misma forma que el cerebro", dice, para explicar la popularidad de su oficio. "Pensamos en imágenes, en íconos, como una cara sonriente para transmitir «que tengas un buen día». Pensamos en imágenes simples; no pensamos en párrafos largos sino en unas palabras, que cuando las decís en voz alta se vuelven más grandes, más altas. Pensamos de esas dos formas, verbal y visual, ida y vuelta. Por eso, como las historietas y las caricaturas funcionan como el cerebro, van más profundo que las cosas que el cerebro tiene que descifrar de otra manera. En nuestras cabezas, todos somos dibujantes."
Su personaje más famoso, Maus, le dio vida a una novela gráfica que expuso el dolor del Holocausto, que Spiegelman vivió muy de cerca. Maus, un ratón, relata experiencia de su padre, un polaco judío que logró huir de los nazis. "Ésta es la casa que Maus construyó", dice ahora, mirando su departamento.
Spiegelman será la estrella de Comicópolis, la feria de cómics que se realizará en Tecnópolis desde este jueves. Nunca estuvo en la Argentina, pero elogia a sus historietistas. Menciona a José Muñoz y a Liniers, uno de sus ídolos. Además, Spiegelman presentará Wordless!, espectáculos que creó junto al saxofonista y compositor Phillip Johnston, quien toca mientras Spiegelman habla sobre trabajos de ficción que son sólo imágenes. "Orquesto algo visual", define.
Arte y periodismo: la nebulosa
Hubo un momento, reflexiona, cuando la narrativa fue "exiliada" del arte visual. Las historietas, sugiere, han recuperado esa unión. "En cierto modo, las historietas nacieron del periodismo. Aparecieron en periódicos y ayudaron a venderlos. Pero no son periodismo en oposición al arte; es sólo más periodismo, parte de la misma nebulosa entre literatura y periodismo", describe y luego, sentencia: "Ahora, es posible que el periodismo se convierta en arte y el arte en periodismo. No tenemos tiempo para definir nuestros términos, qué es arte y qué es periodismo, pero a esta altura las historietas pueden lidiar con cosas reales, de manera real".
Imposible no llegar a una pregunta sobre la tecnología y las redes sociales. Spiegelman defiende el uso de emoticones: reconocen las imágenes como forma de escritura, explica. Advierte el poder Facebook, Twitter e Instagram como veloces canales para difundir por todo el planeta el trabajo de los dibujantes, y plasmar opiniones. Pero aclara: "Todavía estoy enamorado del papel". El papel, comenta con una mezcla de nostalgia y romanticismo, es como un pegamento. "Cuando leés algo en papel, se pega diferente en tu cerebro", afirma. Y habla de una "tiranía de las redes sociales" que lo asusta. "Hay una tendencia a confabularse, a decir «Ah, dijiste algo equivocado» y de repente Twitter está lleno de gente enojada, avergonzándote por haber dicho algo mal. Todavía estamos negociando que significa tener ocho mil amigos. Los seres humanos no pueden hacerlo: no podemos tener ocho mil amigos", sostiene. Y, para terminar con el tema, ensaya una advertencia: la ironía a la que tanto apelan los dibujantes se pierde "muy fácilmente" en Internet. Por eso, el peligro de ser malinterpretado es "casi inevitable".
Como aquel que ama lo que hace, Spiegelman ofrece varias definiciones acerca del oficio del dibujante. Dice que le gustan las limitaciones de los recuadros de las historietas. "Te hacen hacer algo riguroso dentro del espacio en el que estás trabajando", apunta. Asegura que siempre quiso hacer historietas que perduraran. "¿Por qué no pueden funcionar como mensajes en una botella que encuentren nuestros bisnietos?, asumiendo que tendremos bisnietos y el planeta no explotará". Es el mensaje que deja a cualquier dibujante que quiera seguir su camino. "Vivimos en un mundo que es una nebulosa, así que traten de construirlo para que perdure. Ese es mi consejo. Y el otro es que se consigan un trabajo de día".
-¿Ser dibujante no paga?
-Para unas ocho personas, está bien [se ríe], pero ahora hay millones de dibujantes.
Art spiegelman
Edad: 67 años
Origen: Suecia
Carrera & familia:La estrella de la historieta, nació en Estocolmo, se radicó en los EE.UU. y vive en Nueva York con su mujer François Mouly (su socia y cofundadora en Raw, trabaja en The New Yorker), madre de sus dos hijos. Nadja, de 28 años, es autora de tres novelas gráficas
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