Art Basel Miami. Crece el interés por los argentinos y Saraceno es uno de los embajadores
MIAMI.- "Podés usarlo para protegerte de la lluvia y también para cocinar", dice Tomás Saraceno a LA NACION mientras muestra un paraguas plateado sobre la playa de Miami Beach. Convocado por la marca de relojes suiza Audemars Piguet para presentar el proyecto Albedo en el marco de la 17a edición de la feria Art Basel, que abre hoy al público, el artista tucumano sumó a su vez a su colega Rirkrit Tiravanija -cosmopolita como él y nacido en Buenos Aires- a cocinar con energía solar para un público llegado desde todo el mundo.
Como si se tratara de un Leonardo da Vinci contemporáneo, periodistas y coleccionistas de distintos países lo observaron fascinados anteayer mientras convertía el mango del paraguas en una cuchara y explicaba cómo trabaja con equipos multidiscipliarios para hacer volar sus "esculturas solares", propuestas como una alternativa sustentable al uso de combustibles fósiles.
"El cambio climático está ocurriendo ahora -recordó en diálogo con András Szántó este argentino de 45 años, que expone una gran muestra en el parisino Palais de Tokyo-. Sería un enorme fracaso para todas las disciplinas si no encontramos una manera de entender quiénes somos y cuál es nuestra responsabilidad con el planeta. Necesitamos trabajar juntos para crear una nueva historia, que vaya de la competencia a la cooperación".
Vestido con remera y bermudas, Saraceno demostró también su entusiasmo por el proyecto que impulsa con su equipo en Villa Inflamable, barrio próximo al polo petroquímico Dock Sud, cuyos habitantes fueron contaminados con plomo. "Compartimos sus valores, como el trabajo a largo plazo y la construcción de comunidad", dijeron sobre el artista los responsables de Audemars Piguet, uno de los principales sponsors de Art Basel.
En una ciudad devenida puente intercontinental, que reúne esta semana una veintena de ferias paralelas a la organizada por los suizos, se recordó de esta manera que uno de los sentidos profundos del arte es la búsqueda creativa de una realidad mejor.
"El arte no es solo algo para mirar. El arte unifica, desafía, eleva", opinó el alcalde de Miami Beach, Dan Gelber, en la conferencia de prensa que precedió ayer al recorrido para invitados especiales. "Ustedes nos convirtieron en una mejor versión de nosotros mismos", agregó el funcionario al dirigirse a los responsables de Art Basel, en referencia a la transformación local lograda desde que la feria cruzó el Atlántico en 2002.
Además de celebrar la reciente ampliación del centro de convenciones que aloja este año a 268 galerías de 35 países, los anfitriones recordaron que entonces había apenas cuatro galerías de arte en Miami. Hoy llegan a un centenar y hay cuatro nuevos museos, además de un distrito de arte y diseño que implicó un gran desarrollo inmobiliario.
Lograr un impulso cultural similar sin el esfuerzo que demanda organizar una feria es lo que busca el programa Art Basel Cities, lanzado hace dos años con Buenos Aires como primer destino, que incluyó en septiembre último un programa público curado por Cecilia Alemani.
"Impulsamos una plataforma de intercambio que busca crear oportunidades y facilitar conexiones, en una escena que estaba muy fragmentada y algo aislada", dijo ayer a LA NACION Patrick Foret, encargado de las actividades comerciales y asociaciones corporativas de Art Basel. "Hoy recibimos a más de 160 importantes coleccionistas de todo el mundo y muchos de ellos me preguntaron por Buenos Aires", agregó en referencia a lo que definió como un "compromiso a largo plazo".
Cómo continuará el programa el año próximo es aún una incógnita. Eso intentan definir en estos días en Miami Enrique Avogadro, ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, y Alec Oxenford, presidente de arteBA Fundación, quien acercó este proyecto al gobierno porteño.
Mientras tanto, puertas adentro de la feria de arte más importante del planeta, varios argentinos demostraron una vez más su relevancia en el mercado internacional. Una pintura realizada en 1968 por Manuel Espinosa, precursor de la pintura geométrica en la Argentina, fue reservada en el stand de la galería londinense Stephen Friedman por un museo que pagará por ella cerca de 200.000 dólares. Y la neoyorquina Sperone Westwater ofrece otra de Guillermo Kuitca valuada en medio millón.
Claro que esas sumas palidecen cuando se las compara con obras de artistas como Damien Hirst y Jeff Koons, por las que Gagosian pide hasta siete millones de dólares. "No vendemos precios, vendemos pinturas", respondió el responsable de la canadiense Landau Fine Art al negarse a revelar el monto que pide por pinturas de Pablo Picasso y Joan Miró.
La participación argentina en Art Basel se completa con las galerías Jorge Mara-La Ruche, Ruth Benzacar, Revolver, Walden e Isla Flotante. Estas dos últimas sorprenden con solo shows dedicados a Feliciano Centurión y Rosario Zorraquín, que seguramente generarán entre los coleccionistas más curiosidad sobre el talento creativo de nuestros artistas.
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