Argentina, refugio de españoles
ENTRE FRANCO Y PERON Por Dora Schwarzstein-(Crítica)-293 páginas-($ 32)
Llamamos historia oral a aquella narrativa que se construye principalmente sobre testimonios directos de protagonistas de los hechos, rescatados de entrevistas previamente preparadas y luego procesadas e interpretadas por el historiador. En Entre Franco y Perón , Dora Schwarzstein -una pionera en el uso de esta metodología en nuestro país- nos da un excelente ejemplo de lo que se puede hacer con este tipo de historia.
A partir de un corpus de 87 entrevistas a exiliados republicanos y a otros testigos, complementado con una gran variedad de fuentes escritas entre las que se destacan los archivos de los ministerios de relaciones exteriores de Argentina y de España y de diversas instituciones y periódicos de la comunidad española en la Argentina, la autora reconstruye, paso a paso, la experiencia del exilio de los republicanos españoles en la Argentina, durante y después de la Guerra Civil de 1936.
El estudio de Schwarzstein no sólo representa una contribución importante a un tema largamente estudiado en otras latitudes -en particular, en México, lugar preferido por estos exiliados- pero menos frecuentado por los historiadores de nuestro país. Al considerar a los exiliados como un grupo particular de inmigrantes, el libro también enriquece los estudios más amplios sobre el fenómeno migratorio, en particular aquellos que, en las últimas décadas, han dejado de concentrarse en las grandes explicaciones de los movimientos migratorios para ensayar una historia social del fenómeno, con fuerte acento tanto en las acciones individuales del emigrante y su familia como en las redes sociales -familiares, institucionales- que facilitaban el proceso. De esta manera, la autora no se detiene sino lo necesario en las estadísticas o en los tradicionales "factores de expulsión y atracción" que explicaron la instalación de los exiliados republicanos en la Argentina, y se concentra sobre todo en la indagación de las motivaciones de los protagonistas, sus sentimientos, fantasías, sueños y deseos, para tejer así la complicada trama de la experiencia migratoria.
La selección de testimonios orales está hecha a medida para esos propósitos. No tanto porque dicten sin más al historiador la letra del relato (esto lo hacen, sin duda) sino porque, con sus descripciones coloridas, le suman atractivo a la historia que se reconstruye. Pero, tan importante como eso, los testimonios recogidos en la entrevista son expresión de la memoria, es decir, de una manera de recordar -siempre sesgada y selectiva- que es tan ilustrativa de la experiencia y de la identidad de los exiliados como los hechos mismos que han vivido.
Originalmente presentada ante la Universidad de Buenos Aires como tesis doctoral -de la que quedan, como útiles vestigios, una copiosa bibliografía actualizada, numerosísimas notas y referencias-, la investigación recorre los distintos aspectos de la experiencia, desde el duro tránsito obligado por Francia hasta las diferentes estrategias de la instalación en la Argentina. Así, asistimos a los sucesivos "desembarcos" en el país (que a veces incluían audaces e ingeniosas tácticas destinadas a burlar las medidas restrictivas de las autoridades locales) y a las diversas decisiones cotidianas: la elección como lugar de residencia de ciertos barrios en desmedro de otros, los patrones de sociabilidad, los lugares de encuentro y los establecimientos elegidos para educar a los hijos. Seguimos también, paso a paso, la incansable militancia política del exilio. La inserción laboral y profesional, la importante contribución a la vida cultural local (tanto en la universidad como en el mundo editorial y artístico) y la relación que estos exiliados establecieron con la antigua comunidad de inmigrantes españoles y sus instituciones, de larga data en el país, forman parte esencial de su experiencia y ocupan un lugar central en el libro.
La autora plantea en toda su profundidad el drama central de estos exiliados, tan distinto del de aquellos otros españoles que habían llegado al país masivamente sesenta años antes. A diferencia de los que los precedieron, estos inmigrantes no voluntarios llegaron a un exilio que siempre quisieron breve y temporario, y que soportaron con la esperanza de un retorno inminente. Tal esperanza era alentada de tanto en tanto por circunstancias internacionales aparentemente favorables, como el triunfo de los aliados en la Segunda Guerra que, especulaban, terminaría con el gobierno de Franco, o las condenas periódicas de las Naciones Unidas al gobierno español, que, esperaban, tendrían el mismo desenlace; pero nada de eso sucedió y el exilio duró varias décadas.
La experiencia del exilio aparece así cruzada por una tensión central que, por un lado, invitaba a estos inmigrantes a integrarse, a buscar un lugar de pertenencia en el país de destino y en su sociedad y, por el otro, los llevaba a vivir en un constante nomadismo de casas precarias y muebles prestados, a no perder el acento español y a no involucrarse en la vida social y política local.
El libro recorre esta tensión dejando oír con frecuencia la voz de los protagonistas y contrastándola siempre con el eco de otras manifestaciones de la realidad, obtenidas de otras fuentes. Este contrapunto se hace menos para corroborar la verdad o la exactitud del recuerdo que para reconstruir en toda su complejidad la experiencia íntima de estos hombres, dentro de la cual la representación que hacen de su pasado y las imágenes que extracta su memoria constituyen una parte esencial.