Argentina pinta bien
Se inició en el Museo Caraffa de Córdoba el programa de cooperación federal entre el Centro Cultural Recoleta y museos provinciales, con la curaduría de Alberto Petrina y apoyo privado
CORDOBA.-Ubicado frente a la Plaza España, en el acceso al Parque Sarmiento diseñado por Thays por encargo del empresario Crisol, está el Museo Caraffa. Imponente, su arquitectura neoclásica domina el panorama de la zona más elegante de la ciudad mediterránea. Allí mismo, una semana atrás abrió sus puertas la muestra Argentina pinta bien, el primer tramo de un ambicioso proyecto anudado entre el Centro Cultural Recoleta y la empresa Repsol YPF. Es una selección de trabajos de artistas que produjeron sus obras en Córdoba en los últimos cincuenta años clasificados en tres categorías. Clasificación relativa, divide las aguas entre consagrados, generación intermedia y emergentes. La muestra fue curada por el arquitecto Alberto Petrina, invitado especialmente por Nora Hochbaum, directora del Centro Recoleta, por su vasta experiencia en la organización de muestras con artistas del interior.
Argentina pinta bien será la llave de acceso para muchos artistas absolutamente desconocidos fuera de su pequeño mundo propio, ya que el final del proyecto patrocinado por Repsol-YPF es reunir -en 2005- las mejores obras en una megaexposición en el Centro Cultural Recoleta.
Una larga tradición encarnada por artistas de la talla de Malanca, Fader, Cordiviola, Octavio Pinto, Spilimbergo, encontró en la mansa quietud de las sierras motivo de inspiración. Señala con razón Petrina en el prólogo del catálogo que "Córdoba es la frontera interior; una bisagra cultural que separa a las pampas y al litoral gringos de la tierra visceral de la Nación". El paisaje sigue siendo protagonista, aunque el tratamiento estético se nutra de lenguajes y técnicas contemporáneos, como ocurre en las líricas y casi abstractas visiones de Miguel Ocampo o en el vertiginoso monte pintado por Pablo Canedo.
La selección de artistas de las nuevas generaciones prueba que el cruce de líneas se ha enriquecido con nueva información, contactos, talleres y clínicas. Un buen ejemplo son las obras del "klimtiano " Mateo Argüello Pitt, de la originalísima Celeste Martínez, que ha diseñado vestidos de acrílico con saquitos de vino en proporciones que hubiera admirado el mismísimo Courrèges y el hombre lobo de Juan Martín Juares ( foto), nacido en el 76 , becario de la Fundación Antorchas.
La escena cordobesa , como ocurre en otras ciudades del interior, refleja el ímpetu creativo que contrasta con un mercado alicaído por no decir en vías de extinción , aun cuando sean cordobeses dos artistas de respeto en la arena internacional como son el hiperrealista Fernado Allievi y el fenomenal creador de un universo propio -de color y textura- que es Raúl Diaz. Hay una grieta profunda e insalvable entre la energía de los artistas y el escaso interés del público en general y de los compradores en particular.
No está muy lejos el tiempo en el que Córdoba sumaba a su condición de faro cultural la actividad de las galerías que vendían a coleccionistas de fuste, o a compradores ocasionales, la mayoría profesionales ilustrados que amaban el arte y vivían con arte.
Argentina pinta bien puede resultar un disparador de nuevas experiencias frente a un panorama en el que se cierran galerias, otras optan por convertirse en museos, y las que logran sobrevivir lo hacen con un enorme esfuerzo y compromiso personal, como es el caso de Maru Becerra para Vía Margutta .
¿Dónde están los nuevos coleccionistas capaces de tomar la posta?
La respuesta no habrá que buscarla solamente en la crisis económica, que hizo estragos especialmente en la clase media, tradicional soporte del arte argentino. La crisis es también cultural. Ese fue el tema central del debate organizado en torno de la exposición con gente del Centro Cultural Recoleta; Daniel Capardi, del Caraffa, Alberto Petrina, curador, y Pablo Canedo de la secretaría de Cultura del gobierno de Córdoba.
El tren se perdió antes de esta crisis. muchos antes. Cuando dejaron de organizarse las bienales célebres de IKA, inaugurada junto con la I Bienal de San Pablo. No hace falta tener una imaginación frondosa para saber en qué lugar del mapa del arte estaría Córdoba si aquella gesta iniciada por Industrias Káiser Argentina hubiera tenido la continuidad que exigen todos los proyectos, para que llegue el tiempo de la cosecha.
El programa de cooperación, alentado por la Asociación de Amigos del Centro Recoleta, representados en Córdoba por la gentil Magdalena Cordero, trae una cuota de esperanza en el viejo debate de cómo hacer para que la historia no termine siempre en la General Paz.
Hasta febrero de 2004 Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa