Apocalipsis ambiental: tsunamis, bosques en llamas y más desastres naturales vistos con los ojos del arte
Más de 170 obras ponen el foco en la crisis del planeta e imaginan nuevas formas de habitarlo y cuidarlo en la megamuestra “Simbiología”, que se expone en once salas del CCK
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Obras vivientes, laboratorios en salas y alertas visuales del ecocidio en curso confluyen en la megamuestra Simbiología. Prácticas artísticas en un planeta en emergencia, que se exhibe en el Centro Cultural Kirchner, con trabajos de más de 140 artistas argentinos y al cuidado de un equipo dirigido por Valeria González, con Mercedes Claus, Florencia Curci y Pablo Méndez. Registros históricos del Centro de Arte y Comunicación (CAyC), fotos de Grete Stern, artesanías de pueblos originarios, y obras de Mildred Burton, Margarita Paksa y Marta Minujín conviven en armonía con piezas de Claudia Fontes, Sofía Bohtlingk, Matilde Marín, Nicanor Aráoz, Julia Padilla, Osías Yanov y Donjo León. La muestra, que incluye un amplio repertorio de pinturas, fotografías, instalaciones, videos, esculturas y proyectos especiales, ofrece a la vez un panorama sobre el apocalipsis ambiental que podemos esperar en un futuro no muy lejano -prefigurado en incendios, tsunamis, pestes, desertificaciones, inundaciones y depredaciones- y un manual práctico para ir al rescate de la naturaleza.
Realizada en conjunto entre la Secretaría de Patrimonio Cultural, el CCK y el Ministerio de Cultura de la Nación, y con el apoyo de la Fundación Medifé, la muestra pone el foco en los métodos y efectos del modelo extractivista (que desde hace años parece ser el único que impulsan los gobiernos de América Latina), acciones de comunidades y artistas e investigaciones guiadas por el espíritu inquieto del arte. El contexto pandémico, que obligó a repensar la categoría de cuidado personal y colectivo, suma interés a la propuesta.
Desde su nombre, Simbiología apuesta por facilitar a los visitantes un glosario para pensar el apocalipsis ambiental que hoy muy pocos se atreven a negar. El neologismo “simbiología” entrecruza los significados del arte (simbología) con las relaciones con otros seres (simbiosis), humanos y no humanos. En la muestra hay varias obras simbióticas, trabajos en colaboración entre artistas y otras especies (pájaros, lombrices, plantas, líquenes, árboles, arañas, hormigas y hongos) e incluso entre artistas y elementos de la naturaleza (que también sabe ser destructiva) como con “las pinturas del viento” de Margarita García Faure, la sal en la instalación de Sirenes Errantes; piedras, meteoritos, tierra y rocas, como pasa con las obras de Érica Bohm, Faivovich & Goldberg, Mónica Girón y Liliana Maresca, entre otras.
Junto con la muestra “física”, se creó una página web con información sobre estos trabajos, imágenes, vocabulario y textos teóricos de investigadores y artistas como Emmanuel Biset, Florencia Curci, Marta Penhos, Agustín Genoud, Nancy Rojas, Daniela Gutiérrez, Pío Torroja y Mauricio Corbalán. El antropoceno y el capitaloceno (que son tal para cual), la fluencia, la zooarquitectura, Gaia y los ecofeminismos, la ética del cuidado y el buen vivir, la soberanía alimentaria, la epigenética y el holobionte son algunas de las categorías que -en un camino de ida y vuelta- enriquecen miradas sobre las obras y la teoría ecológica. Por su exhaustividad y alcance conceptual, el sitio web orbita como complemento y calendario de los programas públicos que acompañarán la exposición. En cierto modo, Simbiología responde la pregunta de para qué sirve el arte hoy: para imaginar un planeta más solidario, generoso y equilibrado.
Antológica, la muestra reúne más de 170 trabajos de arte argentino contemporáneo -de algunos artistas, como la excepcional Romina Orazi, el precursor Luis Fernando Benedit, Mónica Girón y Tomás Saraceno, se exhibe más de una obra- que exploran vinculaciones y mixturas entre lo humano y lo no humano, en una época donde se juega la habitabilidad del planeta y surgen acciones de resistencia (algunas artísticas) a modelos dominantes de acción, conocimiento y sentimiento. Como se dijo, el modelo extractivista es objeto de diversos abordajes críticos en Simbiología, cuya inauguración estaba prevista para 2020, pero debió postergarse; mientras tanto, cuenta González, siguió creciendo en cantidad de obras y determinó que se ocuparan once salas de los pisos 6 y 7 del CCK.
“La cantidad de artistas argentinos representados en la muestra, más los muchos otros que no están presentes pero forman parte de nuestra extensa investigación, evidencia por sí misma que la crisis ambiental y el necesario vuelco ecológico de la política ocupa cada vez más al arte argentino -dice González a LA NACION-. Tanto en el arte como en las propias luchas ambientales, muchas iniciativas continúan enmarcándose en el esquema tradicional, que concibe a la naturaleza a proteger como una objetividad dada y exterior y a la esfera de la acción como exclusivamente humana. Pero otras posiciones consideran a esta división binaria entre naturaleza y cultura como parte del mismo modelo hegemónico responsable de la crisis climática, y pretenden trascenderlo investigando nuevas relaciones entre humanidades y otros hacedores del mundo. El rol del arte es esencial porque la política requiere de una capacidad animista: hace falta nuevas sensibilidades para percibir a los seres no humanos como protagonistas y no como meros objetos de estudio y explotación”. Para la preparación de la muestra y la página web de contenidos se utilizaron conceptos de un trío de pensadores integrado por el antropólogo y filósofo francés Bruno Latour, la filósofa y zoóloga estadounidense Donna Haraway y el antropólogo y profesor brasileño Eduardo Viveiros de Castro.
La exhibición se desarrolla a través de seis ejes y cuatro proyectos especiales: Nido, Universidad Paralela, Meteoritos y Cosmofonías, con obras centradas no en la vista sino en la escucha. En el eje “Ecología política”, obras de Eduardo Molinari, el grupo Etcétera y Toto Dirty (entre otras) abordan los conflictos que desatan la lucha por el control de la naturaleza; en “Catástrofes y cuidados”, donde se destacan Barricada para un tsunami, de Paula Senderowicz, y los “refugios multiespecies” de Romina Orazi, los artistas testimonian sobre los desastres producidos por el extractivismo humano. En “Inter-agencias” se observan producciones en coautoría entre artistas (como Tomá Saraceno, Donjo León, Orazi y Eduardo Costa) y otros actantes (arañas, hongos, plantas y pájaros, respectivamente) o experiencias de devenir conjunto entre especies diferentes. El eje “Animismo” agrupa diversas cosmogonías del continente y los legados culturales que sobreviven en el presente y pasado, en obras de autores anónimos (prestadas por el Museo Nacional de Bellas Artes) y contemporáneos como Guido Yannito, Gabriel Chaile y Guadalupe Miles, entre otros. En “Simbiontes”, los cuerpos recombinantes y las estéticas queer, los manifiestos feministas de Donna Haraway y las biologías contrahegemónicas se encarnan en trabajos de Ad Minoliti, Fernanda Laguna, Mauro Guzmán, El Pelele y las impactantes series New Animal de Mariana Tellería. En “Derechos no humanos”, a través de documentales y proyectos de M7Red (ganadores en Holanda del premio Príncipe Claus), Casa Río Lab y Julián D’Angiolillo, se propone una reflexión sobre las consecuencias legales de la nueva ecología política, representada por casos de varios países, entre ellos la Argentina y Ecuador, que en 2008 incorporó en su Constitución a la naturaleza como sujeto de derecho.
Para agendar
Simbiología. De miércoles a domingos, de 14 a 20, con entrada gratuita. Hasta abril de 2022.
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