Antonio Gala, el poeta, dramaturgo y novelista de pluma punzante que selló la cultura de España
De los lectores a los reyes despidieron hoy al escritor, de 92 años, que se consagró con “Los verdes campos del Edén” y por “El manuscrito carmesí” obtuvo el premio Planeta; “Me encuentro un poco incómodo en todas partes, soy un extraño en el paraíso”, decía
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España está de luto debido al fallecimiento, este domingo a la madrugada, del poeta, dramaturgo, narrador, articulista y protagonista de la escena cultural de su país, Antonio Gala. Desde los reyes de España hasta el presidente Pedro Sánchez, pasando por artistas, escritores y lectores, lo despidieron con devoción en redes sociales. Había nacido en Brazatortas (Ciudad Real) el 2 de octubre de 1930; debido a que su familia se trasladó a Córdoba cuando él tenía nueve años, había adoptado con orgullo la “ciudadanía” andaluza y se lo reconocía como “poeta cordobés”. “El andaluz es alegre porque tiene la alegría debajo del misterio”, postuló. El multipremiado escritor, que tenía cáncer, murió en Córdoba, en la sede de la Fundación Antonio Gala (en el antiguo convento de Corpus Christi), donde residía, y que había creado con el objetivo de apoyar la carrera de los jóvenes artistas, escritores, músicos e investigadores.
Hemos perdido a uno de nuestros más grandes escritores.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) May 28, 2023
Antonio Gala supo capturar la sensibilidad humana a través de su narrativa, su poesía y su teatro.
Que su literatura nos siga inspirando y perdure.
Mis condolencias a su familia y amigos. pic.twitter.com/8zvEeRiKur
Ávido lector desde la niñez, Gala ingresó a los quince años en la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla y, como alumno libre, cursó Filosofía y Letras, Ciencias Políticas y Económicas en la Universidad de Madrid. Se graduó en todas. Antes de llevar una vida bohemia en Portugal, intentó llevar una vida monástica en la orden contemplativa de los cartujos; no obstante, el temperamento de Gala no estaba destinado a la contemplación y mucho menos al silencio, como él mismo revela en su apasionante autobiografía Ahora hablaré de mí.
En 1959 comenzó a dar clases de filosofía e historia del arte y su poemario Enemigo íntimo -vital, sensual y osado- recibió un accésit del Premio Adonáis. A partir de 1963, con la publicación de Los verdes campos del Edén se consagró como dramaturgo y dedicarse por completo a la escritura. Alternaba obras de impronta realista y absurda con otras de contenido literario (como El sol en el hormiguero, inspirada en Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift o ¿Por qué corres, Ulises?, suerte de secuela escénica de la Odisea) e histórico que, con el paso de los años. Abordó los traumas de la Guerra Civil Española en Noviembre y un poco de hierba y los cambios en la sociedad española a lo largo de varias décadas en ¡Suerte, campeón! También criticaba el consumismo, que para él era la contracara del vacío existencial. “Hay que reaprender la vida y la universidad es el mundo”, supo decir en diálogo con el periodista español Jesús Quintero.
En simultáneo, siguió escribiendo y publicando poemarios que resultaban, según él mismo, tan exitosos como sus obras de teatro. Gran parte de su obra poética está dedicada al amor y a los territorios de su patria. “No escribo ni para que me quieran ni para que me citen -declaró-. Escribo para comunicar las cosas, lo necesito hacer por destino. Soy escritor porque no tengo más remedio. Se es escritor, aunque no se escriba y hasta el último día de tu vida”.
"El dueño de la herida", Antonio Gala pic.twitter.com/iEuVyOVrfD
— literland (@literlandweb1) May 28, 2023
Publicó artículos en el suplemento dominical del diario El País, desde 1976 hasta 1998, que luego se convirtieron en libros (también exitosos, como él mismo destacaba: Charlas con Troylo y A quien conmigo va entre otros). Entre 1982 y 2015 publicó columnas semanales en el diario El Mundo, llamadas “troneras”, donde a partir de una noticia diaria daba rienda suelta a su inventiva y sus opiniones. Estas últimas le trajeron problemas con la comunidad judía (que lo acusó de antisemita y “judeófobo”), la derecha (por sus posturas de “izquierda sin partido”, que reivindicó tras la muerte de Franco) y la izquierda española (por esas mismas posturas), el feminismo y el movimiento LGBT. “Yo me encuentro un poco incómodo en todas partes y por eso no pertenezco a ningún colectivo ni voy a ningún sitio. Soy un extraño en el paraíso, como el libro de Terenci Moix”, hizo saber.
En 1985, la escritora Mercedes Fórmica lo acusó de plagio por el guion de un programa para TVE. “He escrito tanto que creo que podría plagiarme a mí mismo”, sostuvo Gala en su característico estilo, jocoso para algunos e irritante para otros.
Desde 1973, cuando sufrió una perforación del duodeno que lo mantuvo en estado crítico por un periodo, comenzó a utilizar bastones. Con el tiempo, acrecentó una colección de tres mil bastones (dijo que no coleccionaba bastones sino amigos y admiradores que le regalaban bastones). Las malas lenguas decían que el andar tímido de Gala y el bastón de turno eran reemplazados por un paso vivo sin necesidad de apoyo alguno cuando el escritor arribaba a destinos extranjeros.
#AntonioGala, prosa, poesía, ironía, libertad, nos mantuvo encendidos en aquellos años en que nos querían sumisos y apagados. Él se asomaba a la tele o a sus libros y la indiferencia desaparecía. Era singular, cáustico, amoroso.Solidaridad con los amigos y @fundacionagala pic.twitter.com/eJK59FPDaZ
— Pilar del Río (@delRioPilar) May 28, 2023
Fue un novelista tardío y exitoso. A los sesenta años, en 1990 publicó El manuscrito carmesí, una novela histórica sobre Boabdil, último rey nazarí de Granada, con la que ganó el Premio Planeta ese año. Le siguió otra novela best seller, La pasión turca (1993), que fue llevada al cine por Vicente Aranda. Su última novela fue Los papeles de agua, de 2008. Publicó varios libros de relatos y -no podía faltar en el repertorio de un escritor de frases punzantes e irónicas- un libro de aforismos. Visitó la Feria del Libro de Buenos Aires en 1997, para presentar su novela La regla de tres, protagonizada por un escritor bisexual. En la Argentina muchos de sus libros se encuentran en mesas de saldos y usados. “No se escribe para que te lean, como no se suda para oler de determinada manera -graficó-. Escribir es semejante a respirar: una necesidad”.
“La incultura es un grave padecimiento, porque hace que dejemos de ser nosotros -dijo a LA NACION en 2002, al presentar su novela Los invitados al jardín-. La cultura es nuestro origen y nuestro proyecto, nuestra memoria y nuestra profecía. Un pueblo se identifica y se autoconfirma con la cultura. Ella era la dueña de la casa, hasta que fue expulsada por dos criadas gordas: la economía y la política. Y se quedó sola, sentadita en la acera de enfrente, viendo como las dos criadas usurpan su casa. La consecuencia de la incultura es la desigualdad, el otro grave padecimiento”.
En 2002, creó la Fundación Antonio Gala para Creadores Jóvenes, dedicada a apoyar y becar la labor de 18 a 25 años. El lema de la institución es un verso del “Cantar de los cantares” (libro del Antiguo Testamento que inspiró a su amado San Juan de la Cruz para componer Cántico espiritual), “Ponme como un sello sobre tu corazón”. Para muchos, Antonio Gala nunca dejará de latir.
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