Antologías de la intriga
LOS MEJORES CUENTOS POLICIALES Selección y prólogo de Juan Sasturain (Ameghino) CUENTOS POLICIALES ARGENTINOS Selección y prólogode Jorge Lafforgue (Alfaguara)
NO sería descabellado afirmar que toda antología literaria es una muestra de los gustos y predilecciones de su realizador. Lo que sí sería un desatino es aseverar que las preferencias de un antólogo necesariamente deben concluir en un libro esencial de un género determinado y, por ende, en un producto que enriquezca toda biblioteca.
En este caso, las antologías compuestas por Juan Sasturain ( Los mejores cuentos policiales ) y por Jorge Lafforgue ( Cuentos policiales argentinos ) constituyen, por dos motivos, una agradable rareza. En primer lugar, ambas se complementan, abarcando en conjunto las caras más interesantes del espectro del relato policial: la de Sasturain se limita al terreno de los escritores anglosajones -básicamente del siglo pasado y principios del presente- y la de Lafforgue, al de los nacionales, es decir que una se introduce en los inicios del género y la otra en el desarrollo del mismo en nuestro país. En segundo término, cada una de estas antologías se transforma en uno de esos esporádicos casos en los que el gusto de un antólogo concluye en un libro esencial para un género, por la calidad de los textos y por la información que aporta.
En Los mejores cuentos policiales , Sasturain selecciona diez trabajos que rehúyen la utilización de la clásica figura y contrafigura, repetida hasta el cansancio y simbolizada en la célebre pareja de Sherlock Holmes y Watson. En este aspecto, los cuentos elegidos buscan, más que reflejar la pintura de personajes analíticos y especulativos (al modo del caballero Dupin, de Poe, o el Padre Brown, de Chesterton), exponer las variadas relaciones causales propias del género desde sus orígenes. Así, esta antología se convierte en un breve pero rico muestrario de la médula del relato policial, las bases sobre las que se asentó una pléyade de escritores británicos y norteamericanos desde que, en abril de 1841, Poe inauguró el género, estableciendo sus reglas y procedimientos en "Los crímenes de la calle Morgue".
De tal manera que, evitando estereotipos y textos muy conocidos, Sasturain hace convivir relatos no tan clásicos de autores clásicos (Poe, Chesterton, Conan Doyle, Wilkie Collins) con otros de escritores que abordaron el género de modo ocasional (Jack London, O. Henry, Ambrose Bierce) y algunas rarezas, como ser extractos de obras de largo aliento que pueden ser admitidos perfectamente dentro de las formalidades del cuento (Mark Twain, Robert Louis Stevenson) y un curioso relato de Nathaniel Hawthorne. Así, y apenas con una decena de textos, el antólogo abre las puertas a las múltiples e imaginativas relaciones causales que encierra el relato policial. Sin duda, una acertada selección que está acompañada por valiosos datos sobre obras y autores.
Por su parte, en Cuentos policiales argentinos , Jorge Lafforgue logra tal vez la muestra más ambiciosa y acabada del relato policial en nuestro país. Son muchos autores los elegidos, más de los que uno espera encontrar en cualquier antología, y es que prácticamente se trata de una historia argentina del género. Así lo entiende Lafforgue al clasificar los textos de su selección en cuatro períodos: formativo, clásico, de transición y negro. De este modo puede asistirse a las mejores expresiones de la literatura policial local, desde los primeros intentos hasta las obras de los escritores más representativos de las últimas generaciones, pasando por el período de asentamiento del género en nuestra tierra.
Así planteada, esta antología, la "historia" comienza con un relato de Paul Groussac publicado en 1884 (año en que, ¿casualmente?, se publica en Buenos Aires la primera versión de los cuentos de Poe, traducidos por Carlos Olivera) y continúa con trabajos de dos uruguayos que prácticamente hicieron sus respectivas obras en la Argentina, Horacio Quiroga y Vicente Rossi. Luego sigue con muestras de las décadas del veinte al cuarenta, cuando el género queda instaurado merced a la expansión de colecciones especializadas y al surgimiento de cultores de la talla de Roberto Arlt, Anderson Imbert, Manuel Peyrou y Leonardo Castellani. Y si 1841 fue un año clave para el relato policial anglosajón, 1942 -un siglo después- es el año del que podría decirse que vio nacer el primer libro de cuentos policiales argentinos: Seis problemas para don Isidro Parodi , de Borges y Bioy Casares, dándose inicio a la saga del "detectivismo" local, que pronto tuvo su galería de comisarios bonachones, escépticos y dueños de una lógica tan irrefutable como cargada de sabiduría popular. Obviamente, Borges y Bioy no podían faltar.
A las siguientes décadas de transición corresponden relatos de Adolfo Pérez Zelaschi, Norberto Firpo, Velmiro Ayala Gauna y Rodolfo Walsh, entre otros autores que alimentan sus respectivas obras con recursos propios del género policial, como por ejemplo Abelardo Castillo y Angélica Gorodischer.
Por último, a partir de principios de los setenta y en consonancia con el advenimiento de una realidad marginal más dura, en la cual la vida generalmente vale muy poco, irrumpe el policial violento. De esta etapa Lafforgue seleccionó cuentos de escritores estrechamente ligados al género, como Ricardo Piglia, Juan Martini, Elvio Gandolfo y el mismo Sasturain, Pero, como ya se ha dicho, la lista de autores es larga y en ella se incluyen, entre otros, Julio Cortázar, Conrado Nalé Roxló y Vicente Battista, nombres que de por sí marcan la trascendencia de este libro que puede ser leído "y disfrutado" como una historia del relato policial argentino, una historia que todavía se está escribiendo.
En síntesis, Juan Sasturain y Jorge Lafforgue realizaron dos antologías esenciales del género analítico por excelencia. El hecho curioso de que ambas sean complementarias corresponde al azar, pero eso es otro género. (188 y 397 páginas, respectivamente).
Agustín Gribodo
(c)
La Nacion