El día de la jura, Cristina Kirchner y Alberto Fernández tuvieron un "momento Siqueiros"
El día de la jura de los nuevos ministros, Cristina Fernández llevó a Alberto Fernández a ver la joya del Museo Casa Rosada: el mural Ejercicio Plástico, obra cumbre del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Fue pintado en 1933 en el sótano de la quinta Los Granados, en Don Torcuato, a pedido de Natalio Botana, dueño del diario Crítica, en colaboración con los artistas argentinos Lino E. Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro. Fue una pena que al entrar no usaran los protectores para sus zapatos, como suelen hacer los visitantes, porque el mural es inmersivo: abarca paredes, piso y techo.
La obra es de un contenido inusitadamente sensual, alejada del carácter eminentemente político del muralismo mexicano y, como bien dice su nombre, demandó experimentaciones técnicas que permitieron su sobrevida hasta hoy. Tuvo un derrotero accidentado, que bien narran los documentales de Héctor Olivera (El mural, 2010) y Lorena Muñoz (Los próximos pasados, 2006): después de décadas de abandono, en 1990 fue desmantelado y permaneció más de una década arrumbado en un container. En 2003 fue declarado Bien de Interés Histórico Artístico Nacional, a través del decreto 1045/2003. En el 2008 fue trasladado a un taller de restauración ubicado en Plaza Colón. En 2009, el Congreso Nacional declaró el mural "de utilidad pública y sujeto a expropiación".
El museo nació como Del Bicentenario, y fue inaugurado por Fernández de Kirchner –una apasionada por la historia– en 2011: fue entonces cuando por fin pudo volver a verse el mural de Siqueiros. Es la gran atracción del museo, que fue levantado sobre las ruinas de dos edificios históricos, la Aduana Taylor, de 1855, y el Fuerte de Buenos Aires del siglo XVIII, en cuyo solar se levantaba la Casa Rosada de fines del siglo XIX. Tiene un acervo propio de varios miles de objetos, desde el período hispánico hasta la actualidad. Dentro de las catorce cámaras que delimitan los arcos de la vieja aduana transcurre en una línea del tiempo la historia argentina en videos y objetos, como un secreter de Domingo Faustino Sarmiento y los anteojos de Arturo Frondizi, lo mismo que un par de cascos de soldados de Malvinas y un pañuelo de la Madres de Plaza de Mayo.
El espacio es imponente, con sus 5000 metros cuadrados en desnivel: el techo de vidrio le da una luz cenital y pareja, y las escalinatas por las que se desciende, un aspecto algo teatral. Se convierte en un invernadero cuando no anda el aire acondicionado, como se pudo advertir durante esta última jura. Es la tercera vez que oficia de escenario para el acto de asunción de un gabinete, un diez de diciembre. Ya ocurrió en el año de su estreno, cuando Fernández de Kircher asumió su segundo mandato presidencial, y para la jura de ministros de Mauricio Macri en 2015.
En el camino hacia la jura, Cristina habrá señalado al nuevo presidente los antes y después del paso de Cambiemos. En 2016, como presidente, Macri lo "deskirchnerizó" con cambios en la muestra permanente y un nuevo nombre: Museo Casa Rosada (el proyecto de cambiarle el nombre al Centro Cultural Kirchner se mantuvo durante cuatro años, pero no prosperó). Le bajó el tonó a la década kirchnerista, pero conservó en el nuevo guion el traje y los mocasines del presidente Kirchner, lo mismo que la campera de gamuza de Fernando de la Rúa, el smoking de Carlos Saúl Menem y otros objetos icónicos con los que se recorre la historia de los presidentes. De Macri no hubo nada, pero desde hoy, que ya es historia, será tarea del nuevo Gobierno sumarlo al relato que este museo cuenta: el de los presidentes de la Argentina.
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