Anne Boyer. “El mundo no está configurado para que las mujeres se puedan enfermar”
Ganadora de un premio Pulitzer por su libro “Desmorir”, la poeta y ensayista estadounidense cerrará el festival Poesía Ya! este domingo
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En 2014, a los 41 años, la poeta y ensayista estadounidense Anne Boyer (Topeka, 1973) recibió el diagnóstico de un cáncer de mama “triple negativo”, responsable de un número desproporcionado de muertes de mujeres en el mundo. Le indicaron que debía iniciar un tratamiento en forma urgente. Madre soltera, Boyer se ganaba la vida como profesora y había publicado dos libros de poemas: The Romance of Happy Workers y My Common Heart. Como no sabía casi nada sobre el cáncer de mama, comenzó a leer e investigar y a tomar notas mientras hacía consultas y estudios médicos, interpretaba sueños y síntomas, calculaba costos y se sometía a la quimioterapia y otras terapias menos convencionales. “Una persona con un cáncer agresivo rara vez está en posición de rechazar las oraciones, la magia o el dinero de nadie”, se lee en Desmorir.
Desmorir. Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista (Sexto Piso), su libro de no ficción publicado en 2019 y que aborda la naturaleza de la enfermedad, la industria oncológica, la información sobre el cáncer (verdadera, falsa, incomprobable) y el contexto social que afecta a las mujeres que padecen esa dolencia, fue reconocido en 2020 con el Premio Pulitzer en la categoría de no ficción. “Me sorprendió mucho -admite la autora-. No es un libro fácil, y el hecho de que fuera premiado a pesar de las dificultades y del tema que trataba es un milagro”.
Invitada al Festival Internacional Poesía Ya!, Boyer viajó desde Kansas City a Buenos Aires con el auspicio de la embajada estadounidense. El miércoles presentó su libro de textos poéticos, filosóficos y vivenciales Prendas contra las mujeres (Triana) en Casa Patria Grande, una de las cuatro sedes del festival; esta tarde brindó un taller en el Centro Cultural Borges y el domingo a las 19 conversará con la periodista Eugenia Zicavo en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (CCK), en la última jornada de la convocante tercera edición del encuentro. “Vengo leyendo a Borges desde hace mucho tiempo y es muy emocionante estar en esta ciudad apasionada por la literatura -dice a LA NACION-. Espero visitar muchas librerías”.
En el noveno piso del CCK, Boyer remarca que intentó “evitar los clichés y el melodrama alrededor del cáncer”. En su ensayo narra el proceso de la enfermedad y del tratamiento que debió realizar, con la asistencia de una red de amigos y artistas; comparte reflexiones sobre su experiencia personal y las de otras mujeres, aborda la etiología del cáncer, explora en los foros de internet y en la “literatura de la enfermedad” (Susan Sontag, Virginia Woolf y Audre Lorde son algunas de las autoras citadas), y también denuncia el abuso de las empresas farmacéuticas y la falta de una política sanitaria pública en la meca del capitalismo, Estados Unidos. “Los aspectos materiales gobiernan la enfermedad -dice la escritora-. El capitalismo industrial produce cáncer, elementos cancerígenos que están en el ambiente y, a la vez, produce tratamientos violentamente rentables. Como en Estados Unidos la ganancia lo rige todo, la medicina es una fuente de ganancias extraordinarias y de desigualdad también extraordinaria. Pero no tiene que ser necesariamente así”.
En Desmorir, el cáncer no solo asume un carácter clasista sino también sexista. “Las mujeres suelen ser las encargadas de cuidar a los demás; siempre hay una madre, una hermana, una vecina, una amiga que cuidan a los otros, pero cuando nosotras nos enfermamos ese cuidado no está ahí, disponible para nosotras”, destaca Boyer. Esa falta de cuidados desencadena una crisis individual y social: “El mundo no está configurado para que las mujeres se puedan enfermar”. Si bien ella contó el apoyo de amigos para recuperarse, en clínicas y hospitales pudo comprobar que muchas personas carecían de ese recurso. “Si no tienes una familia ni un grupo de amigos, el cáncer es imposible de atravesar: ¿cómo llegamos a las sesiones de quimioterapia? ¿Quiénes nos cuidan luego de una cirugía?”.
Según la autora, la pandemia reveló la inestabilidad de la estructura social. “Ahora sabemos que el modo en que está organizada la sociedad es insuficiente para la dignidad humana”. Aunque el tratamiento oncológico le trajo varias consecuencias negativas, ha recuperado la salud. Y, como sostiene en su libro, el sentimiento de mortalidad le brindó “un marco de referencia maravilloso” tanto para la vida como para la escritura.
Actualmente, Boyer trabaja en una novela semiautobiográfica sobre una adolescente fanática de los libros y la lectura que vive en Kansas, “en un ambiente hostil, que odia la poesía”, y que, paradójicamente, decide dedicarse a la escritura poética. “La poesía te da la oportunidad de crear algo que antes no existía -afirma con una gran sonrisa-. De poder decir: ‘Mundo, todavía no estás terminado’, y crear una forma en que lo nuevo puede surgir”.
Un poema de Anne Boyer
No hay otro mundo que el mundo
La estrella pop anarquista tuvo un bebé con el hijo del billonario. Ha sido una nebulosa verde agrisada de armas y dinero. Era prueba para aquellos que la pedían de que ella no hablaba en serio.
La evidencia sintáctica de la poesía sin el marco de la poesía es un crimen que es mucho más criminal. O más bien, si no es en el marco de la poesía, la sintaxis poética es evidencia, más que nada, de no tener sentido.
No habría Artaud acá. O más bien, solo está Artaud, pero no en estas islas. Estaban los mares (y estos mares eran rábidos). Había islas (y estas emergían de los mares rábidos). Había ciertas convenciones en estos tiempos: viajar en avión, ir a conferencias, ir a paneles, hacer antologías. En otros círculos era competir, entregar o premiar. A mí nunca me otorgaron nada. Estaba perfectamente dispuesta a asignar a mi propio rechazo alguna clase de patología. Ya estaba enferma, entonces ¿qué recuperaría?
De Prendas contra las mujeres, traducción de Diana Drake y Luisina Gentile.
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