Ángulos diferentes de un mismo problema
La gran extranjera reúne intervenciones de Foucault que tuvieron lugar entre 1963 y 1971, luego de la publicación de Historia de la locura y de La arqueología del saber. La literatura es el tema común a todas ellas, pero se la aborda desde ángulos diferentes: su relación con la locura en las emisiones radiales de 1963, con el lenguaje en la conferencia de Bruselas de 1964 y con la verdad y el deseo en la conferencia sobre Sade de 1970-1971.Durante estos años, la literatura fue uno de los tópicos privilegiados en los escritos de Foucault. No es una mera curiosidad recordar que el único autor al que le dedicó un libro entero es, precisamente, un literato, Raymond Roussel. En la literatura, Foucault escucha la voz de la locura que cierta racionalidad occidental, con sus disciplinas e instituciones, había querido mantener en silencio y a la distancia. Ella, la literatura, nos pone de manifiesto también ese modo de ser del lenguaje en el que se nos anuncia, y a la vez consuma, la desaparición del sujeto y la muerte del hombre. Y, finalmente, en cierto sentido a contrapelo de lo anterior, en la literatura, se anudan esas relaciones entre escritura, deseo y verdad a través de las cuales la vida se expone en el lenguaje y éste se convierte en una vida posible.
Los nexos de estas intervenciones con los libros que ya mencionamos saltan a la vista. Lo mismo hay que decir respecto de Las palabras y las cosas. La gran extranjera, por ello, pueden ser leída a partir de sus libros ya clásicos. Algunos temas, en efecto, aparecen de manera más esclarecedora y desarrollada, menos enigmática. Esto resulta particularmente cierto en la conferencia "Literatura y lenguaje". La exposición de Foucault, como frecuentemente sucede en el registro oral, es mucho más explícita que el texto Las palabras y las cosas. Pero, al revés, estas intervenciones sobre la literatura pueden funcionar también como una posible vía de acceso a esos mismos textos, a modo de una introducción enfocada en la cuestión del lenguaje. Y pueden servir también como una especie de compendio acerca de lo que Foucault entendía por literatura durante ese período de su pensamiento habitualmente etiquetado como arqueológico.
La gran extranjera es un texto de marcada actualidad. Ocupándose de la literatura, Foucault no puede dejar de lado aquello que está en juego para el hombre en el lenguaje. Por ello sostiene: "Nuestro horizonte, nuestro posible de hombres de hoy en día, ya no lo confiamos a las cosas, los hombres, la historia, las instituciones: lo confiamos a los signos". Cuando ya no sabemos de qué estamos hablando, no sólo la literatura ha dejado de ser posible.