Angelelli y los curas villeros, también en la Feria del libro
"Esto nunca se detiene. Muchas gracias por recibir la vida como viene", se escuchó al promediar la jornada de ayer en el Pabellón Amarillo, de la Feria del Libro. La frase, rapeada en estilo freetyle, provenía de una de las salas y cerraba la presentación de una decena de pequeños libros sobre la experiencia de la Familia Grande Hogar de Cristo, iniciada en 2008 por los curas villeros de Buenos Aires para el acompañamiento de jóvenes que quieren dejar la adicción a las drogas y ahora adoptada por Caritas Argentina y otros organismos con la forma de Centros Barriales.
Quien cantaba era Nicolás Leyton, de 21 años, miembro del Hogar "Jorge Novak", de la localidad de Don Bosco, uno de los muchos jóvenes que siguieron y aplaudieron las palabras de Pablo Vidal, responsable de la iniciativa; Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires, José María "Pepe" Di Paola, sacerdote en la diócesis de San Martin, coordinador de la Comisión nacional de pastoral de adicciones y drogadependencia de la Conferencia Episcopal Argentina y quien dio el puntapié inicial a la experiencia que hoy cuenta con 160 centros barriales en todo el país.
Los libros, publicados por editorial Santa María, "ponen en palabras la vida que se va acompañando", afirmó Carrara. Son textos breves que reproducen reflexiones, diálogos y encuentros mantenidos en distintos encuentros durante los once años que lleva el programa del Hogar de Cristo, desde su nacimiento en la Villa 21-24, de Barracas.
Según dijo Vidal, esos libros buscan ser herramientas para quienes quieran superar el tema de la droga, un "problema que nos refriega en la cara nuestra impotencia" y que "nos tiene a todos de rodillas, a la Argentina y a toda América" y "nos obliga a encontrar las respuestas charlando unos con otros".
El padre Pepe, como es conocido Di Paola, señaló que "la transformación de la Iglesia que quiere el papa Francisco se da de alguna manera en el Hogar de Cristo porque estos hogares cambiaron a nuestras parroquias". Y, también refiriéndose al Papa, pidió "mirar con profundidad" el modelo de Iglesia que Bergoglio está indicando al beatificar, como lo hizo la Iglesia este fin de semana, al obispo Enrique Angelelli junto a un sacerdote, un religioso y un laico. "Se podría haber hecho beato sólo Angelelli, pero el Papa nos puso un modelo de Iglesia que tenemos que tratar de mirar con profundidad. Una Iglesia comprometida donde todos tienen un lugar, una tarea que cumplir, cada uno tiene una misión. El Hogar de Cristo es esta gran familia en la que todos tenemos un lugar para ofrecer la otro lo que Dios puso en uno".
En ese mismo momento la figura de Angelelli estaba siendo recordada en otra de las salas de la Feria en un acto organizado por la secretaria de Cultura de La Rioja, provincia que volvió a tener un stand en la Feria después de doce años. Se rindió homenaje a tres poetas riojanos –Luis Raúl Quintero, Domingo Bordón y Ramón Guerrero- y al obispo católico.
A sala llena se presentaron reediciones de tres libros que perfilan al obispo asesinado en 1976, según la Iglesia, "por odio a la fe". Aun conmovido por la fiesta religiosa vivida el fin de semana en su provincia, Juan Aurelio Ortiz, autor de El Angelelli que yo conocí, que va por la tercera edición. En él Ortiz recrea escenas vividas junto al pastor de quien fue secretario en el obispado de La Rioja, entre 1970 y 1976. "El era el jefe y yo era un pinche", comentó Ortiz. Y agregó que "Angelelli fue un relámpago o, como decimos nosotros, un refucilo", lo definió. Y consideró que en la década del setenta, cuando "no se entendía mucho para donde íbamos y en el Episcopado había obispos que dudaban si lo que habían firmado en el Concilio Vaticano II era para llevar a la práctica o para que figure en un libro que nadie lee mientras otros decían que la solución para la Argentina era la mano dura, con Angelelli en La Rioja fue como si Dios nos hubiese dicho: ¿quieren saber cómo debe ser una diócesis que cumpla el Concilio? Aquí les dejo una foto".
Ortiz, que compartió de cerca la vida de Angelelli, advirtió que la frase de ese obispo tan repetida en los ámbitos católicos - "Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio"- no se termina de entender. Destacó que su ex obispo no condenaba ni atacaba a los que cometían injusticias, del tipo que sea, sino que enseñaba a perdonar. "Por eso Wenceslao (Pedernera, el laico beatificado junto a Angelelli), pocas horas antes de morir y desde la clínica adonde lo llevaron, llamó a su familia y les pidió: no guarden rencor a los que hicieron esto".
Marcela Mercado Luna, presentó como editora e hija del autor fallecido en 2005, "Enrique Angelelli obispo de La Rioja. Aportes para una historia de fe y misericordia", que su padre escribió en 1996 y va por la cuarta edición. Y Roberto Rojo hizo lo propio con su sexta edición de Angelelli la vida por los pobres, que publicó por primera vez hace dieciocho años, texto al que sumó investigaciones posteriores. "Yo no conocì a Angelelli y no soy católico. Hice el libro para saber qué había pasado", dijo Rojo. Y definió al nuevo mártir argentino como "una rara avis, un tipo humano difícil de encontrar: el que vive una correspondencia entre lo que dice y lo que hace. "Y él lo llevó al extremo al entregar su vida".
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