Andrés Duprat: “Ir al museo, al cine y al teatro no está reñido con las necesidades básicas”
El director del Bellas Artes es el curador de una muestra internacional de arte contemporáneo que estuvo en Milán y ahora llega a Buenos Aires; la serie que escribió “basada en hechos reales”
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“Soy especialista en arte. Tengo décadas de trayectoria. Y tuve la hermosa idea de aceptar la dirección de un museo para, alguna manera, devolver algo de lo que sé”, dice un hombre con expresión preocupada y un leve acento castizo. Serio, baja la cabeza con el ceño fruncido y remata: “Qué error. ¿Dónde me metí?”. Para que quede claro que lo suyo no será fácil, le anuncian que lo llamó tres veces la ministra de Cultura, que insiste en verlo “el del sindicato” y que tiene pendiente una auditoría, entre otras cuestiones urgentes que suenan como reclamos. La escena termina con una rápida sucesión de imágenes que ponen en contexto de qué se trata: se ve el célebre Cristo crucificado de León Ferrari y el ataque de un ambientalista que arroja pintura roja a un cuadro. Mientras que en la pantalla aparece el título Bellas Artes, el protagonista dice: “Malas artes”.
Antonio Dumas, el personaje que interpreta Oscar Martínez en la nueva creación de Gastón Duprat y Mariano Cohn, cuya primera temporada se estrena el 11 de abril por la plataforma Star+, acaba de ganar el concurso público para dirigir un importante museo de arte contemporáneo en Madrid. Casi todo lo que refleja la serie de seis episodios, escrita “ciento por ciento” por Andrés Duprat, está “basado en hechos reales”. Así lo confirma en diálogo con LA NACION el guionista, que se inspiró en su propia experiencia en la gestión pública, nada menos que en la dirección del Museo Nacional de Bellas Artes, entre otras instituciones.
Aunque la idea del guion es anterior a su decisión de volver a presentarse al concurso para director del museo público más importante del país, lo que Duprat imaginó como punto de partida para el desarrollo de la trama y del personaje (que no por casualidad lleva sus mismas iniciales) es bastante parecido a lo que él vivió en los últimos meses de 2023, cuando el proceso de selección de candidatos para el cargo se extendió más de lo previsto y surgieron toda clase de teorías y especulaciones.
En la ficción, AD agradece el puesto, pero reconoce con ironía que no debería haber ganado. Explica: “Soy blanco, heterosexual, grande y tengo apellido europeo”. Sus “contrincantes” en la recta final eran una mujer negra y una persona no binaria. Sí, una vez más, como ya lo hicieron con El ciudadano ilustre y El artista, entre otras producciones, Cohn, Duprat y Duprat vuelven a reírse del mundo de la cultura. Ahora, más específicamente, del ambiente del arte actual y su relación con el poder y la política.
“No te voy a decir que es totalmente autobiográfico, pero sí es cierto que tomé muchas situaciones que viví en la gestión pública y en el trato con artistas de todo el mundo”, cuenta Duprat en el café de Fundación Proa poco después de la presentación de la muestra colectiva Lo que la noche le cuenta al día, que abre este sábado al público en el centro de arte de La Boca. Antes de la pandemia, Duprat había sido convocado por Diego Sileo, historiador del arte y jefe de curadores del Padiglione d’Arte Contemporanea (PAC), de Milán, para curar juntos esta muestra integrada por obras emblemáticas de los últimos cincuenta años de artistas argentinos consagrados como Ferrari, Lucio Fontana, Ana Gallardo, Alberto Greco, Jorge Macchi, Liliana Maresca, Marta Minujín, Leandro Erlich, Liliana Porter, Graciela Sacco, Juan Sorrentino y Adrián Villar Rojas, entre otros.
La selección de piezas (esculturas, fotografías, instalaciones, videos y performances) está atravesada por la representación de distintas formas de violencia. Al ingresar en la primera sala, llama la atención el Cristo de Ferrari, que se exhibió en Milán en 2023 y que, poco antes, recibía a los visitantes del Bellas Artes. Es la misma escultura que aparece en la serie. Tampoco es casualidad.
–Además de estar al frente del museo nacional más importante, con todo lo que implica, aceptaste curar una muestra internacional de arte contemporáneo en una institución privada. ¿Necesitabas más desafíos?
–Es que son dos tareas muy distintas. Como curador, no tuve que ocuparme de resolver problemas administrativos, seguros, transportistas, aduana. Tuve que decidir qué piezas mostrar. Fue puro placer, nada que ver con gestionar un museo. El problema, en la Argentina, es que no da para ser un curador independiente. Igual, me encanta meterme en el barro de la gestión.
–¿Los reclamos que se escuchan en la ficción son los mismos que te toca enfrentar?
–Son los problemas de la gestión, de salir del mundo académico, de la investigación, a la vida real. Los museos cubren un espectro amplísimo porque está desde el artista más excéntrico con la obra más radical que exista hasta la cuestión más llana de problemas gremiales y reclamos salariales. Esa convivencia del arte radical con los problemas cotidianos da para la sátira. La serie se llama Bellas Artes con toda ironía. Los formatos del arte contemporáneo son cada vez más radicales: hay obras que se pudren, piezas inmateriales. Y eso se presta más para la crítica y la ironía. De todos modos, no está nada exagerado. Las cosas que suceden en la serie son reales; muchas me han pasado a mí o que me han contado. Yo dirigí, durante varios años, el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca y el espacio de arte de Fundación Telefónica. La serie tiene un anclaje con la realidad muy importante; no es una fantasía.
–Transcurre en España, pero podría estar ambientada aquí.
–Esos problemas existen en todos los museos del mundo. Por ejemplo, el director nunca está satisfecho con el presupuesto que tiene o con cómo deberían ser las cosas. Uno aspira a estar cada vez mejor y a conquistar nuevos públicos. La mala relación con la ministra de Cultura de España está inventada, pero ese personaje no está ridiculizado. Un ministro tiene preocupaciones distintas a las de un director de un museo; el ministro tiene presiones políticas, bajadas de línea del gobierno, tiene que quedar bien con distintos sectores que, a veces tienen intereses opuestos. Hay una relación de poder jerárquica entre un ministro y un director de un museo, que puede ser un cargo muy prestigioso, pero tiene que tener cintura.
–En este contexto crítico, ¿cuáles son los problemas del Bellas Artes? ¿Falta de presupuesto, recortes de personal?
–Estamos en una coyuntura difícil: el Museo depende de Nación, es uno de los que más público lleva, tuvimos récord de visitas el año pasado. Es una institución con historia que tiene prestigio y reconocimiento. Funciona como un violín. Somos 130 empleados; es el número perfecto para nuestro espacio. Este año tenemos que manejar el mismo presupuesto que en 2023, pero en este contexto podríamos decir que somos unos privilegiados. Es cierto que cada cambio de gobierno siempre es un poco traumático, en especial en países como el nuestro donde todo siempre puede empeorar. Ese alerta existe en las instituciones públicas.
–¿Haber ganado el concurso en 2023 te asegura la estabilidad en el cargo? Este mes fueron designados ocho directores de museos nacionales sin concurso.
–En condiciones normales, tengo mandato por cinco años. Eso te da una espalda a la hora de negociar. No sos un funcionario político designado por el Ejecutivo sino un profesional con mucha experiencia que ha ganado un concurso. Es el método adecuado para designar directores. Garantiza idoneidad.
–¿Estás de acuerdo con cobrar entrada en los museos nacionales?
–En todo el mundo, los museos cobran entrada. Me parece bien que haya un sistema de cobro para los no residentes. A nosotros nos vendría bien; podríamos utilizar ese ingreso para, por ejemplo, reponer un aire acondicionado y, también, para mejorar la experiencia del visitante. Estamos estudiando un sistema que se pueda canalizar a través de la Asociación de Amigos, con quienes tenemos una relación excelente. Trabajamos codo a codo. Hace ocho años que estoy en la dirección y es impecable. Nunca hubo un conflicto.
–¿El predio del barrio de Congreso cedido por la administración anterior está asegurado para concretar la demorada ampliación del museo?
–Ese terreno fue cedido por la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) al Ministerio de Cultura para uso del Bellas Artes. Estamos estudiando alternativas para ver si podemos empezar a concretar el proyecto de un centro de conservación y reservas abiertas.
–Participaste del abrazo al Fondo Nacional de las Artes cuando se anunció que iban a cerrarlo. ¿Qué opinás de la situación de la cultura bajo este gobierno?
–En términos generales, pienso que hay instituciones que podrían funcionar mejor, pero no me parece que haya que cerrarlas. Noto cierta intención maniquea cuando dicen que no se puede sostener un organismo como el Fondo Nacional de las Artes porque hay chicos con hambre. La cultura no está reñida con las necesidades básicas: ir a un museo, al cine, al teatro, a un concierto es parte del tiempo que cada uno dedica en su vida privada al ocio, a entretenerse, a formarse.
Para agendar
Lo que la noche le cuenta al día inaugura este sábado al mediodía en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929). De miércoles a domingos, de 12 a 19. Visitas guiadas a las 15 y las 17. Entrada: $1000; estudiantes y jubilados, $500; menores de 12, gratis.
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