Ana Basualdo: “La crónica también es un relato y puede manejar todos los recursos”
BARCELONA.– El primer encuentro es en "Un lugar llamado Salamat", como se titula la última crónica de un libro memorable. El Salamat es un bar del Ensanche barcelonés, a pocas cuadras de Sagrada Familia, regenteado por una pareja de argentinos. El segundo tendrá lugar cuando el rebrote del Covid-19 lo permita. Los sobrentendidos, las risas, la gestualidad quedan en la mesa del bar. La conversación sigue por escrito vía e-mail y quizá por eso se vuelve más meditada. Una paradójica forma de entrevistar a alguien que ha hecho de la escucha atenta, de la observación del detalle mínimo, del gesto inesperado un arte de la lucidez. Y casi un atrevimiento también, porque se trata de una periodista legendaria formada en el semanario Panorama, exiliada en Barcelona desde que la triple A la secuestrara y simulara su fusilamiento a finales de 1975. El motivo: una de sus crónicas, cómo no, en la que seguía el rastro de una logia esotérica a la que pertenecía López Rega. Aquella muchacha publicó un único y extraordinario libro de relatos en 1985, Oldsmobile 1962, que le bastó para convertirse en un clásico insoslayable, recuperado por Piglia en 2012 para Fondo de Cultura Económica. Ahora aquella muchacha, después de publicar el ensayo Paseos por Barcelona fugitiva. Rastros de la ciudad ácrata (2015) destila medio siglo de periodismo en las crónicas de El presente (Editorial Sigilo), un libro tan delgado –no mucho más de 250 páginas– como superlativo. Y esa es toda su obra. Su nombre es Ana Basualdo.
De Amy Winehouse a Leonardo Favio o una cantante de tango llamada Ada Falcón, de las calles barcelonesas a las confiterías de Buenos Aires, del fenómeno camp explicado por Manuel Puig al de la nueva izquierda española surgida del 15-M con el primer mitin de Pablo Iglesias en Barcelona, de la Evita montonera en plena primavera camporista a una misteriosa charla con Di Benedetto, un gesto insospechado de Cortázar o un discurrir revelador de Bioy. El presente habla de un pasado insidioso que sigue interrogándonos, aunque parezca tan remoto como el último verano antes de la pandemia.
"El título no es mío sino de mi editor y amigo Maxi Papandrea. ¿Por qué presente si buena parte de las notas se publicaron hace décadas? Es el presente de la factura del texto, cualquiera sea el tema. El tiempo que corresponde a lo narrado, aunque parte de lo narrado consista en una revisión de hechos pasados. Cuando fui a Salsipuedes a intentar hacerle una entrevista a Ada Falcón, el presente era la presencia de aquella mujer alegre y harapienta y la gracia de sus delirios acerca de su pasado de cantante rica y famosa. La captación de ese presente sostiene la investigación sobre su pasado", explica Basualdo. "Ahora bien –retoma–, la captación de ese presente ha tenido que ser algo apasionado y casi loco, obsesivo, vocacional, para el cronista. Exige inmersión y energía".
Quien haya leído a Basualdo en cualquier medio sabe que cada línea suya merece el formato libro, por eso el criterio de selección de crónicas parecería puro capricho. "Del material escrito en la Argentina, elegí lo que pudiera resultar legible tanto tiempo después, lo que tuviera determinado interés como registro de aquella época: primeros años setenta. En la selección de la segunda parte del libro (escrita en Barcelona, a lo largo de décadas), creo que la variedad de formatos y el acento en personajes y temas argentinos prevalecieron", dice.
Y resulta curioso que se empeñe en separar aguas entre literatura y periodismo, quien eleva una y otro en una argamasa indiscernible. "En mi experiencia, son escrituras diferentes. La crónica es la respuesta, por mucho empeño que hubiera puesto en escribirla bien, a un estímulo del exterior. La fuente de los cuentos que hace tiempo escribí es distinta: dejó caer unas gotas y se cerró. Pero la crónica también es un relato, y cabe manejar todos los recursos que se sepan para trasladar al lector un asunto investigado. Eso no la convierte en literatura, para mí. Pero no hay leyes universales, en esta historia: cada época, cada comunidad de lectores elige qué es literatura y qué no, cuáles capas se incorporan y cuáles se expulsan. El periodismo reporteril fue mi oficio, en un presente remoto, y fatalmente desde ahí veo esta cuestión", se excusa Basualdo.
La forma oblicua en la que se mueve la cronista siembra de hallazgos cada persona, tiempo y lugar tratado. "El merodeo es un trasunto del modo en que me aproximo, como entrevistadora, a algunos personajes, algo que tiene que ver con el respeto y la estrategia. Pero esa técnica también puede cumplir la función de despistar a algún entrevistado que, por alguna razón de gran peso, queramos, por así decir, escrachar", reconoce. Y lo cierto es que algunas de sus crónicas, como "Logia Anael, espiritismo peronista" parecen escritas por Casandra. "Ese artículo lo hice sin ganas ni mucha conciencia de lo que hacía. Es la historia posterior lo que proyecta una sombra tenebrosa sobre aquel grotesco", se quita mérito la periodista que reconoce entre sus maestros "en primer lugar a Tomás Eloy Martínez, pero en realidad fueron muchos, y la propia dinámica de la redacción de Panorama".
En todo caso, la mirada de Basualdo revela cosas que nadie ve, ya sea en un imposible reportaje sobre una cantante en el quinto aniversario de su muerte o en un mitin político íntegramente registrado en YouTube. Lo que la cronista ve jamás lo capta cámara alguna. "El artículo sobre Amy Winehouse es una anomalía, pero quise dejarlo por sintomático, o testimonial, o por capricho, y está ligado a la manera en que viví un momento específico de la política española, incluida la prensa supuestamente seria. La crónica sobre el primer acto de Pablo Iglesias en Barcelona me pareció que debía escribirla porque nadie lo había hecho", explica.
"Algo unió a Amy (a quien yo, por raro que parezca, recién descubría) con Podemos, en aquel presente, otoño de 2016. La explotación salvaje del talento de la hija por el padre y por la prensa amarilla y, ya, las redes. La recepción sorprendentemente indignada y ofendida de políticos a los que más de una vez voté, como Felipe González y Alfonso Guerra, que se lanzaron como vejestorios canibalizados contra un partido juvenil recién nacido, al igual que la prensa, tanto en línea editorial como a través de esa plaga del columnismo opinador que viene inundándola, en España, desde hace tiempo", completa.
Y la perla de la rareza de la reportera es que se fía más de su memoria que de la grabadora. "Usé muchas veces el grabador cuando, al comienzo de todo, entrevisté a una buena cantidad de investigadores científicos. Pero el grabador debilita la atención del entrevistador y limita las manifestaciones del entrevistado. En general. No es una ley. Ni a Ada Falcón ni a Leonardo Favio los grabé. Sí a Blackie, para no malograr el ritmo de su discurso. Tampoco los grabé a Cortázar, Bioy, Di Benedeto, Lihn. La memoria me daba para hacerlo así, entonces. Las voces que aparecen en 'Palermo Viejo 2001' y en 'Locutorio Ecuador' tampoco las grabé; tenían tal poder y tal música, que no hacía falta más que unos apuntes en el cuaderno", explica una narradora cuya forma de prodigarse es inversamente proporcional a la admiración de sus lectores.
Y eso, desgraciadamente, no tiene visos de revertirse, "No veo indicios de que la ficción vuelva", concluye Basualdo.
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