La pareja de amigos vuelve a unirse en un proyecto de creación textil que llegará a “vestir” los espacios comunes del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde ambos realizaron en 2001 un desfile en homenaje a Kenneth Kemble
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Se conocieron un sábado; se asociaron dos días después. “Fue amor a primera vista”, asegura Jessica Trosman al recordar aquel fin de semana de 1997 en que una amiga le presentó a Martín Churba. Ese mismo año la pareja de amigos lanzaba la marca de indumentaria que unió sus apellidos, y pronto representó a la Argentina en la Semana de la Alta Costura en Roma.
Aquellas telas con múltiples pliegues que desfilaron por la Piazza del Popolo inspiran ahora piezas concebidas como arte: liberadas de su función original, que dependía de un cuerpo, adoptaron nuevos volúmenes y escalas. Y en los próximos meses llegarán a “vestir” los espacios comunes del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde realizaron en 2001 un desfile en homenaje a Kenneth Kemble.
Algo de las obras informalistas realizadas con trapos por este último a mediados del siglo pasado, al igual que las célebres esculturas blandas de Marta Minujín, revive en estas formas que se arropan sobre sí mismas o desbordan el marco y se lanzan a ocupar el espacio. Las arrugas evocan una textura similar a la de la lechuga, nombre que identificó la primera técnica creada por ambos hace casi un cuarto de siglo.
“Con estas prendas estampadas contra el piso denunciamos lo que nos hace la sociedad un poco a todos: nos va aplastando, no nos ayuda a volar”, dice Churba, autodefinido como un “materialista” y dispuesto a jugar con la ambigüedad de la palabra. “Amamos la materia -explica-: de ahí salen nuestras formas. Somos materialistas en el sentido de que fuimos formados en los ’90 con el desafío de hacer de la creatividad un negocio, y desarrollamos una disciplina para materializar proyectos”.
Claro que no siempre lo hicieron juntos. En 2003 decidieron emprender caminos separados en el mundo de la moda -ella con marcas que llevaron su nombre, él con Tramando y colaboraciones con artistas-, aunque aseguran que la admiración mutua nunca decayó.
Esta nueva etapa nació en cuarentena, cuando los creadores textiles retomaron el proceso creativo donde lo había dejado. Con ropa de trabajo rescatada de un taller abandonado crearon la colección cápsula Jaramillo -con Bob Honors, director creativo de Tramando-, y luego llevaron el upcycling más lejos: hasta las obras que acaban de presentar en un open studio. Una “revisita” a su pasado para ponerlo en valor que puede seguirse en Instagram (@jessicatrosmanymartinchurba). “Pienso en nosotros como rockeros que volvieron a juntarse”, dice él. Y ella promete: “No lo largo más”.
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