AMIA: nuevos libros de investigación y crónica abren interrogantes a treinta años del atentado
Tres títulos recientes de no ficción y una serie de muestras en instituciones como el Congreso Nacional, el Museo Judío y la Legislatura porteña forman parte de la reconstrucción de sentidos entre los escombros y el dolor que dejó el peor acto de terrorismo internacional en América Latina
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A falta de justicia, la reflexión y la memoria sobre el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), del que este jueves se conmemora el 30° aniversario, representan un triunfo simbólico sobre la violencia y el odio. Muestras en instituciones emblemáticas como el Congreso Nacional, el Museo Judío, la Legislatura porteña, investigaciones periodísticas, crónicas y una reivindicación de los aportes de la cultura judía en el país hecha con testimonios y viñetas forman parte de la reconstrucción de sentidos entre los escombros y el dolor que dejó el peor acto de terrorismo internacional en América Latina, y que contó con apoyo local.
El Estado argentino debió hacerse responsable de la ineficiencia de las fuerzas de seguridad, los servicios de inteligencia y el Poder Judicial ante organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Organización de Estados Americanos.
El abogado Alejandro Rúa (Buenos Aires, 1964), representante de las víctimas y familiares de víctimas agrupadas en Memoria Activa y que estuvo a cargo de la Unidad Especial de Investigación que coordinó la acción de fuerzas de seguridad y entes de inteligencia para asistir a las autoridades judiciales en la investigación del atentado del 18 de julio de 1994, es el autor de 30 días. La trama del atentado a la AMIA (Planeta, $24.900), exhaustiva investigación que, si no se refiriera al trágico atentado que segó la vida de 85 personas, se dejaría leer como un thriller.
Rúa sigue el recorrido de los acusados de haber cometido el atentado a partir del 1 de julio. “Se informa qué hicieron esos días y qué hacían las agencias estatales que los tenían como objetivo, por la sospecha de que habían atentado dos años antes en la embajada israelí en Buenos Aires y las alertas recibidas respecto de que volverían a atacar -dice a LA NACION-. Luego del atentado, la crónica avanza hasta el 30 de ese mes, en que se concreta la primera imputación judicial a una persona y muestra todo lo que los expertos en la escena determinaron ya en esos días sobre cómo se había concretado el ataque, que es lo que sabemos hasta hoy”.
Para el autor, en estos treinta años la información provista por organismos locales y extranjeros convocados para colaborar en la investigación se ha ido consolidando. “30 días puso el foco en la producción del atentado, con la intención de ofrecer una explicación -destaca-. Fue un trabajo de reunión y análisis de documentación. Trabajé con toda la información disponible en los archivos estatales y tuve acceso al trámite de las diversas investigaciones judiciales que se vinculan con los dos atentados en Buenos Aires, incluidas las que se refieren a su encubrimiento”.
En su opinión, la Justicia argentina no cumplió con el deber de investigar los hechos con el objetivo de llegar a la verdad. “Durante los primeros años, el Estado incluso utilizó su propia capacidad e institucionalidad para desviar la investigación y se centró en una línea acusatoria deliberadamente fabricada por los agentes estatales, impidiendo el esclarecimiento del atentado en los años posteriores -afirma-. Luego, se verificó la ausencia de una investigación exhaustiva y eficiente destinada a recabar prueba que respalde la información de inteligencia en que se basa la principal hipótesis acusadora. El Estado utilizó su aparato judicial para encubrir y obstaculizar la investigación; fue por ello condenado por la CIDH”.
“Han pasado tres décadas de impunidad total respecto de los dos atentados y la posibilidad de que pueda volver a concretarse nos conmueve -concluye Rúa-. ¿Son muy distintas las agencias de inteligencia para la prevención? ¿Son muy distintos los jueces y fiscales para la investigación? ¿Y el poder político? El Poder Ejecutivo define una vez más con plena legitimidad sus alineamientos. Lo que no puede hacer es volver a dejar indefensos a sus ciudadanos”.
En la crónica Después de las 09:53. AMIA: cartografía de un atentado (Sudamericana, $ 20.999), el escritor y periodista Javier Sinay (Buenos Aires, 1980) plantea nuevas preguntas sobre el caso. “Además, relaciono algunos de los episodios iniciales con otros que vinieron después -dice el autor a LA NACION-. Por ejemplo, ¿fue realmente Ibrahim Hussein Berro, un muchacho de veintiún años que trabajaba como mecánico, que se había comprometido con su novia y que vivía en un barrio de Beirut con sus padres, quien manejó la camioneta Trafic con los explosivos? Esa historia nunca se pudo probar: el juez Juan José Galeano inició la pista y el fiscal Alberto Nisman la siguió, y hay elementos para tomarla por válida y también para descartarla. Como esta, muchas cosas nunca se pudieron probar, pero se suponen”.
Para Sinay, la idea de que no se investigó nada sobre el atentado podría ser desacertada. “Se investigó -sostiene-. El abogado de la AMIA Miguel Bronfman escribió en un libro de más de ochocientas páginas que el trabajo del caso fue ‘monumental’ y que ‘no solo fue mucho lo que sí se esclareció, sino que además no se dejó nada por investigar’. Pero la impunidad continúa. Entonces, ¿qué pasó? Esa es la primera pregunta que atraviesa mi libro. La segunda es: ¿por qué volver a contar lo que pasó? Porque, ante la ausencia de justicia, la narración puede ser un espacio de reparación y una forma de contribuir a la lucha contra el silencio. La memoria no es solo pasado, también es una herramienta que puede darle sentido a un trauma que la sociedad argentina nunca pudo superar”.
Entrevistó a muchos de los “protagonistas” de la causa AMIA: Galeano, Carlos Telleldín, Rubén Baraja, Carlos Corach, el vicecanciller Fernando Petrella, el presidente de la AMIA Alberto Crupnicoff, dos agentes de la SIDE, los entonces fiscales Eamon Mullen, José Barbaccia y Diana Wassner, de la organización de familiares de víctimas Memoria Activa. “Y retraté a otros, como el presidente Carlos Menem y los acusados iraníes y libaneses -agrega-. También hablé con gente que trabaja actualmente en el caso, como el fiscal Sebastián Basso, uno de los titulares de la UFI AMIA. Leí cientos de páginas de documentos, leí las noticias de los diarios de todas esas jornadas de julio y de agosto de 1994, y todos los libros previos sobre el atentado”.
A nivel personal, dice Sinay, le resultó difícil encontrar un equilibrio para contar la historia. “Para cada pregunta, solía recibir dos o tres respuestas diametralmente opuestas”, revela.
La epopeya del colibrí (Libros del Zorzal, $ 14.900), de la periodista Dalia Ber (Buenos Aires, 1976) y el dibujante y humorista gráfico Bernardo Erlich (San Miguel de Tucumán, 1963), es un libro original, emotivo y apto para todo público. Reúne testimonios, historietas, pasajes ensayísticos, una crónica narrada con palabras e imágenes e, incluso, un mensaje esperanzador.
“Surgió en el taller de no ficción de Matías Bauso -cuenta Ber a LA NACION-. El proceso de escritura fue un reencuentro con la tradición cultural judía, de la que estaba un poco alejada desde el atentado pero con la que venía en contacto en los últimos años a partir de distintas notas periodísticas que escribí. El libro reúne textos surgidos a partir de mis propias vivencias antes, durante y después del atentado a la AMIA, en relación con la cultura judía argentina y cuestiones familiares atravesadas por este tema. Más que nunca, desde la masacre del 7 de octubre de 2023, la AMIA es un punto de referencia importante, así como cada entidad judía del mundo”.
Mario Ber, el padre de la autora, trabajaba en la AMIA, en el sector de Educación, cuando ocurrió el atentado. “Después, siguió con su actividad durante algunas décadas, en el área de Cultura -dice la autora-. Siempre fue una persona muy interesada en la literatura judía en general y en la judeoargentina en particular. A partir del estallido de la mutual gran parte de una antigua forma de entender la cultura judía se perdió, pero también una buena parte se recuperó, y otra se modificó. En esto mucho tuvieron que ver los jóvenes que participaron del rescate de sesenta mil libros de los ochenta mil que reunía la biblioteca de la institución. Los salvaron, junto con otros materiales como discos de vinilo, afiches de películas y piezas de museo, de ser destruidos por las secuelas del atentado”. La historia del rescate de libros y otros “documentos de cultura” está narrada como historieta, en el capítulo 7.
“El trabajo con Bernardo Erlich fue mágico, de entrada complementó perfecto su actividad con los textos -dice Ber-. A medida que iban llegando me resultaban uno más impactante que el otro, más adecuado y sorprendente a la vez. Espero que les suceda lo mismo a los lectores”.
Los creadores de La epopeya del colibrí (cuya historia se cuenta al final) reciben en redes comentarios de los lectores. “Con gran sorpresa encontramos que van conectando con un aspecto de luminosidad que también puede ser que esté presente en el libro, a pesar de que el tema disparador es algo tan terrible como el atentado. A la cuenta de IG del libro (@epopeyacolibri) nos llegan fotos y comentarios que tienen que ver con el colibrí, un aspecto muy positivo del que también se habla en sus páginas”.
Una anécdota echa luz sobre los alcances del trabajo de autores y artistas sobre el doloroso episodio ocurrido treinta años atrás. Cuando fue a presentar el libro a la escuela Scholem Aleijem, en la que se realizó un homenaje a una de las alumnas de la secundaria, que murió en el atentado, Ber conversó con los estudiantes. “Salieron temas llenos de vida como los del rescate de los libros -dice la autora-. Alumnos y alumnas de secundario hicieron preguntas muy buenas y una de ellas, de sonrisa gigante y pequitas, se acercó cuando terminó la actividad y nos mezclamos en el patio con los chicos en el recreo, me miró a los ojos y me dijo: ‘Gracias, Dalia’. En ese momento entendés que todo tiene sentido. Y que haber escrito el libro ya valió la pena”.
Memorias visuales
Varias muestras también abordan el traumático atentado contra la sede de la mutual israelita, en julio de 1994. La exposición colectiva Falta compartida, que se puede visitar con entrada libre y gratuita en el Museo Judío de Buenos Aires - Templo Libertad (Libertad 769), de lunes a viernes de 10 a 18, hasta el 20 de diciembre, reúne obras de Graciela Sacco, Marcelo Brodsky, Santiago Porter, RES, Silvia Rivas, Juan Travnik, Cristina Piffer, Ezequiel Verona, Voluspa Jarpa y Oscar Muñoz. Al cuidado de Nicole Moises, había sido inaugurada en 2019 en la galería Rolf Art, en el 25º aniversario del atentado a la AMIA. Ahora, con motivo del 30º aniversario y después de la masacre del 7 de octubre de 2023 en Israel, los trabajos de los artistas sudamericanos se resignifican.
Ensayos fotográficos (como el de Santiago Porter, que yuxtapone retratos de familiares de víctimas mortales del atentado con objetos que estas usaban en el momento del estallido y que adquirieron el estatus de evidencias judiciales), videos, esculturas e instalaciones exploran el sentido de la “falta”, no solo como ausencia sino también como privación (la falta de justicia) e infracción. De Cristina Piffer se pueden ver sus impresiones con grasa sobre papel de la terrible frase que el científico y político Estanislao Zeballos escribió en tiempos de la conquista del desierto: “Ni los despojos de sus muertos”.
En el grupo de obras de Marcelo Brodsky destaca una enorme piedra que perteneció a la fachada de la AMIA. Tras el rescate de los cuerpos, los escombros del edificio fueron usados como relleno en la ribera del Río de la Plata, a orillas de lo que hoy es el Parque de la Memoria. Allí, mientras Brodsky recorría los escombros junto con el escultor británico William Tucker, halló la pieza de granito negro con una inscripción en bajorrelieve que formaba parte de la primera A de la sigla AMIA en el frente del edificio. Por su peso, esta reliquia histórica debió ser trasladada por una grúa hasta la sede del Museo Judío.
En el Anexo A de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación (avenida Rivadavia 1841) se expone hasta el 26 la muestra de afiches Haga memoria. Exija justicia. El mundo irremediablemente mejorará, del artista urbano y diseñador gráfico Tano Verón. En sus carteles de colores y letras negras, Verón propone consignas simples y contundentes como “Exigir justicia en tiempos de impunidad es hacer memoria”, “Queda terminantemente prohibido olvidar” y “Yo recuerdo. Tú recuerdas. Ella recuerda. Nosotros exigimos justicia”. La iniciativa forma parte del proyecto “Arte urbano por la memoria, la verdad y la justicia”, que la AMIA lleva adelante desde 2018, a través de intervenciones artísticas en la vía pública, para rendir homenaje a las 85 personas que fueron asesinadas el 18 de julio de 1994.
“Los afiches del Tano Verón funcionan en la ciudad como verdaderas señaléticas de aquello que no debemos olvidar”, destaca Elio Kapszuk, director del departamento de Arte y Producción de AMIA. “Realizar esta muestra en la Cámara de Diputados de la Nación tiene varias resignificaciones -agrega-. Una de ellas es que el afiche sigue siendo un medio de comunicación valioso en las campañas políticas, que generalmente están expresadas por fuera de este recinto. Casi como un diálogo con la realidad, estos afiches entran a esta casa, como recordatorio de que uno de los pilares fundamentales de la democracia es la justicia”.
Por último, en el hall de la Legislatura porteña (Perú 160) se puede visitar jueves y viernes, de 10 a 18, la muestra homenaje AMIA: El rol del periodismo en 30 años de búsqueda de la verdad, donde se exhiben portadas de diarios con titulares que informaron sobre la noticia del atentado. La exposición, que fue organizada por la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), AMIA y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), incluye las tapas de los principales diarios y algunas revistas del país tras el ataque terrorista que enlutó al país.
Para agendar
Cuando se cumplen treinta años desde el atentado a la AMIA, Comunidad Amijai, el Club Naútico Hacoaj y ORT Argentina se unen para llevar adelante Trazos de Vida, un encuentro que tiene como objetivo honrar la vida de las 85 víctimas, resignificando sus historias para tenerlas siempre presentes.
Destacados artistas y personalidades de la cultura sumarán su talento y compromiso al ejercicio de la memoria recorriendo historias a través de la música, el arte y la palabra. LA cita es hoy, a las 19.30, en el Auditorio Nacional del ex-CCK (Sarmiento 151).
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