Amenazas y esperanzas
El legado de Victoria Ocampo cumplió con la sabia intención de no ser “ni foyer de agitación, ni academia mundana sino el centro de una realidad cultural viva“
La reconstrucción de Villa Ocampo ha sido un logro indiscutible de Nicolás Helft, que supo revivir el estilo de Victoria al fusionar los dones de empresa con la capacidad de plasmar un nuevo horizonte de excelente calidad cultural, trasvasando sus valores a los de nuestra generación. Cumplía así con el profético informe de Jean-Louis Cohen en el año 2000: "No se trata de constituir un sitio de memoria a la gloria de Victoria Ocampo, sino de responder a su confianza para seguir, y por lo tanto renovar, la tradición que ella creó".
Villa Ocampo se convirtió en escenario de música, danza y teatro, literatura y cine, diálogos y homenajes, encuentros con personalidades internacionales, exposiciones tan extraordinarias como la que selló luminosamente el aniversario de la colaboración entre Victoria y Gallimard. De su poderosa irradiación internacional habló la deslumbrante exposición sobre Victoria Ocampo que se realizó hace dos meses en la Casa de América Latina en París, curada por Ernesto Montequin con su habitual solvencia y refinamiento. Detrás de todas estas actividades estaba la mano invisible pero eficiente de Nicolás Helft, siguiendo las palabras inspiradas de Jean-Louis Cohen: "Ni foyer de agitación, ni academia mundana, ni mausoleo a la memoria de una gran dama de las letras, el centro a crearse debe ser una realidad cultural viva, en perpetua renovación, que encarne en el corazón de América Latina y que inserte en la realidad argentina la vocación cultural de la Unesco inspirándose fielmente en la alta tradición creada por uno de los más magníficos pioneros de la cooperación intelectual".
Tanto en Ocampo como en Helft brilla la encomiable ausencia de autobombo en el logro de tareas de tanto alcance, complejidad y éxito como las que emprendieron. Y también convergen ambos en el tacto que han demostrado al formar equipos de competencia incuestionable: no sólo Enrique Pezzoni y Pepe Bianco, sino el grupo prácticamente insustituible de Fabio Grementieri, de Sonia Berjman, de Ernesto Montequin y tantos otros que pusieron el hombro en esta formidable resurrección. Asimismo, es necesario recordar la fortaleza ejemplar con la que Victoria enfrentó las poderosas corrientes negativas contra las que tuvo que medirse. Como lo recordaba Borges, en su vasta obra abunda la protesta, pero no hay lugar para la queja. Nicolás Helft, por una suerte de ósmosis milagrosa, comparte también esa estoica fortaleza que seguramente le permitirá proseguir con paso firme su camino.
Atenta a la posibilidad de que Villa Ocampo cayera en manos del gobierno militar, Victoria Ocampo eligió un organismo internacional para preservar su casa y su legado "de los vaivenes de la política". La intuición de Victoria demostró ser acertada: en los últimos diez años, en Villa Ocampo no hubo una sola controversia ni intervención de la política, y sí un diálogo permanente entre figuras de muy distinta extracción ideológica.
La Unesco puede desligarse de su obligación financiera, pero no de su compromiso moral, contraído por la Conferencia General en 1973: preservar y difundir ese legado. En el pasado, se cometieron graves errores en Villa Ocampo, cuyas consecuencias fueron el abandono, un enorme deterioro, un robo, un incendio y, last but not least, una campaña periodística que socavó considerablemente el prestigio de la Unesco entre nosotros. Hoy, mientras Villa Ocampo deriva sin lineamientos claros acerca de una transición positiva que preserve y atienda al indudable incremento de sus valores, pensamos que en la superación de los peligros del presente, el primer beneficiado sería la propia Unesco, cuya autoridad le debe mucho a su acción por la preservación del patrimonio. No en vano hasta el día de hoy el nombre de la Unesco se liga indisputablemente a la recuperación de Venecia, declarada patrimonio de la humanidad. Villa Ocampo es un emblema patrimonial de lo más humano y valioso que existe en nuestra tradición.