Amaranth Borsuk: “Los libros son siempre una performance”
Entre la página y la pantalla. Amaranth Borsuk está sentada en su escritorio en Washington rodeada por dos torres de libros y habla con LA NACION revista desde un celular ubicado en el centro. "Estoy en la mitad de ambos mundos. Es mi estado natural. Amo los libros físicos, pero también me enriquezco con los medios digitales. Los encuentro increíblemente útiles en mi trabajo académico y creativo", dice. Amaranth es poeta y enseña escritura creativa en la Universidad de Bothell. Le gusta sentir el lenguaje en su boca, paladear anagramas y jugar con las palabras. Como en su libro, Abra, que también es una aplicación interactiva y gratuita, donde el lector es alentado a mutar las palabras en los poemas y hacerlos propios.
En El libro expandido, que llega de la mano de la editorial Ampersand, recorre la historia del libro. Desde las tablas de arcilla de los sumerios y el papiro de los egipcios hasta la literatura electrónica interactiva. La poeta y artista de 39 años indaga en las conexiones entre el pasado, el presente y el futuro del libro. Por ejemplo, enlaza cómo el rollo de papiro (scroll en inglés), que permitía que se pudiera escribir sobre una superficie de hasta doce metros de largo, le da nombre al verbo que hoy usamos para el movimiento del texto en la pantalla.
¿Cómo analizás la diferencia entre el libro físico y el digital?
Definitivamente, no son diametralmente opuestos. Hay cosas que puede hacer una página y también una pantalla. Así como hay cosas únicas en ambos casos. Mientras puedan satisfacer nuestras necesidades como lectores vamos a querer acceder a ambos. Los libros físicos no irán a ninguna parte. Existen muchos libros de literatura electrónica interactiva que hacen referencia a la historia de los medios impresos.
¿Cómo nace tu amor por los libros?
Crecí en una casa con muchos, muchos libros. Desde que era chica siempre estaba leyendo. Mis papás y abuelos me alentaron a escribir. Lo curioso de mi último libro –The Book, en inglés, El libro expandido, en español–, es que se trata sobre la posibilidad de pensar en la publicación física o en formato digital de los libros como una continuidad y no como si estuvieran en conflicto unos con otros. Y quizás es porque en mi familia contamos con tecnología desde que yo era muy chica. Mis papás la adoptaron rápidamente. Siempre tuvimos a mano una librería digital y libros físicos. Entonces, la idea de que los libros no tenían que ser de una determinada y única manera estaba en mi ADN.
A lo largo de tu investigación para El libro expandido, ¿cuál fue el descubrimiento más importante?
Puedo decir que uno de los grandes placeres fue reconocer que la investigación realizada por los artistas en el siglo XX no fue una actividad marginal, sino que fue central para entender qué son los libros. Para mí, eso fue radical. Poder decir que para entender qué es un libro tenés que ser capaz de mirar uno que mide tres metros de altura con páginas por las que podés caminar o uno que ha sido rasgado.
Amaranth se refiere a los "libros de artista". ¿Qué tiene este formato en particular para enseñarnos sobre el futuro del libro? Como detalla en El libro expandido, su análisis ayuda a comprender la relación entre los libros digitales contemporáneos y los formatos más antiguos. "Los libros son siempre una negociación, una performance, un evento: incluso una novela de Dickens está inerte hasta que un lector la abre e interactúa con su lengua y su imaginación. Los libros de artista nos recuerdan el rol del lector en el libro al forzarnos a considerar su materialidad, y, por extensión, nuestra propia corporalidad".
Cada vez es mayor la oferta de formatos para la lectura. Uno puede ser un lector electrónico en el tren, elegir un libro de tapa blanda para la playa, libros electrónicos para los viajes y reservar los de tapa dura para la casa.
¿Cuál es tu formato ideal para leer?
Leer, por ejemplo, literatura electrónica interactiva es otra forma de leer, pero no reemplaza a la lectura del libro físico. Te ofrece una experiencia diferente. Amo leer novelas y poesía y no necesariamente me gustaría leer todo en Kindle. Me gusta lo material y físico del libro. Crecí en una casa en la que el olor a libro era palpable, especialmente, por los libros antiguos. El olor de los libros tiene que ver con un proceso químico. Cuando empiezan gradualmente a pudrirse. Es fascinante cómo tanta gente que ama los libros se refiere al olor. La experiencia de leer Jane Eyre en una edición de archivo es diferente a leerla en una edición de bolsillo que te dieron en el colegio o en un e-book. Es porque no leemos solo con nuestros cerebros; leemos con nuestros cuerpos. Todo el aparato físico es parte de la experiencia. Limitarla al contenido es descartar que lo físico es parte de la experiencia de la lectura. Cómo recordamos, cómo absorbemos información, qué pensamos sobre el significado de una obra puede estar fundamentalmente relacionado con cómo la experimentamos físicamente.
No estamos leyendo menos, estamos leyendo de otra manera, dijiste en una charla. ¿También escribimos más?
Estamos escribiendo y leyendo todo el tiempo. Muchos de nosotros escribimos mails diariamente. Y si los sumáramos, podrían ser calificados como un libro de muchos volúmenes. Así como los que son activos en Twitter y en las redes sociales quizá componen versos cortos, pero están constantemente comprometidos con el mundo a través del lenguaje. Es algo muy particular lo que estamos viviendo. Eso no significa que no haya una historia profunda de lectores como productores de literatura. Hay una cita de Walter Benjamin donde analiza la primera parte del siglo XX y dice que el buen lector propende a la escritura. Esto existe hace un largo tiempo, pero la manera en que la tecnología facilita las cosas es ciertamente única.
La escritura cambió el pensamiento humano, así como la dependencia a los medios digitales y las redes sociales nos han cambiado. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas?
Lo primero que me viene a la mente no son necesariamente las ventajas y desventajas, sino el interés en ver cómo hemos cambiado a partir del acceso a los medios digitales. Un amigo artista me contó el otro día que estaba leyendo un libro y sin darse cuenta intentó pasar la página deslizando el dedo como en una pantalla. Tiene tan internalizado leer por pantalla que ese fue el gesto que le salió. Hay muchos videos de chicos haciendo lo mismo. Los artefactos que permiten la interacción del lector con la literatura son intrigantes y en parte es porque mucho de lo digital se apoya en nuestra historia.
Durante las diferentes épocas el libro fue cambiando de forma. ¿Cuál fue el cambio más dramático?
La reproducción mecánica y la producción más barata del papel en escala masiva. Todo eso que tuvo lugar en el siglo XIX cambió nuestra relación y el acceso a los libros. La gente dejó de pensar el libro como un objeto y empezó a pensarlo más como contenido. Esto pavimentó el camino hacia la digitalización de los libros en el siglo XX y el XXI. Y ofrece una oportunidad a los artistas para rebatir esta idea del libro como contenido y experimentar radicalmente con la forma.
¿Por qué pensás que Sócrates tenía miedo a dejar que los textos circularan entre los lectores?
Eso me fascinó a mí también. Sócrates basaba su filosofía en los diálogos. Las ideas podían ir y volver en la tradición oral y esto permitía al generador de la idea rebatir directamente cualquier conflicto alrededor de su obra. Una vez que esa obra se convirtiera en un artefacto escrito distribuido por el mundo, no iba a poder controlar cómo sus palabras iban a ser interpretadas por sus lectores.
¿Qué es un libro?
Es más que un saco de palabras. Es una máquina para pensar, un mundo encapsulado entre dos tapas, una experiencia, una idea. De eso se trata.
Existen tantas definiciones sobre qué es un libro. ¿Cuál es tu favorita?
Una de las cuestiones con las que tuve que luchar mientras escribía el libro era cómo encontrar la mejor manera de definirlo. Un libro es un artefacto de información portable, almacenada y distribuida. Es muy amplia de manera que puede incluir todos los formatos. Solo pude agregar treinta definiciones en El libro expandido. Pero en mi página web pude sumar más de cien definiciones de pensadores contemporáneos.
¿Cómo fueron tus primeras experiencias de lectura?
Leí muchos libros infantiles. Y ahora que soy mamá le leo a mi hija los mismos libros que me leían a mí de chica. Por ejemplo, Blueberries for Sal (Arándanos para sal). Yo crecí en Nueva Inglaterra y en verano recogíamos arándanos. Ese cuento fue un pilar para mí. Y ahora que vivo con mi hija en el otro extremo de los Estados Unidos, en Washington, para ella también es como un tesoro. En verano fuimos a recolectar arándanos y recitaba frases del cuento. Pudo hacer la conexión entre lo que había leído y lo que estábamos haciendo.
Sobre Handywork, tu primer libro, ¿qué recordás del proceso de escritura?
Es una colección de poemas y fueron escritos en un momento en el que pensaba mucho en la historia de mi abuela, cómo sufrió el Holocausto y en mi familia perdida. Después de la Segunda Guerra Mundial, emigró hacia Estados Unidos y sintió el deseo de contar sus vivencias. Entonces, escribió sobre las cosas que le pasaron a ella y a su familia. Quería sentir esa historia en mis manos y la potencial violencia de indagar en la narración del horror. Los poemas en mi libro retoman la historia de mi familia. Y lo artesanal, a la vez, tiene que ver con la forma que halló mi abuela para sobrevivir al Holocausto. Ella les pagaba a quienes la escondieron con guantes tejidos por ella y su madre.
¿Cuáles son los libros de artista que recomendás?
Uno que cito en mi libro es Sweethearts, de Emmet Williams, que está lleno de juegos de palabras. Como poeta amo los anagramas. Este es un libro de poesía visual y toda la narrativa está compuesta por la palabra sweethearts (enamorados). Lo divertido es que podés leerlo y, página a página, las palabras se van formando a partir de letras que flotan en una red invisible, prendiéndose y apagándose como un cartel de neón. Me gusta su dualidad ya que es un texto y, a la vez, es cinematográfico. Hay otro que de alguna manera resuena en mí y me está empujando hacia un nuevo proyecto. Se trata de Edges, de Alisa Banks, donde el libro es transformado en escultura. Banks utiliza el borde de las páginas de un códice de tapa dura como si fueran el nacimiento del pelo, y sobre estas trenzas el pelo sintético con distintos estilos que remiten a la tradición del trenzado africano para hablar sobre la intolerancia que deja afuera al otro y lo empuja hacia los márgenes. Es un objeto que no se puede leer y tiene una relación muy íntima con el cuerpo humano. Estoy fascinada con las preguntas que surgen: cómo nos relacionamos con otras personas, cómo de alguna manera las leemos. Estuve meditando mucho acerca de la relación entre el libro y el cuerpo humano. Esa obra resuena con los problemas actuales en Estados Unidos. Y en este momento me impacta de una manera especial.
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