Alvaro Mutis: desde la tierra de los sueños
El gran escritor colombiano, que recibirá el Premio Cervantes 2001 el 23 de este mes, habla en esta entrevista de su vocación de navegante, que vive vicariamente a través de su célebre personaje Maqroll el Gaviero. Poeta, novelista y ensayista, el autor de La nieve del almirante y de Reseña de los hospitales de ultramar, cuenta que todo lo que ha escrito está destinado a perpetuar lo vivido y escuchado de joven en la región de Tolima, donde su abuelo materno había fundado una finca de café y caña de azúcar. Además, se refiere a su amistad con García Márquez, que lo ha convertido en el primer lector de los inéditos de "Gabo" y subraya que, a pesar de sus numerosas novelas, el motor de su escritura es la poesía siempre presente en todos los hombres
Alto, con la carcajada sonora y el aspecto de un hombre dichoso, el escritor colombiano Alvaro Mutis, cuyo nombre estuvo siempre ligado al de su eterno amigo Gabriel "Gabo" García Márquez, recibirá el 23 de este mes el Premio Cervantes. Gran contador de historias -para todo tiene una anécdota, aunque se percibe que dosifica su intimidad-, provoca el deseo de saber más, es un seductor y un sabio. A la vez, se expande y lanza sus convicciones como estampidos. No cree en las clasificaciones y afirma, tajante: "No existe el realismo mágico, una clasificación inventada en Europa. Los escritores latinoamericanos describen su verdad, no están magnificando ni les parece mágico lo que cuentan, es así".
Mutis ya tenía previsto viajar a España antes del premio, a pesar de haber firmado la carta que ponía como condición para ello la anulación del "doloroso" visado para los colombianos. Explica que la firmó por solidaridad con dos amigos -Gabriel García Márquez y Fernando Botero- pero que al fin aceptó viajar a raíz de que la Casa de América en Madrid le dedica una semana de autor, y no oculta su alegría por haber obtenido el Premio Cervantes. "Hay que escribir sin pensar en la publicación o el éxito, que ahora dura quince días solamente. Una cosa son los premios y lo otro es sentarse a escribir, ser un obrero de la palabra, una lucha bastante dura. Nunca pensé que me iban a dar el Cervantes; me habían dado el Príncipe de Asturias y el Reina Sofía, pero a nadie le habían dado los tres y creí que ésa era la norma. Me resulta muy gratificante que España reconozca mi obra, de cuya valía tengo muchas dudas, porque mis antepasados gaditanos dejaron una marca fuerte en mi familia, y que ese premio tenga el nombre de don Miguel de Cervantes, alguien a quien venero.
Mutis, el navegante
De apariencia juvenil y con evidente savoir faire , Mutis no se cansa de señalar que tiene 80 años, aunque los cumplirá en agosto del próximo año. Nació en 1923 en Bogotá, fue a la escuela en Bruselas, donde su padre se desempeñaba como diplomático, después regresó a Colombia y desde 1956 reside en México donde se exilió para escapar de la dictadura de Rojas Pinilla. En su país natal había llegado a ser un importante ejecutivo de la petrolera Esso. Angustiado por la persecución a escritores por parte del gobierno militar de Rojas Pinilla, Mutis, a la manera de Robin Hood, desvió dinero de la empresa, destinado a relaciones públicas, para permitir la huida de los intelectuales perseguidos. Por ese "desliz" debió purgar una condena de dieciséis meses en prisión, que lo marcó profundamente.
Su primer trabajo fue como director de la Radio Nacional, donde paradójicamente también era locutor de noticias y actor de radionovelas. Después fue asesor de varias empresas y se dedicó a colocar películas de la Twenty Century Fox y Colombia Pictures, como gerente para América latina por más de doce años.Como Maqroll, su errante personaje, se siente ciudadano del mundo. Es sabido que escribir permite vivir lo que no se puede vivir en la realidad y que gracias a la ficción se puede experimentar sin límites de ningún tipo. En efecto, Alvaro Mutis vive la vida que anheló, la de un infatigable navegante, a través de ese personaje errante que es el Gaviero, el marinero con el que establece diálogos continuos.
"Maqroll el Gaviero es todo lo que quise ser y no fui -admite-, lo que yo he sido y no he confesado. Me acompaña en cada línea desde los primeros poemas que escribí a los 19 años para El Espectador , ÔOración de Maqroll´." El Gaviero es el vigía que otea el horizonte con la posibilidad de ver más allá, un viajero impenitente que se embarca en toda clase de empresas delirantes sin perder su lucidez y sin renunciar a sus sueños. Mutis afirma que los lugares donde transcurren sus relatos también los escoge el Gaviero: "El sabe muy bien adónde ir: adonde la policía no lo moleste, adonde tenga alguna amiga, adonde pueda hacer algunos negocios. Pude eliminarlo en alguna ocasión, pero su sombra siempre está". A continuación, fundiendo realidad y ficción en su discurso, algo habitual en él, añade que se siente perseguido por Maqroll, que en forma explícita o tácita siempre está con él, y le lanza un reproche, echando mano del humor: "Da una lata que no se pueden imaginar".
En las siete novelas que ha escrito con el Gaviero, no hay ninguna descripción del aspecto físico del personaje. "Tampoco menciono su edad y jamás he dicho de dónde es, sólo que posee un pasaporte chipriota bastante dudoso, tal vez falso o conseguido al margen de la ley -explica-. Sin embargo, el subconsciente trabaja mucho cuando se lo deja sueltito y libre. En un pasaje de Un rey mago en Pollensa , en el hospital de marinos, entra una enfermera flamenca muy guapa y empieza a hablar con Maqroll en flamenco. ÔMe lo enseñó mi madre´, explica él. Cuando revisé el cuento me di cuenta de que había dado un dato de manera inconsciente y lo dejé así, la madre debe ser flamenca. No cambia nada y sigue el misterio, el cual no es voluntario para nada."
Mutis pasó de la poesía a la narrativa a los 63 años. "Sigo prolongando mi mundo de la poesía en otro ritmo, en otro andar, en el ritmo de la prosa narrativa, pero con los mismos elementos, por ejemplo, de Reseña de los hospitales de ultramar , donde Maqroll habla todo el tiempo y todos los poemas son dichos por él." Y así fue como escribió un poema en prosa, La nieve del almirante , y se dijo que no tenía nada de poema, "que era el típico capítulo de una novela escrita por un perezoso que no es capaz de contar lo que venía atrás". Entonces, escribió 350 páginas más sin saber qué eran. "Siempre tuve la certeza, en esta andadura narrativa, de seguir trabajando con los elementos, los sueños, el ámbito personal de las certezas y desesperanzas que me acompañaron durante mi intento de ser poeta. Lo corregí y se lo envié a Carmen Balcells, que a los ocho días me contestó: ÔSale tu novela en Alianza III´. Y yo le dije: Ô¡Pero si no es una novela!´ Bueno, ya sabes cómo es Carmen, me dijo que era novela, que iba a salir y listo".
El hechizo del mar
Rotundo, con un dejo de travesura en la mirada, afirma: "Parten de mí mismo". Y añade, después de un silencio en el que parece pretender que el interlocutor adivine a qué se refiere: "Mis historias parten de mí mismo. He sostenido siempre que tenemos que mantener vivo, intacto el niño que fuimos. De mi niñez he guardado recuerdos, obsesiones, presencias que me han dado la posibilidad de escribir durante cuarenta años poesía, escribir estas novelas que realmente son una prolongación de mi poesía".
Cuando regresó a Colombia, Mutis vivió en una finca de café y caña de azúcar que había fundado su abuelo materno llamada "Coello", en la Cordillera Central. "Todo lo que he escrito está destinado a celebrar, a perpetuar ese rincón de la tierra caliente del que emana la sustancia misma de mis sueños, mis nostalgias, mis terrores y mis dichas. No hay una sola línea de mi obra que no esté referida, en forma secreta o explícita, al mundo sin límites que es para mí ese rincón de la región del Tolima, en Colombia".
Muchos han señalado la relación de Mutis con Melville, Stevenson, Conrad y Kipling, él señala resignado: "Fui un fiel lector de Conrad, conozco toda su obra y si bien entiendo que el predomino del mar, esa especie de mirar el destino, puede ser muy conradiano o de Melville, no pienso en ellos cuando escribo mis historias. Me fascina el mar. Durante mis primeros años atravesábamos el mar con mi padre y el barco era mi mundo. No todas mis novelas suceden en el mar. Yo creo que a veces comparan La nieve del almirante con El corazón de las tinieblas porque las dos describen el remontar de un río. Pero la selva amazónica no tiene nada que ver con ningún otro paisaje del mundo, su monotonía es implacable. Lo que ves el primer día lo vas a seguir viendo durante todo el recorrido, pero con detalles que se pueden volver alucinantes, la misma boa con la boca abierta a la orilla del río, los mismos pájaros dando alaridos en los árboles, la misma inundación".
Alvaro Mutis no terminó el bachillerato porque sintió que estaba perdiendo el tiempo. "El billar y la poesía pudieron más", comenta este escritor que, según cuenta, también podría haber sido barman. "Me encantan la química del coctel y el diálogo que el coctel suscita. Mis reglas para beber son las siguientes: nunca beber antes de la una y media, nunca beber solo, nunca beber con desconocidos, nunca beber en un estado de angustia, nunca emborracharse y nunca beber una bebida que uno no conozca, aunque esta última regla es falsa y no la practico." Haciendo gala de su simpatía, cuenta que su relación con Luis Buñuel "ha descansado en la experiencia con los surrealistas y en la preparación del martini; él sostenía que el suyo era el mejor y yo sostengo que el mejor es el mío".
Pero desde siempre, Mutis sintió que tenía que leer. "Nunca he leído un libro que me aburra. Cuando me aburre lo cierro, sea de quien sea. Tomo el libro como compañía." En una ocasión dijo de la poesía de Antonio Machado: "No me puedo mover a ningún sitio sin llevar conmigo Campos de Castilla ". No cree, por lo tanto, que leer produce eso "que ahora llaman cultura".
En un apéndice a Amirbar , la quinta novela del ciclo, Mutis ha insertado un curioso texto intitulado "Las lecturas del Gaviero", en el que, tras advertir que Maqroll no es un intelectual sino un lector empedernido como él, comenta sus libros favoritos, que comparten una visión pesimista y trágica de la condición humana y de la historia: entre otros, las Memorias del Cardenal de Retz, las Memorias de ultratumba de Chateaubriand, la Historia de las guerras de la Vendée de Emile Gabory, las Memorias y Cartas del Príncipe de Ligne y las novelas de Simenon y Céline. "Que yo sepa, ni la poesía, ni el ensayo, ni la novela han despertado en él alguna vez interés alguno. No se me ocurriría, por ejemplo, preguntarle qué opina de Dickens, de Proust o de Colette."
Aconseja fervientemente la relectura. "Da sorpresas extraordinarias. Pueden pasar dos cosas: el libro que nos llamó la atención y que nos acompañó durante un tiempo de pronto se vuelve a leer y no nos dice nada. Pero puede suceder lo contrario. La vida te va cargando de experiencias a través de las cuales estás viendo cosas que en un momento dado el autor puso en el libro y tú no podías ver ni percibir, te pasaron por encima." Otra recomendación que hace Mutis es la de la paciencia. "Con los libros pasa igual que con las mujeres y con los amigos: hay que tener paciencia para llegar a entenderlos y a quererlos. Ninguna relación es fácil al principio. Y la amistad duradera está hecha sobre la base de la complicidad y el amor."
El héroe peligra y se defiende
Asegura que no hay fórmulas para escribir. "Yo empiezo a escribir -dice- de una manera ´sonambúlica´ y van saliendo las cosas, no tomo nota antes, corrijo hasta el delirio. Soy una víctima de la autocrítica: cuando acabo el libro, vuelvo a escribirlo completamente. Hay un momento en que lo dejo, digo hasta aquí he llegado y lo cierro. Escribo entre las 9 de la mañana y las 2 de la tarde. Por la noche corrijo." Pero nunca muestra un original suyo a nadie. "Me da miedo" -aclara- y si bien desde hace 50 años lee los de García Márquez, que se los da antes que a nadie, confiesa :"Yo nunca le mostraría uno mío porque ante cualquier gesto que hiciera, me moriría de terror".
Ahora tiene la idea de otra novela. "No me he sentado a escribirla ya que soy un perezoso integral, pero ya me sentaré", comenta, y a continuación ofrece una magistral muestra de su cocina de novelista. "Quería hacer embarcar a Maqroll en Marruecos, en un barco cargado de fertilizantes a base de fosfatos que son un explosivo muy peligroso si no se carga bien. Maqroll se da cuenta de esto y habla con el capitán pero no se entienden. Una noche lo oí a Maqroll y me decía lo siguiente: ´¿Oye, eres tonto o qué? ¿Cómo se te ocurre que suba en Marruecos si tengo el problema de las alfombras que contaste en Abdul Bashur y está la policía buscándome? ¿No se te ocurre un lugar mejor?´ ´Bueno, espera, puede ser Túnez´. ´Vale, veo que estás inteligente. Vale, Túnez.´ Entonces va a embarcar en Túnez pero el problema será el mismo."
"Este es un oficio muy personal, que me llena de dudas, no puedo dar consejos, no se enseña, se ejerce con humildad y terquedad hasta encontrar el modelo propio, es un volverse desordenado sobre las páginas y ahí va saliendo todo. Como cuando escribí el Diario de Lecumberri , después de 16 meses en prisión, fue una lección de vida extraordinaria, un conocimiento del hombre en su más profundo dolor. Dicen que el hombre es absolutamente como es en las trincheras y en la cárcel. En las trincheras no he estado. Me aburre la guerra."
En este sentido, considera que es poco probable que la literatura entre en crisis. "Se habla de crisis en la literatura, y seguramente, en este momento, en algún lugar perdido, hay alguien escribiendo una novela genial, como cuando García Márquez estaba escribiendo El coronel no tiene quien le escriba . En cuanto a la poesía, no puede morirse nunca; se acabará el mundo, morirá el último hombre y seguirá existiendo."
Perfil
Formación: Alvaro Mutis nació en Bogotá en 1923. Pertenece a una familia tradicional de Colombia en la que abundan los terratenientes y los diplomáticos. Su padre fue destinado a Bruselas durante los primeros años de Alvaro. Este cursó estudios en Bélgica donde se apasionó por la literatura francesa y la historia.
Obras poéticas: Los trabajos perdidos , Los elementos del desastre , Los emisarios , Diez Lieder , Crónica regia y alabanza del reino , Un homenaje y siete nocturnos.
Novelas: bajo el título Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, Alfaguara ha recopilado las narraciones (antes editadas por Norma) La nieve del almirante , Ilona llega con la lluvia, Un bel morir , La última escala del Tramp Steamer , Amirbar y Abdul Bashur, soñador de navíos .
Maqrollel Gaviero
Maqroll el Gaviero aparece por vez primera en Los elementos del desastre , publicado por Editorial Losada de Buenos Aires en su colección Poetas de España y América, en 1953. En Reseña de los hospitales de ultramar , que forma la segunda parte de Los trabajos perdidos , publicado por Ediciones Era en México, en 1965, Mutis ofrece nuevos poemas y fragmentos en prosa sobre su misterioso personaje, que habían visto la luz en la revista colombiana Mito en 1955 y 1959. Posteriormente, en las compilaciones de su obra poética, que llevan el título de Summa de Maqroll el Gaviero y se suceden desde 1973, y en sus siguientes libros de poesía como Caravansary y Los emisarios , editados por el Fondo de Cultura Económica de México en 1981 y en 1984, el autor colombiano enriquece la peripecia vital de su alter ego literario. Y a partir de 1986, con la publicación de La nieve del almirante , el personaje pasa de la poesía a la prosa y se convierte en el protagonista del ciclo de siete novelas que Alfaguara reedita ahora en un solo volumen.
Canción del Este
A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su manso trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ese que no fuiste, ese que murió.
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.
A. M.
(De Los trabajos perdidos )